¿Por qué fue derrotada la insurrección indígena de 1932?
Este 22 de Enero de 2012 se cumplieron 80 años del heroico levantamiento indígena y campesino en El Salvador, que fue derrotado y ferozmente reprimido por el gobierno del general Maximiliano Hernández Martínez. El Partido Comunista Salvadoreño (PCS), fundado en marzo de 1930, apenas pudo incidir en el desarrollo de los acontecimientos. Este evento revolucionario y sangriento fue, durante décadas, un hierro candente sobre la psiquis del pueblo salvadoreño, marcó profundamente la historia de El Salvador durante el siglo XX, con una influencia negativa sobre el conjunto de Centroamérica, consolidando una larga época de dictaduras militares. Las valiosas lecciones de la gesta revolucionaria de 1932 en El Salvador, y la discusión entre revolucionarios sobre cuándo es el momento preciso de iniciar la insurrección popular, fueron superadas por el enorme ascenso revolucionario del año 1979, que estremeció los cimientos de la dominación imperialista en la región centroamericana, con el triunfo de la revolución nicaragüense y el posterior inicio de la guerra civil en El Salvador. La matanza fríamente organizada de la población indígena de El Salvador en 1932, fue superada ampliamente por el terror de las bandas fascistas de la Organización Democrática Nacionalista (ORDEN) en el período 1979-1980, bajo el mando del coronel Roberto Dabuisson. A veces se nos olvida que estas organizaciones contrarrevolucionarias dieron origen al partido político conocido actualmente como Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). En los álgidos años 80 del siglo pasado, lo que antes era una vaga referencia a los míticos acontecimientos revolucionarios de 1932, se convirtió en la lucha cotidiana de las masas contra el imperialismo norteamericano y sus títeres en la región centroamericana. Los horrores de la prolongada guerra civil (1980-1992) en El Salvador, nos hicieron olvidar también las enseñanzas de los acontecimientos revolucionarios de 1932. Pero ahora, 20 años después, la guerra civil en El Salvador también es un triste recuerdo de la revolución que no pudo ser. La izquierda centroamericana tiene una enorme deuda con su propio pasado. Tendemos a olvidar rápidamente las lecciones obtenidas con sudor y con la generosa sangre de miles de compañeros, que murieron luchando por la liberación nacional. Actualmente, la mayoría de la vieja generación de militantes que provienen de la izquierda o de las guerrillas, reniegan de las tradiciones revolucionarias, y no quieren transmitirla a la nueva generación que, aunque menos impetuosa, desconoce cómo ocurrieron los acontecimientos revolucionarios de 1932 y las lecciones del por qué no se produjo un triunfo revolucionario en El Salvador. El cansino discurso por la “paz social” y la “reconciliación”, del “fortalecimiento de la democracia”, y de la “unidad nacional”, han caído sobre la conciencia de los jóvenes como toneladas de estiércol, siempre tratando de borrar las lecciones de los acontecimientos revolucionarios de 1932 y las duras pero valiosas lecciones de la guerra civil (1980-1992). En un esfuerzo por recuperar las tradiciones y las experiencias revolucionarias, y en ocasión del 80 aniversario de la insurrección de 1932 en El Salvador, la presente edición de la Revista 1857 contiene una recopilación de los mejores trabajos de investigación histórica sobre este tema. Es conveniente aclarar que la mayoría de estos trabajos no han sido elaborados por militantes revolucionarios, sino que han sido realizados por académicos norteamericanos que, aunque simpatizan con la izquierda, no necesariamente son marxistas, pero son los únicos que existen. El lamentable hecho de que no hay análisis marxistas sobre los grandes acontecimientos revolucionarios en Centroamérica en el siglo XX, como la insurrección indígena de El Salvador en 1932, la lucha guerrillera del General Augusto C. Sandino contra la intervención militar norteamericana en Nicaragua (1926-1934), las heroicas huelgas bananeras en Costa Rica (1934) y Honduras (1954), solo para citar los hechos mas relevantes. Esta ausencia se debe a la negativa influencia que ejercieron los partidos comunistas (stalinistas) y a su contra fenómeno: el auge de las organizaciones nacionalistas pequeños burguesas guerrilleras que tuvieron una influencia determinante en la revolución centroamericana iniciada en 1979. Contrariamente a lo que se puede pensar, la dirigencia del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que enarbola con orgullo falso el rostro de Agustín Farabundo Martí (1893-1932) en sus banderas, nunca ha estado interesada en promover la investigación y discusión sobre los acontecimientos de 1932, ni extraer las enseñanzas sobre los mismos. En torno al levantamiento indígena de 1932 se han tejido múltiples mitos. El más importante ha sido, probablemente, que la insurrección indígena fue dirigida por el Partido Comunista Salvadoreño (PCS). Si bien es cierto que Agustín Farabundo Martí, junto a un sector del PCS intervinieron valientemente en los acontecimientos revolucionarios, tratando de influir política y militarmente, para dotar de una conducción centralizada al movimiento insurreccional espontáneo de las masas indígenas, en realidad el joven PCS estaba abrumado, dividido en fracciones que luchaban entre sí ante el tema de la insurrección, y finalmente fue rebasado por la explosión social de los indígenas. Quienes dentro del PCS propugnaron por la insurrección, terminaron siendo masacrados o fusilados. Quienes sobrevivieron a la matanza, reconstruyeron el PCS pero renegando de la experiencia revolucionaria, por ello nunca el PCS rescató oficialmente la figura de Farabundo Martí. Fue hasta finales de los años 60 del siglo XX, cuando se iniciaba el ascenso revolucionario en todo Centroamérica, que se produjo una división en el PCS y Salvador Cayetano Carpio (1918-1983) funda el 1 de abril de 1970 las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), rescatando la figura y la gesta de Agustín Farabundo Martí, pero bajo la concepción y los métodos de la guerrilla. No es una casualidad, pues, que la dirigencia del FMLN, ahora copada y controlada en su mayoría por integrantes del ex PCS, reembarcada en su política reformista electoral desde el año 1992, no haya querido nunca discutir los acontecimientos de 1932. Ni siquiera se ha atrevido a declarar a Farabundo Martí como héroe nacional, ni rescatar la experiencia revolucionaria de 1932, mucho menos ahora que está en el gobierno, abrir los archivos del ejercito y la policía de El Salvador, para al menos dar a conocer como fue que ocurrió esa matanza de indígenas, que fueron forzadas a insurreccionarse, por las terribles condiciones de explotación y miseria, así como por el fraude electoral durante las elecciones municipales de ese mismo año. Esperamos que los ensayos que ahora publicamos, sirvan como insumos para el análisis marxista de los acontecimientos revolucionarios del año 1932.
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domingo, 1 de abril de 2012
EL SOCA
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