Vio a su hijo despedirse, le dio
un beso y no sabía si volvería. Su mirada fija al infinito, sabía que a
cualquier hora le darían la trágica noticia, así pasaron los años y la espera
continua.
Ha envejecido, el tiempo y la tristeza
le han blanqueado su cabello, le han arrugado la tez.
Por veces se va al parque y ve pasar a
los niños corriendo hacia la escuela, piensa encontrar al suyo entre la algarabía
y de nuevo regresa a la casa enciende la candela a San Antonio y la espera
continua.
Se fueron niños y volvieron viejos,
quemados por el sol de la montaña como marineros que vuelven al puerto, felices
de volver a tierra, pero él no venía.
Cuántos se marcharon y no regresaron!
Los últimos libros, los cuaderno deshojados tirados al piso en el viejo
cuartos, la última boleta de pago, la novia que fue, ahora es madre y todo
cambiado.
Otras como ellas están a la espera y nunca aparecen sus hijos e hijas.
Preguntan a los que volvieron si acaso saben dónde cayeron y todos responden allá
en la montaña, tienen como tumba la
patria y la tierra.
La planta que crece, el fruto compartido. La bella sonrisa que marcha a
la escuela, madre nuestra, ese es el hijo que dice: Presente!
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