Heredamos
una patria dolorida, cuyo dolor
se mete en nuestras
entrañas como una aguja
punzante que hiere
nuestras vidas. Dolor general
del que no puede escapar nuestra psicología
colectiva hasta sentirnos
impotentes ante una realidad
teñida de sangre
de nuestros compatriotas.
A diario
las noticias como
un negro heraldo nos hablan
del crimen generalizado
producto de la corrupción
acumulada en una
sociedad donde la justicia
social es algo
que ni siquiera
aparece en el diccionario de nuestras
vidas. Hay veces que
desearíamos pasar desapercibidos este
cáncer que va
destruyendo poco a poco
los tejidos de nuestros
país, pero tendríamos que ser inhumanos
para no sentir y
no compartir el
dolor que enluta
al hogar salvadoreño.
Dichosas
las comunidades que
hasta hoy se han
sabido librar del sangramiento que
cubre la mayoría
del país, de las cuales
tenemos que aprender
que cuando se
inculcan valores tanto
en el hogar,
en la escuela y en la comunidad
en
general las resultantes,
vienen a manifestarse
en la creación de una
cultura de paz y fraternidad
entre los habitantes
de dichas comunidades, las cuales
aunque nos pueda parecer
extraño aun existen en nuestra patria herida.
Es triste ver
que toda la inversión pública y privada
y el
esfuerzo ciudadano no
parecen tener efecto
en la criminalidad reinante
en nuestra pequeña nación,
la cual tiene
sus raíces en la falta
de oportunidades para la
juventud y la podredumbre de un
sistema judicial que siga condenando justos y
absolviendo criminales .
Últimamente
se han visto esfuerzos del gobierno por
disminuir los niveles
de criminalidad y violencia
a los largo de la
nación; pero es tan
dura nuestra realidad que
nos hemos acostumbrado a digerir
las estadísticas de
asesinatos cotidianos como una
forma generalizada de la
conducta social de nuestra ciudadanía y
de cierta forma hemos perdido
la esperanza y se
vuelve hasta ilusorio pensar en un día sin asesinatos a nivel nacional.
Heredamos
una patria ensangrentada, un país
sin tejidos axiológicos ,
y al mismo tiempo sin una
brújula que nos indique el camino a
seguir.
El gasto público en
combatir la criminalidad
supera los esfuerzos
nacionales por combatir el hambre el desempleo
y mejorar la educación
y es en
esa mala distribución de medios
donde radica el problema
que esta administración heredó
de forma acumulada
de las precedentes.
Dos años le
quedan a la actual
administración, dos años
de esfuerzo continuo para
buscar las mejores soluciones
a la problemática que abate
a nuestra sociedad, sin
embargo; un periodo de cinco
años es un
tiempo demasiado corto
para tratar de darle
solución a un problema
centenario, y se necesitará
de la acción de
todos los sectores de la
vida nacional si es
que deseamos si no solucionar
la problemática en forma total hall
menos iniciar un proyecto
de nación que tenga
como meta final el establecimiento de una
sociedad donde la paz y la justicia social sean los parámetros donde
se asienten los profundos
cimientos de la nueva nación .
Si heredamos
una patria ensangrentada y una
sociedad convulsionada, tratemos
al menos de hacer
lo que esté
en nuestras posibilidades para
heredar a futuras
generaciones una patria diferente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario