Que no
vuelvan Ponciano aquellos salubres
tiempos que robaron nuestra
infancia, Que no vuelvan
esos malditos tiempos de persecución y
angustia permanente que
ennublaron las alegrías de
nuestra juventud, que
nunca jamás aparezcan en las humildes
casas del pueblo aquellos malditos rótulos que
dejaban los escuadrones de la
muerte como preámbulos de tu
asesinato, Que no vuelvan
la velación de nuestras niñas el
martirio de
nuestros ancianos y el
eco mortuorio de las
tumbas colectivas.
Que no
vuelvan, Que no
vuelvan Que no vuelvan
Que no vuelvan
Ponciano, los trágicos días de la
inquisición y del sicarito
asomando y saliendo
de las casas de los
explotadores, Que no vuelvan
hermano Ponciano los trágicos días cuando
la gorilocracia asesinaba al pueblo
desarmado, cuando los explotadores escupían y pateaban los
rostros del proletariado, Que no
vuelva a llorar
nuestra tierra las injusticias centenarias que enlutaron
a nuestra patria por cientos
de años, Que no vuelva
el fusil, la
bota, el yatagán y la
metralla a hacer nido
en nuestra patria adolorida,
que no vuelvan Ponciano que no
vuelvan los malditos
derechistas, criminales genéticos a
dictar el destino de
nuestro pueblo.
Que no
vuelvan, Ponciano que no
vuelvan, los días de martirio
cuando la muerte era la
única salida, cuando el
exilio era el pan de cada
día y los cuartos oscuros hedientos a
sangre de las cárceles clandestinas eran la
tumba abierta de nuestro joven pueblo levantado
en armas.
Ay Ponciano!
Me entristece nuestro pueblo que a veces
imagino que hemos perdido el
valor y el orgullo de nuestra
estirpe nonualca y como Judas
nos venden y
se venden por asquerosos
mendrugos.
Independientemente de lo que pase en el 2014, nuestro
deber es hacer la
revolución de forma permanente teniendo siempre
presente que la revolución no
tiene vacaciones ni
los vagos pueden ser revolucionarios.
El espíritu de tus
hermanos:
Fedor, Anabella,
y Carlos Alberto Menjívar.
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