En el umbral de la desesperanza comenzó
a ver aves prietas, aves que habían
mutado en un corto tiempo. Se puso a observar el medio y comprendió como
la contaminación había afectado a la fauna y la flora de Ateolandia.
De tórtolas y canarios, de sinsontes
y guardabarrancos el plumaje fue mutando y de las suaves plumas anteriores fue
naciendo un plumaje escamoso y los picos alpisteros se fueron convirtiendo en chuzos
carnívoros y las suaves patas se habían convertido en fuertes uñas
rapiñaras que destrozaban víctimas al primer contacto.
Fueron exterminando el medio. No podían
ver una débil presa cuando como ventarrón caían sobre ella. Los animales pequeños corrían
despavoridos ante cualquier asomo de
aleteo. Darwin y la supervivencia del más fuerte.
Involución mutante. Los rapaces
eran más criminales, más carnívoros que sus predecesores, padecían de una gula
permanente e interminable e iban dejando a su paso tumbas colectivas de enésimo tamaño.
Híbridos bien organizados vivían para comer y comían
para cagar. Bestiario con un instinto de destrucción no conocido hasta entonces,
habían sentado un régimen de terror imparable
. El viejo Timochenko veía con tristeza la involución.
Marx había sido sustituido por el
Apocalipsis de San Juan. La única esperanza era la destrucción para comenzar de
nuevo. La experiencia le decía que de nada serviría participar.
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