Hemos entrado ya a una nueva campaña electoral en
la cual se puede perder o ganar mucho.
Es obvio pensar que si la derecha gana, los
incipientes programas sociales de este gobierno no sólo se detendrán, sino que será
destruido lo poco que la economía ha permitido hacer.
Desde este punto de vista, el discurso proselitista
del FMLN tiene que adaptarse a las necesidades y aspiraciones del pueblo. Saber
leer al pueblo y recordar que el pueblo castiga equivocaciones.
No se debe, de ninguna manera estar usando retórica
vetusta que no responda a la actualidad. Hay que saber aceptar errores, equívocos
y que ello nos sirva para buscar el camino correcto para poder llegar al alma
del pueblo, a la juventud, al voto indeciso, al voto de género que son los que pueden hundir o darle el triunfo al partido el
2014,
Algunas Departamentales y una gran cantidad de Comités
de Base andan dispersas y disparadas y ello no contribuye en nada al proyecto,
se hace necesario que la Dirección Nacional de lineamientos claros y que la
misma Dirección los cumpla.
Hay que oír al pueblo, sólo así nos daremos cuenta
de sus necesidades y aspiraciones, de sus preocupaciones y razones, sólo así
nos daremos cuenta de lo que tenemos que hacer para ganar la confianza del
mismo.
La falta de contacto con los votantes, el descuido político,
del narcisismo la falta de visión tanto
de alcaldes como de algunos funcionarios del partido, la incorrecta lectura del
contorno político fueron la causas de haber perdido la periferia municipal de
San Salvador.
Aprender de nuestros errores es deber humano,
aprender, rectificar y sacar ganancias de ello es una tarea política. Deberíamos
de preguntarnos por qué perdemos repetitivamente los mismos departamentos y la
respuesta segura es la mala dirección
departamental y el nivel de desarrollo político de los habitantes de esas zonas
de lo cual nosotros somos responsables directos.
El poder y el dinero muchas veces enajenan a quienes
lo detentan, la mendacidad ocupa el
lugar de la ética y la moral, dejando los valores en el cesto de los recuerdos y las personas morales que un día fueron se
vuelven esperpentos con grotescas caretas que esconden rostros putrefactos.
En
medio de todo ello, en el partido hay hombres y
mujeres de valor, en la propia dirección y otros organismos. Es deber de
todo viejo militante y de todo militante viejo, exaltar el heroísmo y
el martirio de nuestro pueblo,
aprender de su ejemplo y demandar de
todos nosotros que rindamos cuenta al partido y a nuestra conciencia
colectiva.
El enemigo se llama Arena y no los compas del
partido, a Arena hay que apuntar y no a la militancia. Hay que ser
incondicional, objetivo y exigentes con nosotros mismos, hay que ser inteligentes,
genuinos y pueriles para convencer al pueblo de que el proyecto es el proyecto
del pueblo encabezado por el partido.
A muchos y muchas se les olvidó el significado de
sudar la camiseta y endiosados desde sus torres de marfil ven al pueblo con
desprecio y ello es inmoral, indebido y contra revolucionario. Cada militante
desde su trinchera debe hacer obligatoriamente su trabajo, si no lo hace, pues
que no ande diciendo que es militante, ser militante significa sacrificios,
esfuerzo, tiempo, restricciones y aun peligros y esta lucha del pueblo
salvadoreño lleva tu sangre y lleva mi sangre.
Reflexionemos y actuemos.
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