No es sólo de lamentar, sino de unirse al inmenso grupo de voluntarios que a nivel nacional hemos dado respuestas adecuadas al problema que seguimos afrontando y del cual tenemos que sacar muchas enseñanzas.
La primera enseñanza es nuestra vulnerabilidad ante la fenomenología. Estaba en Canadá en el mes de mayo y escribí a los compañeros Jonás y Gerson para comunicarles de los cambios climáticos que se estaban operando allá, los cuales, les dije, pueden tener efectos negativos en el invierno tropical. Asistí a unas conferencias sobre cambio climático y lo que escuché y vi no es nada alentador para nadie.
Cuando el Ártico llora, sus lágrimas heladas se convierten en inmensas corrientes que al chochar con las corrientes calientes del golfo causan tsunamis, terremotos e inviernos impredecibles. LO hemos visto, lo estamos viviendo, teníamos un invierno donde llovía en una zona y a la cuadra estaba bien seco, soleado y ello es raro en tan cortas distancias y como podemos ver nuestra infraestructura, nuestras casas campesinas y de colonias aledañas a cerros y volcanes son harto vulnerables a este tipo de fenómenos y no porque sea El Salvador, en Canadá en mayo habían treinta ciudades con el agua hasta los techos y ni la maquinaria, ni la tecnología, ni el dinero fueron suficientes para salvar dichos hogares, lo mismo sucedió en Estados Unidos donde tornados en término de segundos terminaron con miles de hogares y cientos de vidas.
El Salvador está clasificado por agencias internacionales como el país de mayor riesgo en el mundo en el cual la construcción y la producción de bienes se da en zonas de altos riesgos por lo cual se hace necesario el trabajo intensivo de forma permanente en ensenar metodología de prevención que nos eduque para responder de forma adecuada a la fenomenología natural y a los destres que tuenen su origen directo en nuestra propia conducta ambiental. No es solo El Salvador, sino esta pequeña faja ístmica que se llama Centro América la que está en las mismas condiciones de vulnerabilidad. Somos una zona volcánica, abrazada por dos grandes océanos y por inmensos ríos en relación a nuestra extensión territorial.
El Ministro de Obras Públicas Co. Gerson Martínez explica que nuestro país no contaba con un mapa micro zonificado de riesgos y una política de taludes o estabilización de laderas, de tal forma que tenemos 500 cárcavas de las cuales se han tratado 150 y en espera de mayores deslizamientos a nivel nacional.
Cuando vemos el Chinchontepec o el Volcán de San Salvador y otros cerros y volcanes y vemos las grandes rajaduras causadas directamente por la deforestación debemos pensar en las colonias y pueblos construidos en las faldas de dichos volcanes y cerros y estar conscientes de lo que nos puede pasar y convertirnos en voceros del gobierno para prevenir y ayudar en la medida de nuestras posibilidades a salvaguardar la vida del pueblo.
La extrema pobreza en la que mayoría de salvadoreños vivimos nos lleva a construir donde encontramos un pedazo de tierra, sin embargo tenemos que por al gobierno cuando nos dice que salgamos que importan más nuestras vidas que las laminas de la champa y de las otras cositas y animalitos que podemos perder.
El gobierno tiene que demandar de las compañías constructoras de viviendas planes y estudios territoriales sobre el lugar donde se levantan dichas construcciones, nuestro pueblo compra y habita dichas cajas de fósforos por necesidad y no por seguridad y las compañías lo saben bien o deberían saberlo que están construyendo desastres en contra de los intereses del pueblo y de sus mismas compañías
Conozco bastante la Obra de Gerson y sus equipos de trabajo, conozco la dedicación de Gracia María, Jovita, Verónica, Nelson Maldonado, Moreno y otros ingenieros, sin embargo; nuestros ingenieros deben de prepararse específicamente para la construcción de obras en un país con una topografía de riesgos y ser conocedores profundos de la obra para prevención de riesgos y unirse a nivel Centroamericano para construir una obra que al menos proteja las carreteras internacionales.
H ay personas tan indignas de llamarse salvadoreñas que son dignas de esa puteada que Ponciano les recetó: “ Vaya dijo uno, por una pasada de nube tanto que se aflige el gobierno y otro, lo mismo pasó el año pasado y lo mismo pasara el próximo. Vaya que genios!Hay que felicitar a Protección Civil, a Obras públicas y a todo el gobierno y al pueblo voluntario y empresas que están ayudando a nuestro pueblo, a la Secretaria de Comunicaciones por su información al momento cubriendo todo el territorio nacional.
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