Otro primero de mayo cuando los
trabajadores tenemos que tragarnos la falacia de la democracia. Cuál
democracia, sino la canasta vacía y los hijos con hambre, cuál democracia, la
de la clase dominante y de la clase política ambas devorando los últimos
harapos del sudor del pueblo, cuál democracia, la de los niños tragando
bolas de fuego y las niñas en los puteríos de la nación, cuál democracia, la
del desempleo o la de los empleados de cuello blanco ganando millones, aumentándose
salarios de forma inconsulta y hundiendo al pueblo en degradante inanición.
Los pueblos desfilan y protestan y nada
y nada se arregla. Marchar por un día es
como decir que sólo ese día tenemos hambre y los siguientes abundancia, es
mostrar nuestra debilidad frente a los
explotadores quienes se sienten felices de que los pueblos se manifiesten y no
quiebren un vidrio, mientras las fuerzas policiales como felinos a la asechanza
esperan cualquier movimiento anti sistema.
Los trabajadores marchan por un día
mientras los explotadores hacen su agosto por los otros 364. Un buen número de
naciones latinoamericanas se han
convertido en narco estados, en estados fallidos, en los cuales los carteles
son más fuertes que los gobiernos, los gobiernos son parte de los carteles o
son abiertamente los carteles mismos.
Marchar sin una agenda de lucha
permanente, sin una agenda que presente objetivos de lucha que martillen a los explotadores, sin
demandar cambios salariales y nivelación de salarios con gastos, sin demandar cambios
en el retrasado sistema educativo y
castigo al corrupto sistema judicial, a los depredadores ecológicos, así como
demandar la desdolarización del país, un
verdadero pacto fiscal, un nuevo currículo educativo y una nueva relación entre la clase trabajadora,
empresarial y política, de nada sirve marchar.
La clase trabajadora salvadoreña debe
luchar por la unidad obrero campesina, con los sectores de trabajadores públicos y privados,
el estudiantado, el magisterio y la academia formando un Bloque Revolucionario
que sea capaz de hacerse oír en cualquier circunstancia.
Si vamos a marchar hay que condicionar al
gobierno y a la empresa privada para que le den nuevos rumbos al país. No es
posible que mientras el pueblo muere de hambre la clase dominante y la clase política
derrochen el dinero del erario nacional, vivan como chivos a expensas de las
tetas de la nación y no se preocupen en ningún aspecto del desarrollo económico
y socio cultural de nuestra nación.
En los setenta las calles, ministerios,
fábricas, iglesias, haciendas, medios de comunicación permanecían tomadas,
ahora no nos tomamos n una plazuela.
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