La Eternidad de los Parques
El niño corría en el
parque y no se detenía a platicar con el viejo que todos los días sentado en un
banco veía a los niños jugar en el parque.
El viejo sentado en el
banco veía a los niños correr en el parque que no se detenían a platicar con
nadie, jugaban, jugaban, jugaban hasta que los rayos del sol se ocultaban se
iban del parque sin decir palabra.
El niño corría en el
parque, el viejo dormía en el parque
como si el parque lo hubiese adoptado, como si su casa fuera el mismo
parque, como si el parque lo hubiese parido para que el viejo le diera
cuidados.
Con el tiempo los niños
crecieron y no aparecieron jamás en el parque, se fueron, se fueron sin decir
palabra como si el parque y el viejo y el banco fueran la incógnita de la magra
patria.
El parque y el viejo y
el viejo banco se quedaron solos por tiempo sin tiempo, por tiempos ingratos y
sólo la imagen del niño corriendo que no se paraba a hablar con nadie iba
diluyendo el tiempo del parque.
Pasaban de prisa los hombres
de saco, otros con fatigas y cuerpos armados y el viejo pensaba- quizá son los
niños que ayer corrían en el viejo parque-, no se detenían a hablar con el
parque. Pasaban camiones bien camuflajados con grandes cañones y hombres
armados y se oían bombas y aviones
volando y a veces, el parque y el viejo
a solas lloraban.
El viejo y el árbol y
también el banco veían figuras que se arrastraban y amaneceres y noches cambiando y aquellos
hombres vistiendo oscuras fatigas, machetes y balas, noches tras noches y de
madrugada se hicieron visitas perennes del parque. Qué hacían? quizá no tenían como
el viejo casa; pero en los periódicos del nuevo día los muertos cubrían el
césped del parque. Nadie preguntaba nada al pobre viejo, aunque el viejo viejo
si se percataba lo que en la patria a diario pasaba.
Cuando el fuerte viento
azotaba al parque, las hojas caían como alborotadas, cual nubes sin agua y el
viejo hablaba, más; con quién hablaba? Si
no había gente visitando el parque, parecían voces por alguien grabadas,
cayendo del árbol cual herido pájaro: Di a todo mundo lo que aquí te digo, fue
el enemigo quien se ensañaba, quien
asesinaba, dejó nuestros cuerpos solos en el parque y así no pudimos pronunciar
palabra; pero aún seguimos por siempre luchando. No hablaba el viejo, no habían
palabras que decir pudieran lo que ahí pasaba…su alma lloraba.
Un niño corría de largo
en el parque: mamá, -entre sollozos, el niño gritaba- ahí está un viejo dormido
en el parque y tiene los ojos cubiertos de lágrimas.
Hoy he vuelto al
parque, allá está el viejo sentado, el viejo y el banco, el tiempo y el viejo,
la vida y el viejo, el banco, el parque y el viejo son inseparables. Viendo al
pueblo herido desangrarse al alma.
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