Demos las gracias a Merkel, al BCE y al FMI. Próximamente en las pantallas de la realidad de todos los países de la “periferia europea”. Sigamos en el euro y manteniendo a estos criminales financieros y sus criminales súbditos.
“Hoy no regresaré a recoger a Anna porque no puedo mantenerla. Por favor, cuidad de ella. Lo siento”. Esta es la desgarradora nota manuscrita que una madre griega dejó entre los enseres de su hija y que una profesora de una escuela primaria de Atenas encontró la semana pasada. Como afirmaba el mensaje, nadie pasó a recoger a la pequeña Anna.
El abandono infantil es la nueva tragedia que vive una Grecia sumida en el caos económico y en la que, según los datos de la Comisión Europea, 2,2 millones de personas viven bajo el umbral de la pobreza.
Dimitris Gasparinatos y su mujer Christina son un ejemplo de trabajadores que lo han perdido todo con la crisis. Esta pareja ateniense se ha convertido en la imagen del incipiente drama humano que vive el país en las últimas semanas: la imposibilidad de mantener a sus seis hijos les ha obligado a ceder la custodia de tres de ellos a los servicios sociales el día antes de Navidad.
Dimitris Gasparinatos ya tenía problemas económicos antes de la crisis, pero con su salario de 960 euros, y la ayuda estatal bimensual de 460 euros que recibía su esposa, podía sacar adelante a su familia y pagar el alquiler de un diminuto apartamento en el oeste de Atenas. Sin embargo, con la llegada de la crisis, la situación se hizo insostenible. Gasparinatos perdió su empleo y las deudas se fueron acumulando.
“La crisis nos ha matado”, asegura. “Debíamos varios meses de alquiler y no podíamos pagar ni siquiera los 2 euros que cuesta una barra de pan”, recuerda afligido ante los micrófonos de la agencia local Achaia cuando le preguntan por qué tomo la decisión de entregar a la mitad de sus hijos a las asistencias sociales. Gasparinatos espera que sus retoños puedan vivir en mejores condiciones “durante dos o tres años” en una institución gubernamental, al menos hasta que encuentre trabajo y pueda volver a mantenerlos.
Los menores, víctimas indefensas
El caso de Dimitris Gasparinatos no es el único. Hace sólo unos días los medios griegos se hacía eco del caso de María, una ateniense que tras más de un año en paro se había visto obligada a abandonar a su hija Anastasia a las puertas de la casa de acogida de la organización benéfica Arca del Mundo, que da cobijo y comida caliente a 187 menores.
El fundador de la ONG, el padre Antonios Papanikolaou, explicó al diario británico ‘Mirror’ que en los últimos meses “cientos de padres” le han pedido que se haga cargo del cuidado de sus hijos. “No tienen dinero ni comida y esperan que nosotros podamos cubrir estas carencias”, explica Papanikolaou, que creó el Arca del Mundo en 1998, cuando apenas contaba con 26 años.
George Protopapas, director de la ONG SOS Children’s Villages en Grecia, también ha visto como en los últimos mese cerca de 500 familias han solicitado el ingreso de sus hijos en los albergues de la institución.
“En 2009 comenzaron a acercarse a nosotros las primeras familias con problemas económicos”, recuerda Protopapas, que afirma que el número empezó a crecer en 2010 y se disparó en los ocho primeros meses de 2011 “hasta las 1.230 familias a las que ahora prestamos apoyo”.
Unas cifras para echarse a temblar
La pobreza es uno de los mayores problemas al que se enfrenta actualmente Grecia. La UE estima que el 60% de la población del país vive con unos ingresos inferiores al salario medio. De hecho, las últimas encuestas revelan que tres de cada cuatro griegos teme perderlo todo en los próximos años.
En el país heleno un salario de 933,7 euros es el que marca la barrera entre ricos y pobres. Según un estudio elaborado por la Universidad de Atenas, aproximadamente el 32% de los menores en hogares que están por debajo de esos ingresos, lo que los sitúa a la cabeza de la UE y a un paso de lo que la Organización Mundial Contra el Hambre considera “pobreza extrema”.
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