video:
Histórico discurso de Iván Márquez en Oslo, un documento indispensable
para la comprensión de la realidad colombiana: análisis integral
sustentado en numerosos datos, cifras y realidades.
Márquez habla de la bancarización de la tierra promovida y viabilizada por la estafa santista de la 'ley de tierras',
entre otras cosas; ya hoy Santos salió a defender esa ley que legaliza
el despojo, fase clave en los proyectos económicos del gran capital.
Lo nuevo de este discurso es el haber
llevado la voz de los que no tienen voz en los mass-media hasta Oslo,
hacer oír esa voz por encima de diplomacias acartonadas y de la
estrategia gubernamental de desterrar los diálogos para impedir aporte
popular.
Iván Márquez: “Acumulación por desposesión es el proyecto de las élites; el nuestro es la paz con justicia social”
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ANNCOL presenta el texto completo del discurso del comandante Iván Márquez de las FARC-EP en la instalación la mesa de diálogo en Oslo
LA HABANA / ANNCOL / OCTUBRE 19 / Con la
instalación de la mesa de diálogo en las afueras de Oslo, comenzó el
proceso de paz que desarrollarán las FARC-EP y el gobierno de Colombia.
El
acto público tuvo su inicio con la intervención del vocero principal del
gobierno, Humberto de la Calle Lombana y prosiguió con las palabras del
jefe de la delegación de las FARC-EP, Iván Márquez, integrante del
Secretariado Nacional de la organización insurgente.
A continuación, damos a conocer el texto completo del discurso de las FARC-EP:
Nuestro sueño, la paz con justicia social y soberanía
“La paz que hemos querido nosotros,
por la cual hemos luchado por mucho tiempo, ha sido siempre buscando que
en este paísse acaben las desigualdades que son tan poderosas…”
Manuel Marulanda Vélez
Señoras y señores
Amigas y amigos de la paz de Colombia
Compatriotas
Hemos
venido hasta este paralelo 60, hasta esta ciudad de Oslo desde el
trópico remoto, desde el Macondo de la injusticia, el tercer país más
desigual del mundo, con un sueño colectivo de paz, con un ramo de olivo
en nuestras manos.
Venimos a
esta Noruega septentrional a buscar la paz con justicia social para
Colombia por medio del diálogo, donde el soberano, que es el pueblo,
tendrá que ser el protagonista principal. En él reposa la fuerza
irresistible de la paz. Ésta no depende de un acuerdo entre voceros de
las partes contendientes. Quien debe trazar la ruta de la solución
política es el pueblo y a él mismo le corresponderá establecer los
mecanismos que han de refrendar sus aspiraciones.
Tal
emprendimiento estratégico no puede concebirse como un proceso contra
reloj. La pretendida paz exprés que algunos promocionan, por su volátil
subjetividad y por sus afanes, sólo conduciría a los precipicios de la
frustración. Una paz que no aborde la solución de los problemas
económicos, políticos y sociales generadores del conflicto, es una
veleidad y equivaldría a sembrar de quimeras el suelo de Colombia.
Necesitamos edificar la convivencia sobre bases pétreas, como los
inamovibles fiordos rocosos de estas tierras, para que la paz sea
estable y duradera.
No somos
los guerreristas que han querido pintar algunos medios de comunicación,
venimos a la mesa con propuestas y proyectos para alcanzar la paz
definitiva, una paz que implique una profunda desmilitarización del
Estado y reformas socioeconómicas radicales que funden la democracia, la
justicia y la libertad verdaderas. Venimos aquí con el acumulado de una
lucha histórica por la paz, a buscar, codo a codo con nuestro pueblo,
la victoria de la solución política sobre la guerra civil que destroza a
Colombia. No obstante, nuestra determinación tiene la fortaleza para
enfrentar a los guerreristas que creen que con el estruendo de las
bombas y de los cañones pueden doblegar la voluntad de quienes
mantenemos en alto las banderas del cambio y la justicia social.
Usme, sur de Bogota, extrema pobreza para centenares de miles colombianos |
En nuestra visión, colocar sobre la mesa el asunto del desarrollo agrario integral como primer punto del acuerdo general remite a asumir el análisis de uno de los aspectos centrales del conflicto. El problema de la tierra es causa histórica de la confrontación de clases en Colombia. En palabras del comandante Alfonso Cano “las FARC nacimos resistiendo a la violencia oligárquica que utiliza sistemáticamente el crimen político para liquidar a la oposición democrática y revolucionaria; también como respuesta campesina y popular a la agresión latifundista y terrateniente que inundó de sangre los campos colombianos usurpando tierras de campesinos y colonos…”
Aquello
que fue causa esencial del alzamiento armado y de una heroica
resistencia campesina, a lo largo del tiempo se ha agudizado. La
geofagia de los latifundistas acentuó la desequilibrada e injusta
estructura de la tenencia de la tierra. El coeficiente GINI en el campo
alcanza el 0,89. ¡Espantosa desigualdad! Los mismos datos oficiales dan
cuenta de que las fincas de más de 500 hectáreas corresponden al 0.4% de
los propietarios que controlan el 61.2% de la superficie agrícola. Se
trata de una acumulación por desposesión, cuya más reciente referencia
habla de 8 millones de hectáreas arrebatadas a sangre y fuego a través
de masacres paramilitares, fosas comunes, desapariciones y
desplazamiento forzoso, crímenes de lesa humanidad, acentuados durante
los 8 años de gobierno de Uribe, todos ellos componentes del terrorismo
de Estado en Colombia.
Para las
FARC, Ejército del Pueblo, el concepto TIERRA está indisolublemente
ligado al territorio; son un todo indivisible que va más allá del
aspecto meramente agrario y que toca intereses estratégicos, vitales, de
toda la nación. Por eso la lucha por el territorio está en el centro de
las luchas que se libran hoy en Colombia. Hablar de tierra significa
para nosotros hablar del territorio como una categoría que además del
subsuelo y el sobresuelo entraña relaciones socio- históricas de
nuestras comunidades que llevan inmerso el sentimiento de patria, que
concibe la tierra como abrigo, y el sentido del buen vivir. Al
respecto debiéramos interiorizar la profunda definición del Libertador
Simón Bolívar sobre qué es la patria, nuestro suelo, nuestro territorio:
“Primero
el suelo nativo que nada -nos dice-, él ha formado con sus elementos
nuestro ser; nuestra vida no es otra cosa que la esencia de nuestro
propio país; allí se encuentran los testigos de nuestro nacimiento, los
creadores de nuestra existencia y los que nos han dado alma por la
educación; los sepulcros de nuestros padres yacen allí y nos reclaman
seguridad y reposo; todo nos recuerda un deber, todo nos excita
sentimientos tiernos y memorias deliciosas; allí fue el teatro de
nuestra inocencia, de nuestros primeros amores, de nuestras primeras
sensaciones y de cuanto nos ha formado. ¿Qué títulos más sagrados al
amor y a la consagración”?
Higinios Olmos, campesino en Calamar sufre doble; la politica neoliberal y la fumigación de su yuca |
En estos
términos, la titulación no es más que la legalidad que pretende lavar
el rostro ensangrentado del despojo que durante décadas ha venido
ejecutando el terrorismo de Estado. Para una trasnacional es más
presentable decir “tengo un título minero” a que se le sindique de haber
financiado grupos paramilitares y desterrado a una población para hacer
viable su proyecto extractivo. Dentro de esta dinámica en Colombia el
régimen asesina no sólo con sus planes de guerra, con sus paramilitares y
sicarios, sino también con sus políticas económicas que matan de
hambre. Hoy hemos venido a desenmascarar a ese asesino metafísico que es
el mercado, a denunciar la criminalidad del capital financiero, a
sentar al neoliberalismo en el banquillo de los acusados, como verdugo
de pueblos y fabricante de muerte.
No nos
engañemos: la política agraria del régimen es retardataria y engañosa.
La verdad pura y limpia, como dice el Libertador Simón Bolívar, es el
mejor modo de persuadir. La mentira sólo conduce a la agudización del
conflicto. El fin último de tales políticas, en detrimento de la
soberanía y del bienestar común, es dar seguridad jurídica a los
inversionistas, liberalizar el mercado de tierras y lanzar el territorio
al campo de la especulación financiera y mercados de futuro.
Independientemente de que exista o no la insurgencia armada, ésta
política multiplicará los conflictos y la violencia.
Acumulación
por desposesión y nueva espacialidad capitalista, eh ahí la fórmula del
proyecto político-económico de las élites neoliberales haciendo
chorrear sangre a la patria de la cabeza a los pies.
Es a
esto a lo que nos resistimos. Las FARC no se oponen a una verdadera
restitución y titulación de tierras. Por años hemos luchado, como pueblo
en armas, por una reforma agraria eficaz y transparente, y es
precisamente por ello que no se puede permitir que se implemente el
despojo legal que el gobierno proyecta con su ley de tierras. Por medio
de la violencia del Plan Colombia y el proyecto paramilitar, se preparó
el territorio para el asalto de las trasnacionales. La ley general
agraria y de desarrollo rural, es esencialmente un proyecto de
reordenamiento territorial concebido para abrirle campo a la economía
extractiva en contra de la economía campesina, en desmedro de la
soberanía alimentaria y del mercado interno, al superponer el mapa
minero-energético sobre el espacio agrícola. Ni siquiera se tiene en
cuenta la promoción de una agroecología que permita una
interacción amigable con la naturaleza.
Por otro
lado, la restitución de tierras tiene que aludir a las tierras que les
arrebataron violentamente a los campesinos, indígenas y afro
descendientes, y no a baldíos distantes de sus sitios raizales de
existencia, también codiciados hoy por las multinacionales. Pero resulta
que este es un problema que tiene que ver con todo el pueblo colombiano
y que de hecho está salpicando de conflictos todo el territorio. Hay
una profunda inconformidad del país nacional con el hampa financiera que
se está apropiando de la Orinoquía. Ahora han aparecido unos tales
“nuevos llaneros” que de llaneros no tienen nada, como los magnates
Sarmiento Angulo y Julio Mario Santodomingo (hijo), los terratenientes
Eder del Valle del Cauca, el señor Efromovich, el ex vicepresidente
Francisco Santos (gestor del paramilitar Bloque Capital), los hijos de
Uribe Vélez, entre otros filibusteros, que
ningún derecho tienen sobre esas tierras y que sólo quieren clavar sus
garras en el petróleo, el oro, el coltán, el litio, explotar grandes
proyectos agroindustriales y la biodiversidad de la altillanura. Abordar
el asunto agrario es discutir con el país sobre estos problemas. Que
hablen los verdaderos llaneros, esos de piel tostada por el sol de los
bancos de sabana; esos que por siglos han convivido en armonía con los
morichales y el vuelo de las garzas y de los alcaravanes; esos de pies
descalzos que con su histórica bravura empuñaron las lanzas para darnos
la libertad.
El
pueblo tiene la palabra: Ahí está la patriótica resistencia de los
trabajadores petroleros contra la canadiense Pacific-Rubiales en Puerto
Gaitán, cuyo escenario de saqueo fue preparado con sangre por los
paramilitares de Víctor Carranza. Diariamente el vampiro trasnacional se
lleva más de 250 mil barriles de petróleo, mientras le succiona la
sangre a más de 12 mil 500 trabajadores tercerizados que como esclavos
tienen que trabajar 16 horas diarias por 21 días continuos por una
semana de descanso. Su situación laboral es más atroz que la impuesta
por los enclaves bananeros de los años 20.
Ahí está
la resistencia de los pobladores del Quimbo, donde el gobierno pretende
sacar a patadas a la gente que ha vivido allá más de un siglo,
destruyendo así sus trayectorias culturales, de vida, y su entorno
ambiental. ¿Vamos a dejar acaso que se hiera de muerte al río de la
patria que es el Río Grande de la Magdalena, sólo para construir una
represa que generará energía para la exportación y no para resolver la
demanda interna de millones de colombianos que no tienen acceso a la
energía eléctrica? Para el gobierno están primero las ganancias de la
trasnacional EMGESA que la suerte de las familias que quedarán
desarraigadas.
Ahí está
la resistencia de los pobladores de Marmato (Caldas), gente humilde que
siempre ha vivido de la explotación artesanal aurífera y que ahora la
trasnacional MEDORO RESOURCES quiere borrar del mapa para convertir esa
aldea en la mina de oro a cielo abierto más grande del continente.
Recordemos aquí, que hasta la iglesia colombiana ha acompañado esa justa
lucha en la que el " target="_blank">sacerdote José Idárraga, líder del Comité Cívico Pro defensa de Marmato, fue acribillado por los esbirros de las
trasnacionales.
Ahí está
la formidable resistencia indígena y campesina en el Cauca en defensa
de su territorio y de sus culturas ancestrales, y la de sus hermanos
afrocolombianos, guardianes patrióticos de la soberanía del pueblo sobre
el Pacífico y nuestras selvas.
Insisten
las castas dominantes en destrozar el páramo de Santurbán, riqueza de
biodiversidad y de aguas que sacian la sed de ciudades importantes como
Bucaramanga y Cúcuta. Por la codicia del oro pretenden destruir la alta
montaña y la pureza de las aguas del río Suratá. La dignidad de los
hijos de José Antonio Galán, el comunero, ha movilizado la resistencia,
unificando incluso al pueblo llano con el empresariado local, que ha
comenzado a entender, que esta es una lucha de toda Colombia.
¿Cómo
vamos a permitir que por complacer la voracidad por el oro de la ANGLO
GOLD ASHANTI se le entregue a esta multinacional el 5% de nuestro
territorio? El proyecto extractivo de esa empresa en La Colosa
(Cajamarca) dejará una gran devastación ecológica y privará de agua a 4
millones de colombianos que dependen de sus fuentes hídricas.
La
locomotora minera es como un demonio de destrucción socio-ambiental que
si el pueblo no la detiene, en menos de una década convertirá a Colombia
en un país inviable. Frenemos ya las locomotoras físicas del Cerrejón y
de la Drummond que durante las 24 horas del día saquean nuestro carbón,
asperjan polución al paso de sus interminables vagones, dejándonos,
como dice el cantautor vallenato, Hernando Marín, sólo socavón y
miseria. Frenemos a la BHP
BILLITON, a XSTRATA y la ANGLO AMERICAN, que para extraer 600 millones
de toneladas de carbón que yacen bajo el lecho del río Ranchería,
pretenden desviar su curso, lo que disminuirá el caudal de sus aguas en
un 40% generando devastación ambiental y destrucción irreparable al
tejido social de los pueblos Wayúu.
Qué
asustadizo se ve al gobierno para defender la soberanía frente a la
trasnacional BHP BILLITON que saquea en descarada actitud de lesa patria
el ferroníquel de Cerro Matoso (Córdoba), y a la que sigue colmando de
gabelas en detrimento de la soberanía, el bienestar social y el medio
ambiente.
Hay que
poner fin a esa monstruosidad que son los contratos a 20 y 30 años que
privilegian los derechos del capital en menoscabo del interés común.
Y claro,
se escuchan a los portavoces del gobierno y la oligarquía proclamando
el crecimiento de la economía nacional y sus exportaciones. Pero no, en
Colombia no hay economía nacional. Quienes exportan el petróleo, el
carbón, el ferroníquel, el oro y se benefician con ello, son las
multinacionales. La prosperidad, entonces es de éstas y de los
gobernantes vendidos, no del país.
Este no
es un espacio para resolver los problemas particulares de los
guerrilleros, sino los problemas del conjunto de la sociedad; y dado que
uno de los factores que más impacta negativamente a la población es la
subscripción de los Tratados de Libre Comercio, éste es un tema que
tendrá que abordarse indefectiblemente. Pobre Colombia obligada a
competir con las trasnacionales con una infraestructura arruinada por la
corrupción y la desidia.
Entonces
la paz… sí. Sinceramente queremos la paz y nos identificamos con el
clamor mayoritario de la nación por encontrarle una salida dialogada al
conflicto abriendo espacios para la plena participación ciudadana en los
debates y decisiones.
Pero la
paz no significa el silencio de los fusiles, sino que abarca la
transformación de la estructura del Estado y el cambio de las formas
políticas, económicas y militares. Sí, la paz no es la simple
desmovilización. Decía el comandante Alfonso Cano: “Desmovilizarse es
sinónimo de inercia, es entrega cobarde, es rendición y traición a la
causa popular y al ideario revolucionario que cultivamos y luchamos por
las transformaciones sociales, es una indignidad que lleva implícito un
mensaje de desesperanza al pueblo que confía en nuestro compromiso y
propuesta bolivariana”. Necesariamente tendremos que abocar las causas
generadoras del conflicto y sanear primero el cangro de la
institucionalidad. Claro, desde el punto de vista estrictamente
económico, para una trasnacional es más fácil saquear los recursos
naturales del país sin la resistencia popular y guerrillera.
Apoyados en ejercicios sencillos de matemática, podemos afirmar que la
guerra es insostenible para el Estado, por las siguientes
consideraciones:
El gasto
militar en Colombia es de los más altos del mundo en proporción a su
Producto Interno Bruto. Este alcanza el 6.4% cuando hace 20 años estaba
por el orden del 2.4%; es decir, se ha triplicado, y eso es relevante.
El gasto militar actualmente oscila entre 23 y 27 billones de pesos al
año, descontando que Colombia es el tercer receptor de “ayuda” militar
estadounidense en el mundo y que por cuenta del Plan Colombia recibe una
financiación equivalente a 700 millones de dólares al año.
Fuerzas Especiales de las FF.MM. desfilando el 20 de julio en Bogota |
En Colombia hay un régimen jurídico que se acompaña con la protección militar de las inversiones. De unos 330.000 efectivos de las Fuerzas Militares, 90 mil soldados son utilizados para cuidar la infraestructura y las ganancias de las multinacionales. El enorme gasto que esto representa, aunado al costo de la tecnología empleada, pone en evidencia los límites de la sostenibilidad de la guerra. Nosotros hacemos un llamado sincero a los soldados de Colombia, a los oficiales y sub oficiales, a los altos mandos que aun sientan en su pecho el latir de la patria, a recobrar el decoro y la herencia del ideario bolivariano, que reclama a los militares emplear su espada en defensa de la soberanía y las garantías sociales. Qué bueno sería protagonizar el surgimiento de unas nuevas Fuerzas Armadas. No más sumisión a Washington, no más subordinación al Comando Sur y no más complacencia con la expansión de bases militares extranjeras en nuestro territorio.
Esa es
la hoguera que arde en nuestro corazón; por eso no pueden ser más que un
agravio los llamados instrumentos jurídicos de justicia transicional
que apuntan a convertir a las víctimas en victimarios. Que se tenga
presente, que el alzamiento armado contra la opresión es un derecho
universal que asiste a todos los pueblos del mundo, que ha sido
consagrado en el preámbulo de la declaración de los derechos humanos
aprobada por la ONU en 1948, y que además es un derecho consignado en
muchas constituciones de las naciones del mundo. No somos causa sino
respuesta a la violencia del Estado, que es quien debe someterse a un
marco jurídico para que responda por sus atrocidades y crímenes de lesa
humanidad como los 300 mil muertos de la denominada época de la
violencia en los años 50, que responda por los 5 mil militantes y
dirigentes de la Unión Patriótica asesinados, por el
paramilitarismo como estrategia contrainsurgente del Estado, por el
desplazamiento de cerca de 6 millones de campesinos, por los más de 50
mil casos de desaparición forzada, por las masacres y los falsos
positivos, por las torturas, por los abusos de poder que significan las
detenciones masivas, por la dramática crisis social y humanitaria; en
síntesis que responda por el terrorismo de Estado. Quien debe confesar
la verdad y reparar a las víctimas son sus victimarios atrincherados en
la espuria institucionalidad.
Somos
una fuerza beligerante, una organización política revolucionaria con un
proyecto de país esbozado en la Plataforma Bolivariana por la Nueva
Colombia, y nos anima la convicción de que nuestro puerto es la paz,
pero no la paz de los vencidos, sino la paz con justicia social.
Tropas guerrilleras de las FARC-EP en algún lugar de Colombia |
La insurgencia armada motivada en una lucha justa no podrá ser derrotada con bombarderos ni tecnologías, ni planes por muy sonoros y variados que sean sus denominaciones. La guerra de guerrillas móviles es una táctica invencible. Se equivocan aquellos que embriagados de triunfalismo hablan del fin del fin de la guerrilla, de puntos de inflexión y de derrotas estratégicas, y confunden nuestra disposición al diálogo por la paz con una inexistente manifestación de debilidad. Nos han golpeado y hemos golpeado, sí. Pero con el romancero español podemos decir: “por fortuna os vanagloriáis porque vuestras armas están bruñidas; en cambio mirad las mías, qué amelladas están, porque hieren y han sido heridas”. Así son los avatares de la guerra. El Plan Patriota del Comando Sur de los Estados Unidos ha sido derrotado y la confrontación bélica se extiende hoy con intensidad por todo el territorio nacional. No obstante en nosotros palpita un sentimiento de paz fundado en el convencimiento de que la victoria siempre estará en manos de la voluntad y la movilización de nuestro pueblo. “Este es un mensaje de decisión, decía hace poco Alfonso Cano: aquí en las FARC nadie está amilanado, ¡estamos absolutamente llenos de moral, de moral de combate!”.
Presidente Santos, fundemos la paz tomando como base los anhelos de la nación.
Convocamos
a todos los sectores sociales del país, al Ejército de Liberación
Nacional, ELN, a los Directorios de los partidos políticos, a
Colombianas y Colombianos por la Paz, organización que liderada por
Piedad Córdoba trabajó denodadamente por abrir esta senda, a la
Conferencia Episcopal y a las iglesias, a la Mesa Amplia Nacional
Estudiantil (MANE), a la Coordinadora de Movimientos Sociales de
Colombia (COMOSOCOL), a los promotores del Encuentro por la Paz de
Barranca, a los indígenas, a los afro-descendientes, a los campesinos, a
las organizaciones de desplazados, a la ACVC, a la Asociación Nacional
de Zonas de Reserva Campesina (ANZORC), a las centrales obreras, a las
mujeres, al movimiento juvenil colombiano, a la población LGTBI, a los
académicos, a los artistas y cultores, a los comunicadores alternativos,
al pueblo en general, a los migrados y exiliados, a la
Marcha Patriótica, al Polo Democrático, al Congreso de los Pueblos, al
Partido Comunista, al MOIR, a la Minga Indígena, a los amantes de la paz
en el mundo, para que llenen de esperanza este intento de solución
diplomática del conflicto.
Simón
Trinidad ya manifestó desde la cárcel imperial de Florence (Colorado),
donde está condenado injustamente a 60 años de presidio, su total
disposición para participar en los diálogos por la paz de Colombia. En
un acto de sensatez la Fiscalía colombiana ha dicho que él tiene todo el
derecho a hacer parte de la delegación de las FARC en la mesa de
conversaciones y el Consejo Superior de la Judicatura ofreció la
tecnología y la logística para que eso sea posible. El gobierno de los
Estados Unidos haría un gran aporte a la reconciliación de la familia
colombiana, facilitando la participación de Simón, de cuerpo presente en
esta mesa.
Finalmente
queremos expresar nuestra eterna gratitud a los gobiernos y pueblos de
Noruega, Cuba, Venezuela y Chile, que desplegaron sus esfuerzos
mancomunados desde Escandinavia, desde el Caribe, desde la cuna de Simón
Bolívar y desde el indómito Arauco de Neruda y Allende, para que el
mundo pueda contemplar el prodigio de la nueva aurora boreal de la paz.
También resaltamos la contribución del CICR como garante del traslado de
voceros de las FARC desde agrestes regiones colombianas bajo el fuego.
Rendimos homenaje a nuestros caídos, a nuestros prisioneros de guerra, a nuestros lisiados, a la abnegación de las Milicias Bolivarianas, al Partido Comunista Clandestino y al Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, y junto a ellos al pueblo fiel que nutre y acompaña nuestra lucha.
Sin aún
comenzar la discusión, no coloquemos como espada de Damocles, a pender
amenazas sobre la existencia de esta mesa. Sometamos las razones de cada
una de las partes contendientes al veredicto de la nación, a la
veeduría ciudadana. No permitamos que los manipuladores de opinión,
desvíen el rumbo de esta causa necesaria que es la reconciliación y la
paz de los colombianos en condiciones de justicia y dignidad. La gran
prensa no puede seguir actuando como juez inicuo frente al conflicto,
porque como decía Cicerón, “un juez inicuo es peor que un verdugo”.
De los esfuerzos de todos y de la solidaridad del mundo, depende el
destino de Colombia. Que la oración por la paz de Jorge Eliécer Gaitán
ilumine nuestro camino:“Bienaventurados los que entienden que las
palabras de concordia y de paz no deben servir para ocultar sentimientos
de rencor
y exterminio. ¡Malaventurados los que en el gobierno ocultan tras la
bondad de las palabras la impiedad para los hombres del pueblo, porque
ellos serán señalados con el dedo de la ignominia en las páginas de la
historia!”.
Damos la
bienvenida a este nuevo emprendimiento por la paz con justicia social.
Todos, por la solución incruenta del conflicto colombiano.
¡Viva Colombia/ Viva Manuel Marulanda Vélez/ Viva la paz!
Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP
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Agencia de Noticias Nueva Colombia, ANNCOL
Web: www.anncol.eu, Redacción: editar@anncol.eu
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