Página 12
Han pasado unos días desde la victoria electoral de Chávez en Venezuela y es momento de leer los resultados que muestran el amplio apoyo a la profundización de la propuesta bolivariana de transformación social a favor de las mayorías. El dato, 55,12 por ciento, en democracia, y en referencia a cualquier parte del mundo, es abrumador. Después de 14 años sometiéndose a numerosos procesos de evaluación por parte del pueblo venezolano, Chávez gana con más de 11 puntos al candidato unificado de la derecha. La oferta del Capriles-progresista no logró engañar a nadie. La derecha no pudo convencer a las clases populares a pesar de su mercadeo de promesas maniqueas.
La gran mayoría venezolana supo identificar a Capriles con los suyos, esto es, con los sectores dominantes del país, responsables éstos de la deuda social histórica para con ellos. La ansiada actualización del Consenso de Washington no pudo ser en tierra venezolana; el consenso “al estilo troika” del siglo XXI no será recetado en suelo de esta potencia caribeña. La salida neoliberal llevada a cabo por buena parte de los países centrales no será importada, en este caso y por esta vía, para América latina. El pueblo no quiere más décadas perdidas; prefiere claramente una década ganada soberanamente que está siendo disfrutada por la amplia mayoría de la población en concepto de viviendas, educación, salud, empleo, salario y condiciones de vida mucho más digna.
Pero estas elecciones no se jugaban solamente en Venezuela, sino que medio mundo estaba muy atento a lo que podía pasar en este país que ha tenido un papel relevante en la transición geopolítica a nivel mundial, y más vigorosamente, en el cambio de la correlación de fuerzas progresistas en América latina.
En el año 1998, Chávez ganó las elecciones en pleno auge neoliberal. El triunfo chavista supuso un trascendental punto de inflexión en la reciente historia regional. Las fuerzas progresistas (unas más y otras menos) comenzaron a ganar en Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador y Paraguay. Es por ello que después de tantos años de una América latina más progresista, más soberana, más emancipada que nunca, muchos ojos estaban atentos a lo que podía pasar en Venezuela en esta contienda electoral y lo que supondría en clave regional. El resto del mundo también miraba, y no de reojo, si caía la primera pieza de ese dominó progresista que tanto incomoda a los capitales financieros, a la inversión colonizante y a las transnacionales rentistas. La pieza no cayó; ni siquiera tambaleó. La victoria no fue pírrica por mucha campaña internacional que tuviera y por mucho asesor “clintoniano” que tuviera Capriles.
En estos días de resaca, la derecha nacional venezolana y la transnacional continúan sumidas bajo la enfermedad de no saber perder en democracia. Los editoriales no hablan de fraude porque no saben cómo demostrarlo, dedicándose entonces a dudar de los resultados buscando cualquier subterfugio paranormal. La derecha mediática, como siempre, más a la derecha que la partidaria.
Al otro lado está la América latina progresista que se siente satisfecha por haber superado este primer importante envite de corte supranacional. Cristina y Dilma ganaron no hace mucho. Ahora gana Chávez. En los próximos meses la partida se juega en Ecuador, donde todas las encuestas dan como gran ganador al proyecto redistributivo más favorable para las mayorías, el de Correa. En abril de 2013 será el momento de que Paraguay vuelva a la democracia poniendo como presidente a su candidato progresista (Mario Ferreiro). Desde la mitad de año próximo, Centroamérica (El Salvador y Honduras) también decidirá su futuro como otra gran prueba, si acaba independizándose del norte para ser mucho más latinoamericana. El nuevo neoliberalismo, en la región, no encuentra su nuevo topo, que permita tumbar la consolidada alianza progresista. Chile y Colombia son las excepciones, pero veremos cuánto duran. Las elecciones de Venezuela eran la gran oportunidad neoliberal, pero han vuelto a perder. En América latina, los neoliberales van camino a sus décadas perdidas, lo cual sería una gran victoria para la mayoría de los pueblos.
* Doctor en Economía, coordinador para América latina Fundación CEPS.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-205822-2012-10-18.html
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