http://www.resistenciahonduras.net/index.php?option=com_content&view=article&id=4997:pobreza-la-nueva-industria-del-crecimiento-en-estados-unidos&catid=136:imperialismo&Itemid=440
The Huffington Post
Las
tendencias recientes de los índices de pobreza en EE UU deberían tener
al país furioso con sus dirigentes. Cuando, el próximo mes, obtengamos
los datos de 2011, seguramente volveremos a ver otra subida de esas
cifras, un comportamiento que representa un vuelco respecto a casi 50
años de progreso económico. El porcentaje de personas que viven en la
pobreza extrema, con rentas que no alcanzan ni la mitad del umbral de
pobreza, volverá probablemente a ser el más alto desde que se registran
estos datos.
Empeora
aún más la situación el hecho de que muchos de esos pobres son niños.
En 2010, el 27% de todos los niños de Estados Unidos vivían bajo el
umbral de pobreza. En el caso de los niños afroamericanos, la cifra se
aproximaba al 40%.
Muchos echarán la culpa a la reforma de la ley de asistencia social que
se aprobó en 1996 con apoyo de los dos partidos. Es razonable. Fue un
proyecto que incluyó mucho hablar para la galería y eliminó las
garantías que habrían podido proteger a millones de familias en una
crisis tan grave como la que ahora vivimos.
Los
defensores de la reforma que ahora se muestran sorprendidos por las
consecuencias deberían dedicarse a otro trabajo. En su momento hubo
muchos que advirtieron de que la falta de garantías federales podía
generar serias penalidades en un momento de crisis económica. Nadie
tiene derecho a extrañarse ahora. El aumento de los índices de pobreza
en una situación como la actual era un resultado previsible de la ley y,
de hecho, se predijo.
Sin
embargo, la historia tiene otro aspecto, el estado general de la
economía, que es la causa fundamental del aumento del índice de pobreza.
La inmensa mayoría de la población estadounidense obtiene la mayor
parte de sus ingresos de su trabajo, y eso incluiría a las decenas de
millones de personas que viven en la pobreza si tuvieran acceso a un
puesto de trabajo. En la economía actual, esas personas no pueden
encontrar empleo, o por lo menos no pueden encontrar un puesto de
jornada completa que les ofrezca nada remotamente parecido a un salario
para poder vivir.
El
motivo por el que muchas de esas personas no pueden encontrar empleo es
la pésima gestión económica de personas que se llaman nada menos que
Robert Rubin, Alan Greenspan y Ben Bernanke. Estos pensaron que las
burbujas que habían impulsado la economía en las dos últimas décadas, la
burbuja de la bolsa en los años ochenta y la de la vivienda en el
último decenio, estaban muy bien. Por alguna razón, pensaron o que las
burbujas no iban a estallar o que sería fácil arreglar las cosas cuando
estallaran. En el caso de Robert Rubin, se benefició personalmente -con
unos beneficios de más de 100 millones de dólares- de la burbuja
inmobiliaria después de dejar su cargo de secretario del Tesoro para
convertirse en directivo de Citigroup.
Sin
negar la importancia de tener sólidas redes de protección para
garantizar que las personas puedan sobrevivir a los periodos difíciles,
todavía más importante es tener una economía fuerte que sea capaz de
generar empleo bien remunerado. Por desgracia, en la agenda política
actual no se vislumbra nada que vaya a permitir esa recuperación del
pleno empleo a corto plazo.
Los
dos candidatos presidenciales aseguran que se comprometen a reducir el
déficit como si hubiera un proceso mágico que hace que las empresas
empiecen a contratar trabajadores, cuando ven que las escuelas están
despidiendo a profesores y los contratistas de defensa están despidiendo
a empleados de sus fábricas. En 1996 no hubo más que unos cuantos
políticos que tuvieron la valentía de alzarse y decir que la reforma de
la asistencia social iba a poner en peligro la seguridad de millones de
familias, y ahora hay muy pocos que estén dispuestos a levantarse y
decir que necesitamos más inversiones públicas para crear empleo y
reconstruir la economía.
La
realidad es que el estallido de la burbuja inmobiliaria creó un enorme
vacío de la demanda en la economía. A corto plazo, ese vacío solo puede
llenarlo el Gobierno, nos guste o no. Hasta que consigamos que la
economía se recupere y empiece a crear los millones de puestos de
trabajo que se necesitan, las cifras de la pobreza seguirán siendo
horribles. Por eso, la vía principal para remediar la pobreza pasa por
arreglar la economía.
Dean Baker es un macroeconomista estadounidense y cofundador del Center for Economic and Policy Research.
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