Si
alguien espera que el último libro del historiador y periodista español
Mario Amorós, Sombras sobre Isla Negra. La misteriosa muerte de Pablo
Neruda (*) revele la rocambolesca conspiración que pudo acabar con la
vida del poeta Pablo Neruda puede llevarse una decepción. Sin embargo,
quizá la mayor, entre las importantes contribuciones del libro, sea la
exhaustiva y minuciosa reconstrucción de los últimos cuatro días de
Neruda, en la sombría hostilidad de la Clínica Santa María.
Otro
de los méritos del libro consiste en la honestidad intelectual y el
rigor científico del autor, que muestra la trama exactamente en el nivel
de avance del proceso judicial que conduce el magistrado Mario Carroza,
y aporta numerosos documentos y testimonios hasta ahora desconocidos
que pueden contribuir decisivamente a esclarecer la muerte del vate.
Si
en algo cabe agradecer la contribución de Amorós al develamiento de
zonas oscuras de nuestra historia es la minuciosa, inédita y emotiva
reconstrucción de los últimos cuatro días de uno de los mayores poetas
de lengua castellana de todos los tiempos, en la sombría hostilidad de
la Clínica Santa María, enmarcada en la pesadilla de los primeros días
del golpe de Estado de 1973.
A
juzgar por esos testimonios, no se puede inferir que el poeta murió en
soledad, dada la cantidad y calidad de las personas que concurrieron a
acompañarlo, en esos días de extremo peligro, pero no es menos cierto
que su inconmensurable sufrimiento no estuvo por debajo ni de la
intensidad de su vida, ni de la hondura de su compromiso, ni de la
trascendencia de su legado.
Tampoco
es mérito menor que el saldo de esa deuda haya sido emprendido por un
historiador, que no siendo de estas tierras, conoce nuestra historia
como pocos:
“El
libro intenta contribuir a saldar esa deuda, que quedará resuelta una
vez que sepamos cómo murió Pablo Neruda, porque hoy lo desconocemos.
Matilde Urrutia nunca creyó en la causa oficial de la muerte, que consta
en el certificado de defunción: caquexia cancerosa, metástasis
generalizada y cáncer de próstata en estado terminal. Nunca lo creyó y
así lo declaró a la prensa en infinidad de ocasiones: “Pablo no murió de
cáncer”.
El
embajador mexicano nos ha dicho también que en la víspera, por la
mañana, encontró a Neruda en el mismo estado en que lo había hallado a
mediados de agosto en Isla Negra. Chile merece saber si fue asesinado,
como asegura el chofer, o si el inmenso sufrimiento que el golpe le
produjo agravó su estado físico hasta situarlo al borde de la muerte y,
como siempre dijo Matilde, un paro cardíaco le causó la muerte la noche
del 23 de septiembre. Esa deuda permanece pendiente y lo que el libro se
propone es alimentar la necesidad de esa investigación en el terreno
judicial, donde está la clave para averiguar la causa real”.
Víctima de la dictadura
-
De la lectura del libro queda la sensación de que, tal como la muerte
de Allende, Neruda fue, en último término, una víctima de la dictadura…
|
"En el caso de Nerud, no se ha instalado la idea de que fue una víctima del régimen militar". |
“Sí,
pero con una diferencia. De la forma como muere Allende en La Moneda,
da igual que le pegaran un tiro los militares o que, como creo, se
suicidara, tal y como afirman quienes fueron sus médicos y estaban en La
Moneda. El Presidente Allende fue una de las primeras víctimas del
fascismo. Pero en el caso de Neruda no se ha instalado la idea de que
fue una víctima del golpe militar porque hasta ahora no había habido un
trabajo que intentara plantearlo de manera documentada y rigurosa.
En
el caso de Neruda, hay que insistir en que fue una víctima de la
dictadura, porque el golpe de Estado lo sorprendió en Isla Negra,
conoció la noticia por José Miguel Varas y más tarde por las noticias de
Radio Magallanes aquella soleada y primaveral mañana de septiembre y se
derrumbó; dejó de comer y entró en una depresión muy fuerte y eso
Matilde Urrutia lo narró en su libro.
La
noche del 22 de septiembre de 1973, presa del delirio, se desgarró el
pijama a tirones, mientras gritaba “¡los están fusilando! ¡mataron a
Víctor Jara y eso es como matar a un ruiseñor!”, y eso le produjo un
inmenso sufrimiento. Por tanto, esa es la idea que hay que reconocer con
fuerza, porque preguntémonos qué hubiera escrito Neruda desde su exilio
en México, qué hubiera escrito después de Apología del Nixonicidio y el
Canto General, donde dejó por los suelos a Nixon y a González Videla.
¿Cómo hubieran quedado los generales golpistas en sus versos?
Estigmatizados para la eternidad. Así lo dijo, por ejemplo, Radomiro
Tomic el 24 en La Chascona, en el día del velorio. Hoy cualquier lector
del Canto General sabe quién fue Gabriel González Videla…”.
¿Neruda asesinado?
-
Con encomiable rigor intelectual, el historiador nos dice que Neruda
pudo ser asesinado, como también que su muerte pudo obedecer a causas
naturales. Interrogando a la persona ¿fue Neruda asesinado?
“Es
la pregunta que tenemos en el horizonte. En mi libro el relato de
Manuel Araya se tambalea, por ejemplo, por las declaraciones del
embajador de Francia, Pierre De Menthon, quien en su libro (publicado en
1979) aseguró que visitó a Matilde Urrutia el mediodía del 23 de
septiembre y estaba en la clínica, y, según Araya, a esa hora estaban en
Isla Negra...
Curiosamente,
también hay contradicciones en el relato de Matilde Urrutia y una
especialmente potente: localicé en Suecia a un diplomático sueco amigo
de Neruda, Ulf Hjertonsson, quién explicó que visitó a Neruda la tarde
del 22 de septiembre en la clínica. Ese relato es importante, porque en
su libro Matilde contó que a esas horas, hacia las cinco de la tarde, es
cuando habían vuelto de Isla Negra a la clínica y encontraron a Neruda
muy agitado, porque se había enterado de todo. Sin embargo, según el
testimonio de este diplomático sueco, la situación estaba más bien
tranquila en ese momento en la clínica.
Por
este y otros puntos, el testimonio de Matilde también incurrió en
contradicciones. ¿Pudo haber sido asesinado? Creo que sí. ¿Pudo no ser
asesinado? Creo que también.
Efectivamente,
el Poeta entró en estado de coma la noche del 22. Esto es importante,
porque Matilde dijo en varias ocasiones que, después de ese sufrimiento
terrible, Neruda se durmió por una inyección de un tranquilizante que le
puso una enfermera. Matilde aseguró que se durmió plácidamente y, en
una entrevista a Televisión Española en 1976, lo dijo así: tuvo una
muerte bien linda, “pasó del sueño a la muerte”. Sin embargo, Inés
Largo, la esposa de José Miguel Varas, cuya declaración está en el
sumario que instruye Carroza, dice que estuvo en la clínica el mediodía
del 23 de septiembre y que encontró a Neruda sufriendo muchísimo a esa
hora (y añadió que Matilde estaba allí y no en Isla Negra).
Otra
novedad del libro es que encontré una entrevista de 1975 al doctor
Sergio Drapper, el médico de turno ese día en la clínica, publicada en
La Tercera. Es el único documento que dice que, pocas horas antes de
morir, Neruda habría conversado con el médico y le habría dicho “póngame
algún calmante, porque me siento muy mal”. Es decir, según ese relato,
estaba consciente o semi inconsciente, y no como sostiene Matilde
Urrutia, que señaló que estaba en coma y que murió plácidamente.
¿Pudo
ser asesinado? Sí. Recordemos también que el día anterior, a través de
la prensa, se había dado a conocer el Plan Zeta y se exacerbaba el clima
de terror y el odio hacia los comunistas y la izquierda, el odio al
propio Neruda por parte de la derecha. Además, aquella mañana del 23 de
septiembre se había producido el allanamiento a las torres San Borja,
con quema de libros, unos instantes terribles que evocaban la barbarie
del fascismo en la Europa de los años 30.
¿Pudo
no ser asesinado? También. La versión de Matilde Urrutia es que entró
en coma y un paro cardíaco se lo llevó. Eso también es posible. La
respuesta sólo la puede dar la exhumación que pueda decretar el ministro
Mario Carroza en las próximas semanas o meses”.
Cita con el destino
-
Uno de los pasajes más impresionantes del libro remite a la mañana del
sábado 22 de septiembre, cuando el embajador de México fue a la clínica
para recoger a Neruda, quien había aceptado irse a ese país. Sin
embargo, Neruda le pidió demorar la partida hasta el lunes 24 de
septiembre. Si hubiera partido, la historia habría sido distinta. ¿Hay
algún indicio de por qué tomó aquella decisión?
“No,
se desconoce. Hablé con el embajador mexicano, don Gonzalo Martínez
Corbalá, y me contó que el avión estaba listo. El embajador llegó a la
clínica para irse con Pablo y Matilde al aeropuerto. Y Neruda le dijo
que se quería quedar hasta el lunes. El embajador le explicó que ya
estaban cargadas en el avión las pinturas de una exposición que se
llevaba a México y que los asilados estaban preparados. Hay que imaginar
lo que significaba coordinar todo eso en aquellos días. El hecho es que
se quedaron”.
Los últimos días de Neruda
-
Si fuera por el móvil, la muerte de Neruda apunta a la conspiración. Y
si fuera por el lugar, la Clínica Santa María, lo fue también nueve años
más tarde en el asesinato de Eduardo Frei. Pero hay dos elementos que
mueven a la duda. Primero, fue, por así decirlo, el “bando” de Neruda el
que eligió la Clínica Santa María. Después ¿podía un régimen en
instalación ser capaz de una conspiración tan sofisticada?
|
"En
abono de la tesis del asesinato, Pinochet sabía muy bien donde estaba
Neruda. La visa para el viaje a México fue aprobada en cuestión de
horas. |
“En
un libro sobre el asesinato de Frei llamado Magnicidio, del periodista
Benedicto Castillo, se ofrecen pruebas sobre los vínculos tempranos
entre la Clínica Santa María y los aparatos represivos de la dictadura.
La decisión de trasladar a Neruda a la Clínica Santa María la tomaron el
urólogo, Roberto Vargas Salazar, y Matilde. Era una clínica donde el
doctor Vargas Salazar llevaba pacientes como doctor visitante.
Por
el testimonio de las enfermeras, era un médico que iba mucho por ahí y
allí estuvo Neruda, por cuatro días. Hay personas que me han dicho lo
que me acabas de decir. Por ejemplo, el profesor Hernán Loyola me
recordó que los asesinatos de Prat y Letelier se produjeron ya con la
DINA en pleno funcionamiento, pero que organizar eso en aquellos días de
septiembre del 73, como se hizo con Frei en enero de 1982, con el gas
mostaza y todo eso, no era fácil. Ahora bien, en abono de la tesis del
asesinato, Pinochet sabía muy bien dónde estaba Neruda. Y la solicitud
de visa para el viaje a México fue presentada el 20 de septiembre y
aprobada en cuestión de horas”.
- Sombras sobre Isla Negra entrega información invalorable sobre los últimos días de Neruda. ¿Cuáles fueron las fuentes?
“Sobre
todo, la prensa de la época y la documentación del archivo de la
Fundación Pablo Neruda, en particular la correspondencia del Poeta de
1973, así como algunos testimonios y libros esenciales, al igual que el
sumario de la causa abierto en Chile en junio de 2011 tras la querella
presentada por el Partido Comunista. También han sido muy importantes
los testimonios de dos de las tres mujeres que acompañaron a Neruda la
noche de su muerte: Matilde Urrutia y Teresa Hamel. Esta última dio una
excelente entrevista a La Epoca en 1993, que ha sido muy importante.
Ella coincide con Matilde en que fue una noche de pesadilla; incluso, se
llevaron el cadáver de Neruda sin decir nada y lo pusieron en ese
sótano horroroso, frío. Y el tratamiento del personal de la clínica fue
en todo momento espantoso.
Confirmé
con el embajador mexicano cómo lo llamaron la noche del 23, y le
dijeron que Neruda había muerto. Esa misma noche fue a la clínica. Y
cuenta más o menos lo mismo. El libro del embajador francés también es
importante, como también lo fue el testimonio del diplomático sueco y el
libro de Matilde Urrutia. La idea era cruzar de manera rigurosa todas
las fuentes que encontré para armar el relato y no plantear ninguna
tesis que no pudiera demostrar con documentación o fuentes orales
contrastadas.
En
la parte del velorio y el funeral, la materia prima de prensa fue muy
importante para conocer cómo se acogió la muerte de Neruda en el mundo:
literalmente, la humanidad se vistió de luto por el gran poeta. Es
impresionante la cantidad de reacciones y todas coincidieron en la tesis
del libro: el inmenso sufrimiento del vate le llevaron al umbral de la
muerte.
Para
convencer a Neruda de que se fueran a México, temiendo por su
seguridad, Matilde tuvo que relatarle la devastación de La Chascona. Es
cosa de imaginar lo que debe haber sido para Neruda, con su
sensibilidad, saber que aquel lugar tan hermoso, con sus libros, los
cuadros de los amigos, sus cosas tan bellas y queridas, fue destruido
por el fascismo, como lo fue la Casa de las Flores en el Madrid
republicano del otoño de 1936”.
Personajes trascendentales
-
De la lectura del libro fluye casi inevitable la reflexión de cómo un
país tan alejado de los núcleos de decisión pudo haber albergado
simultáneamente a personajes trascendentales como Neruda, Allende, y si
me apuras, Volodia Teitelboim…
-
Bueno, esa lista de nombres se podría ampliar infinitamente: don Lucho
Corvalán, por ejemplo, y como él, tantos otros… Orlando Letelier, el
general Prats (un general admirable), grandes dirigentes obreros como
Víctor Díaz o Luis Figueroa y también, por supuesto, aquel pueblo
chileno maravilloso que hizo posible la Unidad Popular…
- Me refiero a su universalidad. Pocos es este mundo pueden ignorar quién era Neruda, o quién fue Allende…
“Sí,
es parte de la riqueza, del patrimonio que tiene el pueblo de Chile: un
poeta como Neruda, reconocido universalmente como unos de los grandes
de la lengua castellana de todos los tiempos; y Allende, una
personalidad política y un referente para millones de personas en los
cinco continentes…
-
La pregunta apunta a dilucidar las causas de por qué el proceso chileno
pudo prohijar figuras de tanto talento, originalidad y trascendencia…
“Igual
que la República española y que tantos episodios históricos (y he leído
en El Siglo la contraportada dedicada a Ho Chi Minh), para mucha gente
la época de la Unidad Popular siempre va a ser un referente importante
en su vida y en su toma de conciencia. Hace unos días el doctor Óscar
Soto y yo dimos una charla en Madrid para unos treinta muchachos de unos
veinte años sobre la época de Allende y les interesaba mucho, hicieron
infinidad de preguntas. Tuvimos que cortar después de tres horas, porque
si no estábamos hasta las tantas conversando. Esa es una cosa que el
fascismo no puede matar: el interés que alumbra la toma de conciencia”.
Una derrota victoriosa
-
Hoy el gobierno popular de Allende se proyecta no sólo en el proceso de
Venezuela, pero principalmente en él. En consecuencia ¿puede hablarse
de una derrota?
“Esa
pregunta es peligrosa, porque efectivamente ellos ganaron en el caso de
Chile y cambiaron radicalmente el curso de la Historia…”.
-
Pero, si asumimos la historia como un proceso de inacabable fluidez,
hoy tenemos que Allende es un referente mundial, mientras que los restos
de Pinochet deben ocultarse para evitar manifestaciones en contra.
Pero, más allá de eso, Allende inspira a millones de personas en todo el
mundo ¿de qué derrota hablamos?
“Hubo
indudablemente una derrota terrible y dolorosa para el pueblo chileno
(escrita por ejemplo en el Memorial del Cementerio General), pero, como
sugieres, la historia no acaba nunca y yo siempre, como sabes, destaco
el caso de Chile también para este punto. Guardo en casa un archivo de
prensa de los años 70 y 80, pero también de los años 90, cuando la
Concertación estaba en pleno auge, había caído el muro de Berlín y mucha
gente importante en la historia de la izquierda se fue a la
Concertación.
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El
PartidoComunista no arrió las banderas; resistió una situación muy
difícil de exclusión, marginación, desprecio y soberbia. Pero esa
persistencia en los valores da sus frutos... |
Pero
el Partido Comunista de Chile no arrió las banderas; resistió una
situación muy difícil, la exclusión, la marginación, el desprecio, la
soberbia... Pero esa persistencia en los valores, ese compromiso ya de
100 años da sus frutos. Hoy, por ejemplo, la compañera Camila Vallejo es
ya una personalidad mundial o Camilo Ballesteros, a sus 24 años, espero
que conquiste la alcaldía de Estación Central y, para escándalo de los
bienpensantes, son comunistas y lo son con orgullo. Y eso es una semilla
para el futuro, porque a la gente joven le llega que una muchacha como
Camila sea comunista, porque es como ellos, con su pearcing, con su
alegría juvenil y su desenfado, con su inteligencia y su conmovedora
claridad política.
-
Un elemento de la historia que nunca deja de llamarme la atención es la
impunidad de Agustín Edwards y El Mercurio, a pesar de la evidencia de
su participación en la gran conspiración, en grado de guaripola mayor.
Incluso, en el rescate de la quiebra de El Mercurio aparece participando
en la triangulación de dineros la CFI, el brazo financiero del FMI, y
ahí puede estar parte de la respuesta. Pero lo más asombroso es que El
Mercurio todavía es considerado, por algunos sectores, como “prensa
seria”. ¿A qué se puede atribuir tamaña distorsión?
“El
único sector que tiene pendiente pedir perdón, o un cierto mea culpa,
porque esta gente nunca va a reconocer lo que debieran, es la derecha y
los dos principales conglomerados comunicacionales del país, porque hay
que reconocer que el general Cheyre, cuando era comandante en jefe del
ejército, hizo algunos gestos que implicaron un cierto reconocimiento de
responsabilidades, no absoluto, pero reconocimiento en parte de lo que
pasó.
El
que era presidente de la SOFOFA en 1973, Orlando Sáenz, tempranamente
en los años 80 declaró que había sido un error todo lo que hicieron y
que se arrepentía de su responsabilidad en el quiebre de la democracia.
Hay sectores de la “gran conspiración” que han reconocido que se
equivocaron. Pero hay otros que se han ido de rositas, como decimos en
España, y entre ellos Agustín Edwards, sin duda es el principal.
No
conozco ningún editorial de El Mercurio donde haya asumido una mínima
parte de su responsabilidad, que es muy importante, porque era parte
esencial de la artillería de la conspiración y de la Junta Militar. No
puedo olvidar los titulares de El Mercurio y otras cabeceras en 1973,
1974 o 1975. Eran lo que llamo la “DINA mediática”, fueron la necesaria
cobertura mediática del exterminio del movimiento popular”.
(*)
Sombras sobre Isla Negra. La misteriosa muerte de Pablo Neruda
(Ediciones B) está a la venta en la Librería Mi Opción (Vicuña Mackenna
31, Santiago) y en todas las librerías de Chile.
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