Soy Ponciano Montañés y Ermitaño, Monje Trapense y deseo dejar para mis lectores y lectoras un sencillo texto que me defina de la forma como me concibo a mi mismo: Hombre sencillo, montañés y ermitaño, Monje Trapense por concepción y estudios dirigidos, con títulos que no me interesan ni nombrarlos, sino el que me he ganado al lado de los pueblos: luchador social y soñador de cuentos, dramas y poesías.
Amante de la libertad y la justicia, lo cual sigue causando tener enemigos gratuitos a los que siempre he sabido ignorar, amante de las bellas artes y de los creadores y creadoras y más que todo, de la irreverencia comprometida con las luchas de los pueblos.
Mi vida ha sido denuncia continua y mis textos, productos de fenotextos de dolor y de angustia, comunican o tratan al menos de comunicar la yaga permanente inmersa en los tejidos de los pueblos azotados por el tiempo y el olvido a los cuales los ha tratado de llevar el sistema explotador.
Muchas veces, la mayoría quizá, las palabras no pueden expresar lo que mi mente y mi corazón quieren decir, el lenguaje es así, un compendio de delicados símbolos que muchas veces salidos de mis manos son independientes y por lo tanto incontrolables de mi parte a la interpretación de los lectores quienes tienen la libertad absoluta de interpretarlos a su manera de acuerdo a los intertextos y paratextos que la lectura misma resulten.
Por largo tiempo he conocido que el mundo existe como tal por el lenguaje, fuera de éste sería otra cosa y éste, como el universo es infinito y binario como las matemáticas o la lógica, o cualquier corriente cuántica de pensamiento.
Desde niño he participado en las luchas de los pueblos y no me extrañan los caminos que muchos integrantes tomen después del fuego, así, una simple ecuación: Cuando los intestinos crecen, los cerebros decrecen y cuando esto sucede, la idolología desparece y el espejismo se posesiona de los intestinos y es aberrante tratar de pensar con los intestinos cuya función biológica final es muy diferente.
Toda mi vida he enfatizado que la única forma de liberarnos es educarnos. De nada sirven las guerras sangrientas de liberación si a la par de cada tiro disparado por las fuerzas del pueblo, si a la par de cada actividad revolucionaria no se enfatiza en la alfabetización ideológica del pueblo que le permita tener una visión objetiva de la realidad que nos circunda.. Únicamente los pueblos alfabetizados y libres de toda ignorancia filosófica, podrán hacer una revolución permanente. Sin embargo; no estoy de acuerdo con seudo pensadores que expresan que no se metieron o no se meten a la lucha porque no quisieron o no quieren ser borregos para ser llevados al matadero y sabiondos de todo conocen, toda la problemática de la guerra, las muertes injustas, las traiciones y decisiones equivocadas de las que dicen estar seguros y a veces hasta ser testigos fácticos y no tienen los suficientes cojones críticos y auto críticos para denunciarlos y llevarlos al debate público, ello es especulación y cobardía de los vividores.
Nadie es sabio o perfecto, todo está sometido a variables de las condiciones subjetivas u objetivas de todo proceso, de tal forma que si uno no es dirigente con puestos como tales, debe marchar junto al pueblo en la medida de dichas condiciones y ser ante todo incondicional con las luchas de los pueblos de la tierra.
Mucho dicen que soy un loco, lo acepto, loco de amor por el pueblo y por la verdad objetiva universal, sintética o analítica y como creador que trato de ser, se con toda claridad que escribo para el pueblo y que es al pueblo al único que doy el derecho a criticarme, condenarme o absolverme, dejando a la plumocracia articulera seguir siendo lo que son: pajarracos imberbes, mendrugueros trasnochados en permanente aceptación de su ignorancia que es al mismo tiempo su derrota ontológica y axiológica.
No me gustan los partidos políticos, no pertenezco a ninguno, ellos llevan inmersa su falta de unidad, nacieron etimológicamente partidos y morirán como tal y como tales, con los colores y nombres que se auto receten, siempre llevan el germen del individualismo sobre el interés de la colectividad y de su autodestrucción en sus entrañas.
Son los pueblos los únicos responsables de su destino, no los culpables y como tal no debemos esperar que otros nos hagan el trabajo, sino a poner no un poquito, sino todo lo que está de nuestra parte en el camino de la liberación que no es otro que la educación.
Soy amante del arte y ahí me pierdo entre su floresta para pensar y decir lo que deseo, conozco la historia del arte porque la he estudiado en todas sus manifestaciones y nombres como: Víctor Shklovsky. Yury Tynyanov, Tzvetan Todorov, Umberto Eco, Gerard Genette, Román Jakobson, Marx, Engels, Hegel, Derrida, Facault, Julia Kristeva, Barthes, Elaine Showalter, Sartre, Hans R. Jauss, George Lukács, Northop Frye y otros, no son extraños a mis ojos cansados, con algunos he estudiado y de todos y todas, he aprendido.
No soy crítico de arte. Amo el arte y lo que para mí es bello, para otros no podrá serlo y podrá ser feo, no me considero un político, sino un estudioso aspirante a revolucionario, no me gusta recibir ni dar órdenes, soy y ser irreverente hasta el día final y espero haber contribuido de alguna forma a la liberación y cultura general de los pueblos de la tierra.
Llevo en mi alma los Heraldos Negros de Vallejo, la irreconciliable y denunciante poesía de Roque, la poesía de Nicolás Guillen y José Martí y las enseñanzas de Fidel y el Che como ánforas que iluminan los caminos de mi vida y que conjugados con el sueño de Bolívar estoy más que seguro que harán florecer la Primavera Latinoamericana.
Ponciano Montañés
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