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En 1983, Bill Bain le pidió a Mitt Romney lanzar
Bain Capital, una firma privada de equidad (private equity firm), o fondo que
invierte en empresas privadas que no cotizan en la bolsa. Bain Capital fue derivado
de la exitosa firma de consultoría Bain & Company. Después de una
reticencia inicial, Romney aceptó. Pero la nueva responsabildiad vino con una
condicion: Romney no podía recaudar dinero de ninguno de los clientes actuales
de la compañía, dijo Bain, porque si la nueva empresa de capital privado
fracasaba, él no quería que arrastrara consigo la consultoría.
Cuando Romney halló difícil obtener fondos de otras
fuentes tradicionales, él y sus socios comenzaron a considerar ideas originales
y diferentes. Harry Strachan, un ejecutivo de Bain, sugirió a Romney que se
encontrase con un grupo de oligarcas centroamericanos que se hallaban a la
búsqueda de nuevos vehículos de inversión a causa del crecimiento de la
agitación política en su región.
A Romney le preocupaba que los
oligarcas pudiesen estar ligados con "dinero ilegal de las drogas,
escuadrones de la muerte de la derecha, o terrorismo de izquierda", dijo
Strachan a un reportero del Boston
Globe, tal como se lo cita en el libro de
2012 "El verdadero Romney". Sin embargo, ansioso por acumular
capitales de inversión, Romney hizo a un lado sus preocupaciones y voló a
mediados de 1984 a Miami, para encontrarse con los salvadoreños en un banco
local.
El viaje fue lucrativo. Los
centroamericanos proporcionaron unos nueve millones de dólares, 40 por ciento
del capital externo inicial de Bain Capital, dijo recientemente elLos Angeles
Times. Y los miembros del grupo se convirtieron en sus
apreciados clientes.
"Con el correr de los años, estos amigos
latinoamericanos invirtieron lealmente en fondos exitosos, participaron
activamente en las reuniones de inversores de mayo de Bain Capital y todavía
siguen estando entre los principales grupos de inversionistas de Bain
Capital", escribió Strachan en su autobiografía en 2008. Strachan se negó
a conceder una entrevista para comentar esta historia.
Cuando Romney lanzó una nueva empresa que también
requería financiamiento - su primera campaña presidencial - volvió a Miami.
"Debo mucho a estadounidenses de
ascendencia latinoamericana", dijo Romney durante una cena en Miami
en 2007. Cuando recién comenzaba a construir mi empresa,
viajé a Miami para hallar socios que pudiesen creer en mí y que financiasen mi
empresa. Mis socios fueron Ricardo Poma, Miguel Dueñas, Pancho Soler, Frank
Kardonski y Diego Ribadeneira".
Romney también podía haber agradecido
a inversores de dos ricos y poderosos clanes adicionales de Centroamérica: las
familias De Sola y Salaverría, las que, según el Los Angeles Times y el Boston Globe, fueron inversores fundadores en Bain Capital.
Mientras buscaban inversiones en Estados Unidos,
miembros de algunas de estas prominentes familias, incluyendo a los Salaverría,
Poma, De Sola y Dueñas, financiaban de manera directa o mediante partidos
políticos, los escuadrones de la muerte en El Salvador. Las clases dominantes
utilizaron a los escuadrones de la muerte para derrotar a las guerrillas de
izquierda y a los reformistas durante la guerra civil en El Salvador.
Los escuadrones de la muerte
cometieron tantas atrocidades para un país tan pequeño, que provocaron la
condena internacional. En total, entre 1979 y 1992, alrededor de 75,000
personas murieron en el transcurso de la guerra civil en El Salvador, de
acuerdo con Naciones Unidas. En 1982, dos años antes del inicio de la
recaudación de capitales de los oligarcas por parte de Romney, la comisión de
Derechos Humanos de El Salvador informó, que de los hasta entonces 35,000 civiles muertos "la
mayoría" había caído a manos de los escuadrones de la muerte.
Un informe de una comisión de la
verdad de Naciones Unidas concluyó en 1993 que 85 por ciento de los actos de
violencia habían sido perpetrados por la derecha, mientras que el Frente
Farabundo Martí para la Liberación Nacional, apoyado por el gobierno cubano, era el responsable de cinco por ciento.
Cuando The Huffington Post preguntó a la campaña de Romney sobre la recepción
por parte de Bain Capital de fondos provenientes de familias ligadas a los
escuadrones de la muerte, una portavoz envió un artículo aparecido en el Salt Lake Tribune para explicar la posición de la campaña al
respecto, y se negó a formular comentarios adicionales.
"Romney confirma que Bain tuvo
inversores en El Salvador. Pero, al igual que se hacía con cualquier inversor
importante, verificaron a las familias de la manera más diligente
posible", escribió el Tribune. "No descubrieron ningún vínculo que las
uniese con las drogas u otra actividad criminal".
Pero nadie que poseyese la más mínima comprensión
de la historia de la región pudo creer esa afirmación.
Ya en 1984, los medios habían
revelado los vínculos entre los escuadrones de la muerte y la oligarquía
salvadoreña, incluyendo a familias que invertían con Romney. El embajador
residente de Estados Unidos en El Salvador afirmó que varias familias,
incluyendo al menos una que había invertido con Bain, vivían en Miami y
financiaban directamente a los escuadrones de la muerte. Y en 1981, la élite
salvadoreña, que en su mayoría se había restablecido en Miami, se alarmó tanto
por la percepción del público de que estaba financiando a los escuadrones de la
muerte que acudió a los medios para presentar su versión. Las dos personas
designadas para representar a los oligarcas provenían de familias que tres años
después invertirían en Bain – los De Sola y
los Salaverría.
Un examen, aunque fuese superficial, de su
historial, hubiera revelado los nexos.
La relación entre las familias
involucradas en el financiamiento de Bain y quienes financiaban a los
escuadrones de la muerte fue establecida por el Boston Globe en 1994 y por el Salt Lake Tribune en 1999. Y en el curso del presente ciclo
electoral, el sitio de internet Salon fue el primero en mencionarlo, en el mes
de enero, mientras que el Los
Angeles Times lo hizo en julio.
La familia Salaverría, cuya fortuna proviene de la producción algodonera y cafetalera, tiene estrechas relaciones con la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), el partido político fundado por el líder de los escuadrones de la muerte Roberto D’Aubuisson en el otoño de 1981. El año anterior, el gobierno salvadoreño había propiciado la reforma agraria y nacionalizado el comercio del café. La clase dominante, cuyo poder financiero y político se basaba en gran parte en el cultivo del café, lo sintió como una amenaza. ARENA controló y dirigió a los escuadrones de la muerte durante sus primeros años.
La familia Salaverría, cuya fortuna proviene de la producción algodonera y cafetalera, tiene estrechas relaciones con la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), el partido político fundado por el líder de los escuadrones de la muerte Roberto D’Aubuisson en el otoño de 1981. El año anterior, el gobierno salvadoreño había propiciado la reforma agraria y nacionalizado el comercio del café. La clase dominante, cuyo poder financiero y político se basaba en gran parte en el cultivo del café, lo sintió como una amenaza. ARENA controló y dirigió a los escuadrones de la muerte durante sus primeros años.
El 24 de marzo de 1980, Oscar Romer,
arzobispo de San Salvador y un defensor de los pobres, estaba celebrando la
Eucaristía en la capilla de un pequeño hospital cuando fue
asesinado por órdenes de D’Aubuisson, tal como lo reconoció
posteriormente una de las personas implicadas en el homicidio.
El día anterior, el inmensamente popular Romero
exhortó a los soldados de su país a que desobedecieran las órdenes del gobierno
de atacar a compatriotas. “Antes de que se de otra orden de matar”, dijo en su
última homilía, “debe prevalecer la ley de Dios: no matarás”.
En 1984, el exembajador estadounidense en El
Salvador Robert White nombró a los hermanos Julio y Juan Ricardo Salaverría
como dos de los seis exiliados salvadoreños en Miami que directamente
financiaban a los escuadrones de la muerte. El grupo pasó a ser conocido como
“los Seis de Miami”, y cuando White presentó su testimonio ante el Congreso,
dijo que una fuente cercana a ese grupo había informado a la embajada en El Salvador
de las actividades del grupo en enero de 1981.
White debió dejar su puesto con el
advenimiento de la nueva administración de Ronald Reagan en 1981; sus miembros
consideraban que él no apoyaba suficientemente a la clase dominante salvadoreña
(D’Aubuisson había apoyado a Ronald Reagan en
1984). Recientemente y en entrevista telefónica, White repitió sus acusaciones
contra los hermanos Salaverría, pero dijo que no podía dar a conocer la
identidad de su fuente.
“Los Salaverría eran conocidos
partidarios de D’Aubuisson”, dijo White a The Huffington Post. Ellos contribuían grandes sumas de dinero…
apoyaban decididamente a D’Aubuisson y la solución extremista, incluyendo a los
escuadrones de la muerte”.
Alfonso Salaverría era un estrecho colaborador de
Orlando De Sola, un dirigente de los escuadrones de la muerte. Ambos apoyaban a
D’Aubuisson.
Además, la familia Salaverría
resistió con violencia los esfuerzos de reforma agraria. Cuando el gobierno
salvadoreño decretó la expropiación de 140 de los mayores latifundios del país
en marzo de 1980, Raúl Salaverría, de 73 años, fue el único latifundista en
oponerse activamente, como reportó en aquellos días el Washington Post.
El intercambio de fuego entre las fuerzas del gobierno y la gente de Salaverría
dio como saldo a dos heridos. En el predio se confiscaron posteriormente 1,500
armas de fuego.
Ocho años más tarde, trabajadores de una
cooperativa de la reforma agraria cuyas tierras habían pertenecido a los
Salaverría se salvaron de un intento de asesinato. “Miembros de la cooperativa
sospechan que los antiguos dueños, la familia Salaverría, está detrás de la
violencia”, dijo un informe de 1988 de la organización Human Rights Watch. La
familia negó toda participación en los hechos.
También Francisco De Sola y su primo
Herbert Arturo De Sola invirtieron en los comienzos de Bain, según el Los Angeles Times.
Dos miembros adicionales de la familia De Sola fueron “socios limitados”, de
acuerdo con el Boston Globe,
pero la campaña de Romney se negó a suministrar a The
Huffington Post sus nombres. La familia De Sola fue uno de los más
poderosos productores de café del país e importantes contribuyentes al partido
ARENA.
El hermano de Herbert fue Orlando De Sola, quien se
opuso a las negociaciones de paz hacia el final de la guerra civil. La campaña
de Romney reconoce la existencia de nexos entre Orlando De Sola y los
escuadrones de la muerte, pero insiste en que éste no representa a los
inversores de la familia De Sola.
En 1999, Romney afirmó ante Tribune que
los antecedentes de las familias habían sido verificados; pero en 1994 dijo al Boston Globe que
la verificación incluyó sola y específicamente a los inversores: “Investigamos
la integridad individual y buscamos cualquier signo obvio de actividad ilegal y
problemas con los antecedentes y no encontramos nada. No investigamos ni a sus
cuñados ni a sus parientes”. Rechazando toda asociación con Orlando, Strachan,
a quien Romney había encargado las verificaciones, dijo aquel mismo año al Globe que
aquél era “la oveja negra de la familia… lo echaron de los negocios
familiares”.
Sin embargo, existen evidencias de
que Orlando era cualquier cosa, menos una oveja negra. En cambio, fue una de
las figuras líderes en la élite salvadoreña en Miami,
donde se expresaba en nombre de la Fundación para la Libertad, que organizó una
conferencia de prensa en Estados Unidos para D’Aubuisson, entre otras
actividades de relaciones públicas al servicio de los oligarcas y de ARENA.
Una historia publicada por Associated Press en
abril de 1981 menciona a Orlando De Sola y Alfonso Salaverría
como portavoces de los oligarcas en el exilio. La historia hace hincapié en las
acusaciones de White relativas al financiamiento de los escuadrones de la
muerte, demostrando que ya en aquel entonces las acusaciones eran conocidas.
Pero los vínculos son aún más profundos. En 1990, Orlando De Sola, junto con D’Aubuisson y el inversor fundador de Bain Francisco De Sola, asesinaron a dos activistas de izquierda en Guatemala, según un informe del gobierno de aquel país. que citaba fuentes de inteligencia. Los activistas asesinados habían mantenido poco antes una reunión con el entonces senador Chris Dodd, demócrata de Connecticut, quien trataba de mediar por un acuerdo de paz en El Salvador.
Pero los vínculos son aún más profundos. En 1990, Orlando De Sola, junto con D’Aubuisson y el inversor fundador de Bain Francisco De Sola, asesinaron a dos activistas de izquierda en Guatemala, según un informe del gobierno de aquel país. que citaba fuentes de inteligencia. Los activistas asesinados habían mantenido poco antes una reunión con el entonces senador Chris Dodd, demócrata de Connecticut, quien trataba de mediar por un acuerdo de paz en El Salvador.
Francisco De Sola reclamó ante el
embajador estadounidense que
él y su primo Orlando eran inocentes. La Comisión Interamericana de Derechos
Humanos investigó la matanza y llegó a la conclusión de que elementos de la
derecha salvadoreña eran los más probables asesinos, pero agregó que no podía
confirmar la culpabilidad de los De Sola ni de D’Aubuisson. Declaró que la
investigación era incompleta y demandó otra, más profunda. Ninguno de los tres
fue acusado.
Hoy, Francisco De Sola es el
presidente de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social
(Fusades). Su asistente, Ada Chang, dijo que él se hallaba de viaje y no podía
comentar, pero confirmó ante The Huffington Post que
había sido acusado del asesinato de los dos izquierdistas en 1990. Si cometió o
no los crímenes, el hecho de que la inteligencia guatemalteca lo asociara con
Orlando De Sola y con D’Aubuisson y que lo localizara en Guatemala junto a
ellos, lleva a dudar las afirmaciones de Strachan de que De Sola era meramente
“la oveja negra” que había sido expulsada de los negocios familiares.
Orlando De Sola, quien actualmente
cumple en prisión una condena por fraude, dijo al Los
Angeles Times que él, personalmente, no se había beneficiado de
las inversiones de Bain. “Diría que su relación con Bain Capital fue una manera
de diversificarse en inversiones extranjeras”, dijo sobre su familia.
Ricardo Poma fue el primer inversor al que Romney
agradeció cuando viajó a Miami en 2007. Este jefe del Grupo Poma se convirtió
en uno de los tres miembros del comité de inversiones de Bain Capital, de
acuerdo con el libro de Strachan. La familia Poma apoyó financieramente al
partido ARENA de D’Aubuisson.
La familia Regalado-Dueñas, al igual que otros de
los principales clanes salvadoreños, debe gran parte de su riqueza y poder
político a la industria del café. Conjuntamente con la familia Alvarez, sus
miembros ayudaron a fundar el Banco Comercial, uno de los más grandes de El
Salvador.
Ambas familias – Regalado-Dueñas y
Alvarez – fueron importantes partidarios de ARENA. Uno de sus miembros, Arturo
Dueñas, “suministró regularmente” al jefe de una “unidad paramilitar” afiliada
a ARENA, “una variedad de documentos oficiales salvadoreños”, de acuerdo con un documento editado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de
1984, que utiliza ese eufemismo - unidad paramilitar - para designar a un
escuadrón de la muerte (los documentos salvadoreños gubernamentales fueron
utilizados por los escuadrones para preparar listas de quienes asesinarían).
Ni Miguel Dueñas ni Ricardo Poma respondieron a los
pedidos de comentar estos datos. Los hermanos Salaverría ya han fallecido,
según el embajador White.
Jeffery Paige, autor de “Coffee and Power:
Revolution and the Rise of Democracy in Central America” y profesor en la
Universidad de Michigan, estudió la economía política de las oligarquías
centroamericanas. Dice que la afirmación de Romney de que había verificado los
antecedentes de las familias y que estaba satisfecho con éstos lo deja
confundido.
“Esta gente se beneficiaba de uno de
los sistemas agrícolas más explotadores y represivos de América Latina. Esa es
la razón por la que sobrevino una revolución”, dijo Paige. “Ese dinero, al
parecer no les preocupaba mucho de donde vino y qué hizo esa gente para
obtenerlo”.
Durante la década de los 80, Sergio Bendixen, quien actualmente prepara encuestas de opinión pública para el Presidente Barack Obama, estuvo en El Salvador por un tiempo haciendo sondeos para Univisión. Dijo que encontró a D’Aubuisson en muchas ocasiones, y que le pareció la persona más cálida, encantadora y carismática que conoció en su vida. Pero agregó que D’Aubuisson había sido muy franco respecto a lo que consideraba el uso justificado de los escuadrones de la muerte.
Durante la década de los 80, Sergio Bendixen, quien actualmente prepara encuestas de opinión pública para el Presidente Barack Obama, estuvo en El Salvador por un tiempo haciendo sondeos para Univisión. Dijo que encontró a D’Aubuisson en muchas ocasiones, y que le pareció la persona más cálida, encantadora y carismática que conoció en su vida. Pero agregó que D’Aubuisson había sido muy franco respecto a lo que consideraba el uso justificado de los escuadrones de la muerte.
“Había de 10 a 30 cadáveres en las calles, cada
mañana”, recordó Bendixen. “D’Aubuisson dijo que era necesario. El mensaje que
había que enviar era que si estás asociado con los comunistas o los
socialistas, te van a matar. Dijo que era una manera de reducir la violencia,
porque otros iban a ver las consecuencias de sus hechos”.
Bendixen sugirió que incluso una
mirada superficial hubiese demostrado a Romney lo que hacían esas familias. “Si
alguien intenta decirte que había una línea divisoria, una muralla china, entre
ARENA y los escuadrones de la muerte, eso no era así”.
Ahora, cuando Romney busca el apoyo de la comunidad latina en su campaña presidencial, su grado de conocimiento sobre la no tan sutil separación entre Bain y los escuadrones de la muerte de El Salvador podría convertirse en un tema de interés.
Ahora, cuando Romney busca el apoyo de la comunidad latina en su campaña presidencial, su grado de conocimiento sobre la no tan sutil separación entre Bain y los escuadrones de la muerte de El Salvador podría convertirse en un tema de interés.
“Bajo el gobierno de Ronald Reagan, Estados Unidos
envió miles de millones de dólares a un régimen asesino, que utilizó esa ayuda
para financiar las fuerzas armadas y los escuadrones de la muerte, con el fin
de conservar los privilegios injustos de la oligarquía salvadoreña”, dijo
Arturo J. Viscarra, un abogado de inmigración que, al igual que muchos
salvadoreños, emigró a Estados Unidos para huir de la guerra civil. Dijo que su
familia dejó el país en 1980, después de que su padre recibió amenazas de
muerte.
“Es morbosamente divertido darse cuenta ahora que
una persona que podría convertirse en el presidente de Estados Unidos debe
parte de su éxito a la desigualdad increíble que EE.UU. ayudó a preservar en El
Salvador; es irónico”, dijo Viscarra.
La participación de EE.UU. en el derramamiento de
sangre es hoy considerada un manchón en la historia de la nación. Cuando el Presidente
Obama visitó Centroamérica en marzo de 2011, hizo una simbólica visita a la
tumba de Monseñor Romero, donde le rindió homenaje.
Pero Romney no ha mostrado remordimientos por haber
reclutado a tales inversores, aunque el concepto de culpabilidad le es
familiar. Cuando regresó a Miami en 2007, condenó a aquellos que financiaron la
tortura y otros abusos de los derechos humanos durante la guerra civil
salvadoreña: a excepción de aquellos con quienes él mismo estaba conectado.
“Estos amigos no solamente me ayudaron, sino que me
enseñaron”, dijo Romney. “El hermano de Ricardo fue torturado y asesinado por
los rebeldes terroristas en El Salvador. El mismo Miguel fue encadenado al
suelo en Guatemala y torturado durante semanas. Y sus torturadores fueron financiados
por Fidel Castro. Aprendí de estos amigos sobre el costo humano de que Castro
tenga dinero”.
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