LA PRIMAVERA DEL PIJULLO

El es un buen muchacho, decía la Juana, servicial, sin vicios y ni nos cobra por el trabajo. Ah Pijullo más hijo de puta, dijo Mauro Girona, a todas se las ha llevado en el alma.

Cuando llegó la que ahora es esposa del Choco Tule, se corrió la bola de que la mamá tenía sus cuises y por ello, el Choco Tule las bien vino y señor mío, ocho mujeres y todas con la grama medio buena.

En un pueblo como Ateolandia donde la lengua del vecino tiene más filo que la espada de un samurái y bueno, cuando el río suena es que piedras trae.

Todo mundo sabía que el Pijullo era el marido de una de las hijas de la señora, ésta trabajaba como agente de la descalza y ello no es nada de extraño. Lo extraño fue el gran aluvión de calzones que llegó a vivir donde Tule y lo peor, que llegaron como la cartera del guardia, vacías, para lo cual el Choco tuvo que aceptar un trabajo de instructor de tiro en el Polígono de Ponciano donde se entrenaban las tropas del Chele Tuma para la futura guerra contra los Cristeros de los monseñores Colindante y Alasquebradas, las cuales se había unido a las huestes bárbaras de Tobillo Relicario con el propósito de tomarse la Nación de Ateolandia que no sólo se había liberado del Vaticano, sino que habían decretado el estado ateo.

Una vez, me encontraba donde Tule y me dijo: no te has fijado que mi hijo Estivie Wonder se parece al Pijullo, ajá me dijo, que quiere decir?, que este hijo de puta está durmiendo con mi mujer, nombre le dije, no ves que parece pezote igual a vos, no me dijo, si lo que está a la vista a los chocos lo vemos.

Un día de éstos vi al Pijullo y le pregunté y demandé: en el nombre de los códices de tu tío Locu (nombre al revés) decime si es cierto todo eso que la voz popular de Ateolandia anda diciendo? Bueno, me dijo somos cuñados como tres o cuatro veces y eso de que el tal Estivie haya sacado este lunar mío, es pura casualidad o quizá porque sólo ahí pasaba cuando la Menjurja estaba preñada y que soy suegro de Tule, sólo dos veces y yerno pues también tres veces. No tenés madre gran cabrón, le dije, achís dijo, pero me voy a casar con la más chiquita.

La semana pasada fui a visitar a Tule quien está al borde de la muerte (el

hígado lo andan buscando a allá en el Cerro de la Cruz y el páncreas por el rio Quezalapa) y bueno como cheros que hemos sido me dijo: Mira yo ya me voy a morir, pero quiero que recordés ésto: Lo que está a la vista hasta los chocos lo vemos.

Maldito Pijul, maldito has de ser entre toda la fauna, sentenció don Chusito, el cura.