El Salvador,C. A.
De Nayib Bukele, el Domingo, 17 de junio de
2012
Hace unos días tuve el honor de compartir un
conversatorio, en la universidad Dr. José Matías Delgado, con otros 4
panelistas, dos de ellos, reconocidos diputados de ARENA.
Un alumno preguntó: ¿Por qué nuestro
país está tan mal? ¿Por qué la economía no crece? ¿Por qué no hay empleos? Los
diputados de ARENA inmediatamente y con una fluida coherencia explicaron que en
nuestro país no se incentiva la inversión privada (única creadora de empleos),
que los impuestos son muy altos, que el gobierno mucho gasta, que hay mucha
burocracia, que no hay una ley de flexibilidad laboral, que no se amplía la
base tributaria y que los empresarios no encuentran predictibilidad y seguridad
jurídica para sus inversiones.
Uno de los diputados de ARENA fue más
allá, afirmando que solo hay dos posibilidades de resolver nuestro déficit
fiscal, subiendo ingresos o reduciendo gastos. Y que, como en nuestro país
existía un problema de gastos, la solución no era incrementar ingresos, sino
reducir el problema, el gasto.
La mayoría de jóvenes aplaudieron. Era
la respuesta que esperaban, la respuesta lógica, la que les habían enseñado en
clase, la que explicaba la razón por la que nuestro país está mal.
¿Pero realmente es esa la razón?
El conversatorio no suponía ser un
debate. Sin embargo, sentí que estaba ante la verdadera causa de nuestros
problemas: el constante deseo de correr hacia atrás, de aplicar recetas
tercermundistas, como si compitiéramos por ser cada vez más subdesarrollados.
"Lo que propone el diputado es
precisamente lo contrario a lo que debemos de hacer" -dije.
"Nuestro país tiene una recaudación
fiscal más baja, en relación al PIB, que todos los países desarrollados y que
todas las economías emergentes. Nuestro país tiene un gasto más bajo, en
relación al PIB, que todos los países desarrollados y que todas las economías
emergentes".
"Todos los países desarrollados:
Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Japón, etc. tienen una recaudación
fiscal y un gasto mucho mayor, en relación al PIB, que nuestro país. Sin
embargo, tenemos una recaudación fiscal mayor y un gasto mayor que Haití".
La pregunta es: ¿Queremos aplicar la receta del diputado y bajar nuestra
recaudación y nuestro gasto, para parecernos más a Haití o queremos subirlo y
parecernos más a Japón?"
Varios jóvenes asintieron con la
cabeza, no hubo aplausos, pero al menos tenía su atención, y sus mentes
abiertas. Un paso en el largo camino de cambiar un poco las cosas.
"Me imagino que los padres de muchos de
ustedes han solicitado algún préstamo en un banco", continué.
"Sin conocer los casos específicos,
déjenme decirles que estoy seguro que se los negaron". Todos rieron. Otro
paso.
"¿Saben por qué?. Porque los bancos no
fueron creados para ustedes, nuestro sistema feudal está creado para que el que
tenga más pueda tener más, punto. Todo lo demás es accesorio, un mal
necesario".
"Déjenme contarles un poco sobre
la historia de nuestros bancos: Hace 25 años los bancos erán del Estado. Todos:
El Agrícola, El Cuscatlán, El Salvadoreño, etc. Todos los bancos eran
estatales. Entonces, el gobierno del ex-presidente Cristiani decidió que, ya
que la empresa privada es más eficiente en administrar bancos, lo correcto era
privatizarlos, es decir, venderlos a inversionistas privados. Luego, se analizó
que realmente los bancos no valían mucho, así que se tomó la segunda decisión:
Venderlos baratos. La tercera decisión fue que los bancos tenían mucha cartera
morosa, ya que al ser del Gobierno, hacían muchos préstamos a personas que
"no eran buenos sujetos de crédito", y que entregarles los bancos con
esa alta cartera morosa a los inversionistas sería "irresponsable".
Así que lo correcto era que el estado asumiera su saneamiento, es decir, que el
estado se quedara con toda la cartera morosa, y vender los bancos únicamente
con la cartera sana, apetecible, lo que en el léxico empresarial salvadoreño
llamamos: La carnita".
"La cuarta decisión fue que los
inversionistas podrían no tener el dinero para invertir, así que lo mejor, era
que fuera el mismo gobierno el que les prestara el dinero para ello. Y que el
préstamo se pagara con las mismas utilidades de los bancos. En otras palabras,
los bancos se entregaron gratis. Nadie pagó por ellos".
"Para postre pasó algo más
inaudito: hace algunos años (y después de muchos años de utilidades) bancos
internacionales (Citi, HSBC, Scotiabank, Bancolombia, etc.) compraron nuestros
bancos en aproximadamente $4,000,000,000.00 (cuatro mil millones de dólares).
Un precio exponencialmente mayor al precio que pagaron (o mejor dicho no
pagaron) los inversionistas por los bancos. El impuesto de la renta lógico (la
tasa que pagamos la mayoría de empresarios salvadoreños) era de aproximadamente
$1,000,000,000.00 (mil millones de dólares). Sin embargo, y gracias a las leyes
que rigen las transacciones de la bolsa de valores, el pago efectuado de
impuesto de la renta fue: $0".
"¡$0 dólares!, ¿un grupo de
personas reciben $4,000,000,000.00 y el estado no recibe nada?
Ahora pregunto: ¿Que pudimos haber hecho con
mil millones de dólares de impuestos? Este monto es equivalente a 100 años de
la reducción al gasto que se logró con el nuevo y criticado sistema de subsidio
al gas. Equivalente a darle una laptop por persona a 1.5 millones de
estudiantes".
¿Que pudimos haber hecho con mil
millones de dólares?
"¿Y cual es la solución que se
propone ahora? ¿Ampliar la base tributaria? Esa es la forma técnica de decir
que hay que cobrarles impuestos a la señora de las tortillas y a la que vende
mango twist en la calle. ¿Flexibilización laboral? Es solo otra forma de
llamarle a que te puedan despedir sin indemnización. ¿Bajar el gasto del
gobierno? Estoy seguro de que todos estamos de acuerdo en que los diputados no
coman caviar, pero ningún analista serio va a afirmar que controlando este tipo
de gastos (que se tiene que hacer) se va a reducir en un 1% nuestro
presupuesto. ¿Entonces que se tendría que recortar? ¿Las pensiones? ¿Los
programas sociales? ¿Salud? ¿Educación?"
"Esa no puede ser la solución. En
nuestro país necesitamos más inversión social y en infraestructura,
instituciones fuertes garantes los funcionarios corruptos paguen sus faltas,
que el que tiene más pague más y el que tiene menos pague menos, que invirtamos
en educación y que las instituciones trabajen para todos".
-Los jóvenes aplaudieron. Un gran paso.
La única forma real de empezar a
solucionar los problemas de nuestro país, es aplicar las recetas (adaptadas a
nuestra realidad por supuesto) de los países desarrollados, no las de Haití.
Que los que tengan más paguen más y los que tengan menos paguen menos. Que
dejemos de buscar fondos en donde no los hay y empecemos a pagar los que si
podemos pagar. Que las 100 familias (incluyendo la mía) que tenemos el 95% del
capital del país empecemos a devolver un poco de esto para financiar la
inversión social e infraestructura que necesitamos para crecer. Que contratemos
un ejército de maestros (bien pagados) que enseñen a nuestros jóvenes que no
están condenados a ser pobres y que en El Salvador (así como en Estados Unidos)
si alguien tiene un sueño puede alcanzarlo.
La otra opción, y la que escucho es la
que más se propone, es seguir facilitando que el que tiene más, tenga más, que
el que tiene menos, tenga menos. Que con la ley de flexibilización laboral, las
mujeres que trabajan en las maquilas no solo sean explotadas y que controlen
las veces que van al baño, sino que además puedan ser despedidas sin
indemnización, puedan ser "suspendidas" por uno o dos meses sin
salario, y que los horarios de trabajo puedan ser los que su empleador quiera.
¿De verdad alguien cree que este tipo
de propuestas solucionaría algo? Estoy seguro que no. ¿Entonces por que se
proponen? En mi humilde opinión, estamos ante otra envestida de la codicia y la
ambición desmedida. Lastimosamente hay algunos vientos de cambio, hacia atrás,
que probablemente triunfen de nuevo en esta nueva etapa de la historia de
nuestro país.
Nayib Bukele
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