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por Fulgence Zamblé / Semanario Alternativas
Sábado, 04 de Agosto de 2012 03:46
Abiyán. Nueve mujeres en la norteña ciudad marfileña de Katiola
fueron condenadas por practicar el rito de la mutilación genital en
mujeres. Es la primera vez que se aplica una ley de 1998 contra esta
tradición.
Abiyán. Nueve mujeres en la norteña
ciudad marfileña de Katiola fueron condenadas por practicar el rito de
la mutilación genital en mujeres. Es la primera vez que se aplica una
ley de 1998 contra esta tradición.
Las mujeres fueron halladas culpables de
mutilar los genitales de niñas de entre 10 y 15 años en febrero, y
fueron sentenciadas a un año de prisión y a pagar una multa equivalente a
100 dólares.
"Hemos esperado mucho tiempo un impulso
en la lucha contra este flagelo", dijo Rachel Gogoua, directora de la no
gubernamental Organización Nacional para la Infancia, las Mujeres y la
Familia, con sede en Abiyán.
"El tiempo de crear conciencia ha terminado. Ahora necesitamos castigar a los perpetradores", añadió.
El tribunal de Katiola emitió las
sentencias el 18 de este mes, pero considerando la edad de las mujeres
(de entre 46 y 91 años) las eximió de cumplirlas en prisión.
Gogoua dijo a IPS que las mujeres
condenadas debían cumplir al menos un tiempo simbólico en prisión para
enviar un mensaje a otros que todavía practican la mutilación en
diversas partes del país.
"La ley que prohíbe esas prácticas fue
aprobada en 1998, y hemos realizado una extensa campaña de educación
pública al respecto. Al final, tenemos que darnos cuenta de que estas
mujeres nos están tomando el pelo. Están muy al tanto de la ley, pero la
desafían bajo el pretexto de que es una tradición", dijo Gogoua.
A pesar de la ley de 1998, la mutilación
genital femenina sigue siendo una práctica generalizada en Costa de
Marfil, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Esa agencia estima que 36 por ciento de
las mujeres marfileñas han sido sometidas a la mal llamada "circuncisión
femenina", lo que convierte a este país uno de los más afectados de
África.
La práctica consiste en la remoción
completa o parcial de los genitales externos femeninos, según la
Organización de las Naciones Unidas.
Es más común en las zonas norte y
noroeste del país, donde casi 88 por ciento de las mujeres han sido
mutiladas, y en el oeste, donde la prevalencia es de 73 por ciento,
según Unicef.
Massandjé Timité, de 33 años, es originaria de Marandallah, en el norte.
"Todavía siento dolor de la ablación, 15
años después", dijo a IPS. "Fue un trauma terrible. Las heridas curan
muy lento, y cada día que pasaba me sentía peor", contó.
Timité dijo que invocar la tradición es
un argumento débil. "Cuando la escisión se hace mal, como fue mi caso,
nadie viene a ayudarte. ¿Dice la tradición que una mujer debe perder
exactamente lo que le permite dar vida?", dijo.
A pesar de numerosas campañas de toma de conciencia, la mutilación se sigue practicando.
"Entre nosotros, los wobé (grupo étnico
en el oeste), es vergonzoso que una mujer sea llamada ‘zoegbe’ (no
circuncidada)", explicó Cécile Gnowahou, de 26 años, quien fue sometida a
la ablación cuando tenía 11.
"No tienes derecho a casarte, y por lo
general eres ridiculizada en la aldea. Es una costumbre que existía
antes de nuestros padres y de nuestros abuelos", afirmó.
"La ablación causa mucho más daño del
que una piensa", dijo Gnowahou. "A veces incluso provoca la muerte de la
víctima. Sin embargo, cuando esto ocurre, la situación es resuelta en
forma amigable entre las familias".
La propia experiencia de Gnowahou ilustra el dilema social que representa la mutilación genital que sufren muchas mujeres.
"No solo no me pude casar luego del
prolongado sangrado que sufrí, sino que ahora, como los tiempos han
cambiado, cualquier hombre que sabe de mi condición automáticamente me
rechaza", contó.
Además, expresó su esperanza de que, si se aplica la ley, se reduzca la prevalencia de la mutilación genital.
Con ella coincidió la ministra de
Familia, Mujeres e Infancia, Raymonde Goudou Coffie, quien señaló que la
sentencia en Katiola era solo el comienzo.
La ministra afirmó que la ley será
aplicada con toda severidad contra las prácticas que atentan contra la
dignidad humana, particularmente de las mujeres.
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