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Extraído de Argenpres. Por Nuria Barbosa León
Mi
madre, cubana de 72 años de edad, padece de una obstrucción en las
arterias coronarias, asociada a una diabetes con dependencia de la
insulina y malos hábitos alimentarios durante parte de su vida,
actualmente convalece de una cirugía revascularizadora a corazón abierto.
* Nuria Barbosa León es periodista de Granma Internacional y Radio Habana Cuba.
Previamente
le fueron indicados varios tratamientos con medicamentos y
coronariografías en las cuales se colocó cinco endoprótesis vasculares
(stent coronarios) conocidas popularmente como muelles.
En
varios años no sufrió malestares, pero hace unos días presentó un dolor
agudo localizado en el pecho (angina). De inmediato la hospitalizaron
para controlar la diagnosis y hacer una nueva exploración, se perseguía
visualizar el estado actual de las arterias de su corazón. Tras este
proceder, el equipo médico determinó practicarle una cirugía mayor
porque su padecimiento le obstruyó uno de los troncos principales que
irrigan el corazón.
En
la preparación para la cirugía la internaron durante unos 20 días, se
le midieron sus parámetros vitales con electrocardiogramas, rayos X de
tórax, análisis clínicos, microbiológicos y bioquímicos,
ecocardiogramas, ultrasonografía con técnica doopler para visualizar
flujo sanguíneo de arterias del cuello y los miembros inferiores y
superiores, además de ultrasonido abdominal y atención en consultas
especializadas de angiología, estomatología y anestesiología.
La
técnica consiste en reparar el flujo arterial de los vasos cardiacos a
partir de la creación de puentes vasculares restableciendo el flujo
circulatorio en el órgano vital. Se toman tejidos vasculares de sus
extremidades inferiores o superiores. Una vez operada requiere de
cuidados intensivos por tiempo indeterminado y otra estancia
postoperatoria con internamiento de aproximadamente 20 días.
Lo
curioso es que mi madre no es la única, la sala del piso 16B del
Hospital Hermanos Ameijeiras, en La Habana beneficia a 22 pacientes en
situaciones similares y una docena de ellos están siendo valorados para
cirugías, pero si multiplicamos que cada en cada jornada laboral se
intervienen quirúrgicamente de dos a tres enfermos, la cifra redondea
los 80 casos al mes, siendo centenares los operados en el año. Asombra
aún más, porque el proceder se realiza en diferentes hospitales del
país.
Si
la multiplicación la hacemos a lápiz, debemos agregar que cada caso
recibe una hospitalización de aproximadamente un mes, con alimentación
para el paciente y el acompañante, avituallamiento de ropa de cama y
pijamas, televisión, servicio de enfermería, electricidad, agua y
limpieza por 24 horas. Entonces, la cifra no cabe en una línea.
Cabe
destacar que a los pacientes no se les pregunta filiación política,
estatus social, procedencia, raza, religión o vínculo laboral. En
ocasiones se solicita una simbólica donación voluntaria de sangre aunque
durante la intervención suelen aplicarse un promedio de seis bolsas de
500 mililitros de glóbulos rojos, con plasma, plaquetas y otros
hemoderivados.
Es
imposible decir el costo de tal cirugía en términos financieros porque
el paciente siente cariño de sus familiares, sonrisas de los
trabajadores, atención esmerada de los médicos y mucha paciencia de los
enfermeros.
Mi madre,
que ama la música de Pablo Milanes, siente el orgullo de decir: “No vivo
en una sociedad perfecta”, por eso, “amo a esta Isla”.
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