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Saludo del FNRP al pueblo venezolano por las elecciones del 26 de septiembre de 2006
Hermanas y hermanos venezolanos
Latinoamérica está en pie de lucha. Algunos de sus pueblos pelean por su derecho a ser poder, otros, como el suyo, llevan a cabo revoluciones sociales que entierran cada día los vestigios del maldito capitalismo neoliberal que nos llevo al colmo de la dependencia y la miseria.
Cuando estamos a las puertas de las elecciones legislativas venezolanas, las miradas y los corazones de nuestro pueblo se vuelcan al sur. Su ejemplo nos ilumina y tenemos confianza en que ese seguirá siendo el caso.
No podrá el imperialismo contra esa marea roja llena de esperanzas que defiende tantas conquistas sociales con tal dignidad y soberanía que se vuelve gigantes invencibles.
El comandante Chávez y El Partido Socialista Unido de Venezuela sabrán vencer al proyecto del capital transnacional que a través de sus peones en cada país intentan someter a nuestros pueblos y controlar nuestras riquezas.
Salud pueblo venezolano, reciban nuestra felicitación anticipada por la victoria de este domingo 26 de septiembre, otro día que marcará de senda socialista.
¡Viva la unidad latinoamericana!
¡Patria libre o morir!
¡Resistimos y Venceremos!
Frente Nacional de Resistencia Popular
Tegucigalpa 23 de septiembre de 2010
http://www.swamppolitics.com/news/politics/blog/2008/10/29/Chavez%20and%20Castro-thumb-350x441.jpg
1.
Si yo fuera venezolano
Mañana es un día importante para Venezuela. Están anunciadas las elecciones para escoger a 165 miembros del Parlamento, y alrededor del importante evento se libra una histórica batalla.
Pero a la vez, las noticias sobre el estado del tiempo son desfavorables. Fuertes lluvias están azotando a la tierra que fue la cuna de El Libertador.
Las lluvias excesivas afectan a los pobres más que a nadie. Son los que tienen las viviendas más modestas, viven en los barrios más olvidados históricamente, con difícil acceso, calles malas y menos tránsito. Cuando las aguas invaden sus hogares, todo lo pierden. Ellos no disponen de las viviendas cómodas y seguras de los ricos, sus amplias avenidas y abundantes medios de transporte.
No se trata de una elección presidencial. En las exclusivamente parlamentarias, la población se moviliza poco y suele restarle importancia.
Por lo general, donde el imperialismo domina y la oligarquía oportunista recibe una parte jugosa de los bienes y servicios nacionales, las masas no tienen nada que ganar o perder y, al imperio, no le preocupa un bledo las elecciones. En los Estados Unidos, ni siquiera las elecciones presidenciales movilizan más del 50% de los que tienen derecho a votar.
¿Por qué en cambio, sus enormes recursos mediáticos se vuelcan esta vez contra Venezuela y la someten a un implacable bombardeo de mentiras y calumnias contra el Gobierno Revolucionario Bolivariano?
No intentaré amontonar argumentos para persuadir a un pueblo valiente y digno como el de Venezuela. He visto las movilizaciones populares y el fervor de millones de personas, especialmente de la gente más humilde y combativa, que ha tenido el privilegio de vivir una etapa nueva en la historia de su país, y ha devuelto al pueblo los fabulosos recursos de Venezuela. Ya su Patria no es una nación de analfabetos, donde millones de hombres, mujeres y niños sobrevivían en la extrema pobreza.
No les hablaré de una experiencia que Cuba vivió, de la cual hablan 50 años de resistencia heroica frente al bloqueo y los repugnantes crímenes del Gobierno de Estados Unidos.
Les digo simplemente lo que haría si fuera venezolano.
Me enfrentaría a las lluvias, y no permitiría que el imperio sacara de ellas provecho alguno; lucharía junto a vecinos y familiares para proteger a personas y bienes, pero no dejaría de ir a votar como un deber sagrado: a la hora que sea, antes de que llueva, cuando llueva, o después que llueva, mientras haya un colegio abierto.
Estas elecciones tienen una importancia enorme y el imperio lo sabe: quiere restarle fuerza a la Revolución, limitar su capacidad de lucha, privarla de las dos terceras partes de la Asamblea Nacional para facilitar sus planes contrarrevolucionarios, incrementar su vil campaña mediática y continuar rodeando a Venezuela de bases militares, cercándola cada vez más con las letales armas del narcotráfico internacional y la violencia.
Si existen errores, no renunciaría jamás a la oportunidad que la Revolución ofrece de rectificar y vencer obstáculos.
Si yo fuera venezolano, aún bajo rayos y centellas, lucharía hasta lo imposible para convertir el 26 de septiembre en una gran victoria.
Fidel Castro Ruz
Septiembre 25 de 2010
2 y 17 p.m.
http://rebelion.org/imagenes/p_26_09_2010.jpg
2.
Trascendentes elecciones parlamentarias en Venezuela
"El pueblo legislador", próximo desafío de la Revolución Bolivariana
prensadefrente.org
Este domingo se vota en Venezuela el recambio completo de la Asamblea Nacional, órgano unicameral que ejerce el poder legislativo desde la Constitución parida en 1999. Las elecciones servirán para actualizar la correlación de fuerzas entre los dos bloques políticos antagónicos: El PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), acompañado por el PCV (Partido Comunista de Venezuela), frente a la opositora Mesa de Unidad, integrada por una veintena de partidos de derecha. Pero sobre todo, los comicios significarán una nueva prueba a la salud y al porvenir de la Revolución Bolivariana, que para la ocasión incorpora a su batería de ensayos la propuesta de “El Pueblo Legislador”.
Unos 18 millones de venezolanas y venezolanos integran el padrón electoral que podrá elegir a los 165 diputados y diputadas a la Asamblea Nacional, incluidos los tres representantes indígenas. Además se elegirán los 12 diputados y diputadas al Parlamento Latinoamericano (único país que lo hace por voto directo).
La votación va a determinar qué porcentaje recuperará la oposición en el parlamento, teniendo en cuenta que en las anteriores legislativas decidieron no presentarse, en un patético y fallido intento de boicot. Ahora vuelven a apostar por la vía democrática con una coalición agarrada con alfileres, prácticamente sin figuras relevantes y sin mostrar un proyecto unificado, con una única propuesta en común: “salir de Chávez”.
Sus puntos de apoyo son la maquinaria mediática privada nacional e internacional -que renovó en los últimos meses sus descaradas campañas antichavistas- y el patrocinio político y financiero de las corporaciones transnacionales e incluso del Departamento de Estado de Estados Unidos, como lo denunciara la investigadora Eva Golinger ante la Fiscalía General.
La derecha venezolana tampoco se esmeró demasiado en maquillar sus plataformas políticas. Algunas muestras de los ideales y valores que promueve se reflejan en iniciativas como la de Gustavo Rojas, candidato por Primero Justicia, que para financiar su campaña decidió rifar una operación de aumento de senos; o como Richard Blanco, de Alianza Bravo Pueblo, que utilizó a jóvenes semidesnudas, al estilo de las garotas del carnaval brasileño, para promocionar su campaña.
La apuesta del PSUV mostró a un Chávez poniéndose la campaña al hombro y recorriendo todo el país con maratónicas y multitudinarias caravanas. El partido gobernante presenta entre sus candidatos a varios de sus dirigentes de primera línea, algunos de los cuales acarrean cierto desprestigio. Pero también postula a un buen porcentaje de referentes de la juventud bolivariana, aquella que se forjó y se formó políticamente en el proceso; el caso más emblemático es el de Andreína Tarazón, de apenas 22 años, proveniente del movimiento estudiantil y bautizada por Chávez como “la hija de la revolución”.
También integran la lista de candidatos del PSUV algunos militantes de organizaciones de base, como Orlando Zambrano, vocero del Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora, postulado en el Estado de Apure. Lo que podría aportarle una bocanada de aire fresco a una Asamblea todavía impregnada de vicios y lógicas burguesas.
El Pueblo Legislador
Pero además de buscar la mayoría absoluta en el parlamento, el chavismo tiene un segundo reto, algo más complejo. En sintonía con la premisa general de transitar de una democracia representativa a una protagónica, la próxima Asamblea Nacional tendrá el desafío de intensificar las vías de participación del pueblo organizado, de darle vida a la propuesta de “El Pueblo Legislador”.
¿De qué se trata? En pocas palabras, de transformar el parlamentarismo actual por uno construido y ejercido desde las instancias del poder popular. De que cada diputado/a participe en instancias de funcionamiento regular, en el circuito donde fue elegido/a, junto a voceros y voceras del poder popular: allí debería informar sobre la gestión de la Asamblea Nacional, promover el debate, recibir propuestas de anteproyectos de leyes y someter a consideración las decisiones que se discutirán en la Asamblea Nacional.
De comenzar a materializarse este concepto de “pueblo legislador”, se daría un paso importante en la profundización del proceso en su larga transición al socialismo. Claro, con diputados y diputados revolucionarios, el camino será más sencillo.
- ver transmisión en vivo de medios comunitarios nucleados en la Red Alba TV
www.albatv.org
- Escuchar en vivo el operativo especial de La Radio del Sur, el domingo
Fuente: http://www.prensadefrente.org/pdfb2/index.php/a/2010/09/24/p5966
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3.
República Bolivariana de Venezuela: Pieza geopolítica global
Raúl Zibechi
Alai-amlatina
Las principales potencias del mundo, tanto las emergentes como las decadentes, disputan los recursos naturales que posee Venezuela, convirtiéndola de ese modo en una de las más preciadas piezas del ajedrez estratégico global. La pugna electoral por el control del parlamento, del próximo domingo 26 de setiembre, se enmarca en esa tensión de fondo.
El 16 de setiembrela Gaceta Oficial publicó la ley 39.511 que aprueba el acuerdo entre los gobiernos de Venezuela y China sobre cooperación para financiamiento a largo plazo. Se trata de un crédito de 20.000 millones de dólares para financiar 19 proyectos de desarrollo. El pago de la línea de crédito se efectuará mediante la venta de petróleo crudo: para el año 2010, no menos de 200.000 barriles diarios; para el año 2011, no menos de 250.000 barriles diarios; para el 2012 no menos de 300.000 barriles diarios.
El acuerdo fue anunciado por el presidente Hugo Chávez en abril pasado, remarcando que el volumen de la inversión china no tiene parangón en los 60 años de existencia de la República Popular. No se trata solamente del monto, dijo en su momento, “hay que darle una lectura política, geopolítica, de confianza”.
Venezuela ya envía a China cerca de 500.000 barriles diarios de petróleo, a los que deben sumarse 400.000 barriles que producirá una empresa mixta binacional que operará en la Faja del Orinoco. Y, finalmente, los 300.000 barriles del último acuerdo. En total, las exportaciones de petróleo venezolano a China superarán el millón de barriles diarios. La misma cantidad que Venezuela exporta a Estados Unidos.
Geoestrategia china
“Todo el petróleo que China pueda necesitar para consolidarse como una gran potencia está aquí”, dijo Chávez el 18 de setiembre al recibir los primeros cuatro mil millones de dólares del acuerdo. Para evaluar el acuerdo firmado, así como el volumen total de la inversión china en Venezuela, debe considerarse que la potencia asiática registró una inversión directa en el exterior de 56.500 millones de dólares en 2009. La mayor de su historia. O sea, el acuerdo con Venezuela representa casi el 36 por ciento del total anual en su mejor año. Y en un solo país.
Es evidente que nadie suelta 20 mil millones de dólares de un saque sin estar muy seguro de lo que está haciendo. Una cifra que equivale al PIB de Bolivia y Paraguay juntos, o a dos tercios del PIB uruguayo. Y no lo hace en cualquier país, sino en aquel que hasta ahora tenía el grueso de sus exportaciones focalizadas hacia Estados Unidos. En 2007 Venezuela exportó 1,3 millones de barriles diarios de petróleo hacia ese país, con lo que desplazó a México como tercer proveedor de Washington. Esas cifras señalan que cerca de un 85 por ciento del crudo exportado de Venezuela va hacia los mercados de Estados Unidos.
China realizó además otras inversiones en Venezuela vinculadas a la explotación minera que incluyen 50 proyectos para explotación de aluminio, bauxita, carbón, hierro y oro y otro acuerdo para ingresar en la Faja Petrolera del Orinoco por 16 mil millones de dólares que permitirá a PDVSA elevar la producción en casi un millón de barriles diarios. El último acuerdo al que se refiere Chávez incluye planes hasta el año 2030 para el desarrollo integral de ocho sectores: electricidad, transporte, minería, viviendas, finanzas, petróleo, gas y petroquímica. Y supone la construcción conjunta de taladros petroleros, plataformas, ferrocarriles que van a cruzar al faja del Orinoco y 20 mil viviendas en el sureste venezolano.
La inversión china en Venezuela asciende a 44 mil millones de dólares, toda vez que ya había un compromiso para un “fondo pesado binacional” de 8 mil millones de dólares. Es evidente que nadie arriesga ese dinero sin tener la seguridad de que no lo va a perder. Dicho de otro modo, China puede contar con que sus inversiones en Venezuela son seguras, mucho más allá de lo que suceda en las urnas. Así razonan todas las potencias del planeta.
Réplicas de Washington
En los últimos doce años la antigua clase dominante ha perdido gran parte de su poder en Venezuela, al punto que un sector significativo de sus miembros emigró a Estados Unidos, Colombia y Perú, entre otros. Algunas de las mayores empresas del país, entre ellas PDVSA, CANTV, la principal empresa de comunicaciones, la mayor parte de los bancos así como empresas agropecuarias y millones de hectáreas de tierras improductivas, pasaron a manos del Estado.
Los principales riesgos para la continuidad del proceso bolivariano no radican en una burguesía declinante, sino en la nueva “boliburguesía” nacida del control de las empresas estatales y de cargos políticos, integrada por burócratas oportunistas que han hecho fortunas al subirse al proceso. Una parte de esos personajes fungen como cuadros del PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela). En las elecciones del domingo 26 no está en juego el proceso de cambios sino algo más sutil, pero no menos importante.
La Asamblea Nacional cuenta con 165 diputados, que serán renovados en su totalidad. El 60 por ciento de los escaños se obtienen de modo nominal y el resto en forma proporcional. Tres pertenecen a circunscripciones indígenas. La lista que obtenga la mitad más uno de los votos en cada circunscripción, obtendrá el 75 por ciento de los escaños del escrutinio proporcional. El asunto es que la Constitución establece que las leyes orgánicas necesitan dos tercios de los diputados para ser aprobadas y las leyes habilitantes, las que facultan al presidente a gobernar por decreto, requieren las tres quintas partes de los legisladores.
Como señala Ignacio Ramonet, “le bastaría a la oposición obtener 56 votos sobre 165, para impedir la adopción de leyes orgánicas, y 67 votos para imposibilitar la aprobación de leyes habilitantes. Hasta ahora las principales reformas han podido realizarse gracias precisamente a leyes habilitantes” (Le Monde Diplomatique, setiembre 2010).
Es muy probable que la oposición alcance alguna de esas cifras, por varias razones: la inseguridad que hace que Venezuela sea el país con mayor índice de homicidios del continente junto a Honduras y El Salvador; una inflación galopante que alcanza el 30 por ciento anual; la corrupción incrustada en todas las esferas del aparato estatal. Además, la oposición viene avanzando en los últimos años: en las elecciones de 2008 ganó los tres estados más poblados (Miranda, Zulia y Nueva Esparta) y la alcaldía de Caracas.
Es posible que el chavismo no consiga los dos tercios, o sea 110 escaños. Los adversarios del proceso, los think tank estadounidenses, comprendieron que pueden bloquear el proceso bolivariano “desde dentro”, ya que atacándolo “desde fuera” (golpe de Estado, paros patronales y petrolero) no consiguieron más que blindar a la población de los cerros con el presidente Chávez. Ahora parecen apostar a una implosión del proceso o, en su defecto, a un cierre autoritario y defensivo.
El torbellino geopolítico
En el marco del centenario de la Universidad Autónoma Nacional de México, Noam Chomsky expuso su visión del momento que atraviesa su país, Estados Unidos. Dijo que el control del mundo “no es cosa sencilla, ni siquiera para un Estado con un poder sin precedentes”. Fue muy precioso al argumentar que ”ese poder se erosiona por todos lados, y hasta en el patio trasero de Washington los súbditos se vuelven cada vez más desobedientes” (La Jornada, 22 de setiembre).
Sostuvo que el gran desafío proviene de China, pero alertó sobre un hecho poco comentado en los medios de comunicación occidentales, que revela el cambio hegemónico en curso, consistente en que “por un raro accidente geológico, China posee 97 por ciento de tierras preciosas, ricas en componentes indispensables para el desarrollo de la electrónica y la industria verde”. Dijo que ahí está el futuro y que las inversiones destinadas a la industria verde en China superan las que logran atraer los países europeos, Estados Unidos y Canadá juntos.
Una inteligencia fina y profunda no podía dejar pasar ese dato. Pero agregó otro elemento, para completar su visión del mundo: “Si Estados Unidos no es capaz de controlar a América Latina, no podrá imponer el orden en el resto del mundo”. Uno de los varios ojos del huracán geopolítico está focalizado en Venezuela, cuya alianza estratégica con China parece irreversible.
* Raúl Zibechi, periodista uruguayo, es docente e investigador en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios colectivos sociales.
Fuente: http://www.alainet.org/active/41122〈=es
http://elblogdelcapi.files.wordpress.com/2007/12/chavez0508.jpg
4.
El 26-S en Venezuela
O el reto de ver dónde se está parado
Juan Alberto Sánchez Marín
Rebelión
Terrorismo mediático, periodismo pornográfico, información falsa, encuestas tendenciosas, rumores mortíferos, miedos propagados a gritos: Estrategias menores venidas a más en esta lucha sin cuartel, que buscan llenar de abrojos el camino de la revolución en marcha y quieren sembrar de nubarrones el firmamento del país.
Venezuela afronta otra contienda electoral en la que se escogerá una nueva Asamblea Nacional y los representantes ante el Parlamento Latinoamericano. Hay en juego 165 escaños para diputados y 12 para el Parlatino.
Los candidatos partidarios de la causa revolucionaria, que encabeza el presidente Hugo Chávez, están organizados en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). La oposición se sienta en torno a la Mesa de Unidad Democrática (MUD), una mezcolanza de doce partidos que se reconoce por la ausencia de unidad y la escasez de juicios democráticos. Al costado, algunos candidatos independientes, aliados o no de unos o de otros.
No tiene sentido entrar a considerar ahora los logros habidos por el proceso revolucionario venezolano. Se habla de ellos por estos días. Sí puede afirmarse que son inversamente proporcionales a la medida en que han sido desconocidos, rebajados y vilipendiados por la oposición.
Breve cuadro de costumbres de la oposición
El acervo discursivo de los líderes opositores, los giros textuales de los candidatos de esa Mesa de Unidad y la estructura mediática en pleno, otra vez, esquivan el plano propositivo y optan por las tácticas manidas de la detracción.
Brillan por su ausencia las propuestas, pero refulge la difamación. Nada nuevo. Las carencias en la capacidad para asumir la realidad del país, diseccionar los contextos, comprender los fenómenos, efectuar la prospección y plantear opciones caracterizan a la oposición venezolana. Una circunstancia que sale a flote en los desafíos que plantean siempre los comicios.
A la oposición venezolana no le han faltado recursos. Estados Unidos, a través de agencias como la USAID y de organismos no gubernamentales, ha financiado en elecciones anteriores y financia ahora una buena parte de sus campañas. Y ha promovido y costeado la realización de actos de sabotaje y otras acciones desestabilizadoras, con miras al derrocamiento de Hugo Chávez. (1)
A la oposición venezolana no le han faltado asesores. Con el poderío económico propio o el recibido de los Estados Unidos, paga a personajes como J. J. Rendón, un venezolano tristemente célebre, que anda por el continente vendiendo sus servicios de intrigante y desprestidigitador.
Ha recibido la asesoría de los cubanos de Miami, un albergue de terroristas, un nido de fascistas resentidos y frustrados, cuyas inútiles recomendaciones la oposición venezolana sigue para bien del gobierno de Hugo Chávez: Lo que no les funcionó nunca en La Habana, tampoco les ha funcionado durante más de una década en Caracas.
A la oposición venezolana no le han faltado ganas. Al contrario, ha ido cantándolas por el mundo, dentro y fuera de Venezuela. Lo ha intentado todo. Desde golpe de estado, hasta paro petrolero. Desde guarimbas, hasta cacerolazos. Desde marchas, hasta retiros espirituales. Desde montajes judiciales, hasta asesinatos. Desde coaliciones con los cardenales de Dios, hasta alianzas con esbirros del diablo.
Los opositores han ido clamando solidaridad por el mundo. Lo han hecho remedando escenarios típicos de las lacrimógenas telenovelas venezolanas, tan esparcidas con tanta saña por el mundo por RCTV, un canal de televisión al que no le fue renovada la concesión para operar la frecuencia estatal. Una espina que los poderosos del país no le perdonan a Chávez.
Cómo hacerlo, si en el unísono universo mediático esa fue una voz que se les fue sin pensarlo, aunque sabiendo bien cómo y por qué. RCTV no fue una onda que se apagó: cambiaron los hablantes. Dejaron de oírse los gritos plañideros de la desheredada que recobró su fortuna liándose con el galán pudiente, para oírse los cantos del pueblo descamisado construyendo su propio horizonte. Algo inaceptable.
Algunos pocos líderes de la oposición han manifestado que reconocerán los resultados de las elecciones. Amanecerá y veremos. De seguro que los resultados serán reconocidos si les son favorables. Y es muy probable que no serán admitidos si no están en concordancia con sus pronósticos ilusorios. Una ecuación de lo más de simple. Un vicio lo más de arraigado.
La oposición venezolana se ufana de que alcanzará la mayoría calificada en estas elecciones. En cifras, 110 votos, las dos terceras partes de la votación. Guarismo que, claro está, también necesita el gobierno para continuar avante y sin mayores tropiezos con el proceso. He ahí el desafío.
Lobo feroz para los demonios
Lo que ocurre en Venezuela, claro está, le importa a los propios venezolanos. Muchísimo. Y le importa, y cuánto, a todos los habitantes de la región. Y a los de más allá, allende la mar, los desiertos y hasta la lengua.
No se juega apenas el equilibrio de unas fuerzas, izquierda y derecha, al decir de los analistas, sino algo más: La posibilidad de edificar el futuro por fuera de los círculos de poder egoístas del capitalismo.
El Socialismo del Siglo XXI, tan prolijo en detractores, tiene un carácter simbólico y, en otro nivel, además emblemático. Se trata de un proceso que, más allá de lo ideológico, representa una expectativa para los pobres de la tierra, en un mundo en el que las fuerzas económicas mundiales se concentran en aumentar cada vez más la brecha entre los que todo lo tienen y los que no poseen nada.
Un modelo fatal, que se origina en los centros de poder, donde se lleva a alturas desquiciadas, y se reproduce en la periferia de manera progresiva y sistemática.
El mecanismo es sencillo: El poderío corporativo y empresarial coopta al Estado y lo convierte en un instrumento: fuerte con los débiles, aplasta con su aparato represivo cualquier resistencia de los de abajo contra el "orden" capitalista; servil con los poderosos que lo manejan a distancia, desde las empresas nacionales y las agencias imperiales.
Estados nocivos que proporcionan una pátina de legitimidad democrática a las cacicadas impuestas desde esas instancias: privatizaciones desaforadas, megaproyectos de desarrollo que desplazan y acaban con la vida de comunidades enteras, pueblos originarios exterminados por el tramposo engranaje neoliberal, planes de "ajuste" estructural que condenan a la marginación a dos tercios de la sociedad.
El consumo embelesa a todos, la educación los estandariza y dispone para la absorción, los medios los embaucan, el sueño de la libertad los hace a la vez cautivos del engranaje y el inconforme, gracias al 11-S, es anulado bajo el estigma de terrorista.
El pecado de Venezuela, como lo ha sido el de Cuba a lo largo de tantos años, como el de cualquier lugar que le muestre al mundo que otra clase de sociedad, que otras formas de producción, de convivencia y de relaciones son posibles, carece de nombre.
No se trata de corrientes filosóficas o de convicciones, ni siquiera de principios. Es, simplemente, paranoia. El mayor riesgo que ofrece el proceso que se adelanta en Venezuela es el altísimo grado de cielos que abre para cualquiera que alguna vez alce los ojos hacia arriba y mire.
Una experiencia que puede no ser útil como modelo para ningún país. Pero que constituye un paradigma excepcional a la hora de darle cuerpo a la esperanza de que otro mundo es posible. No es el eslogan. Es un nuevo mundo. Más vasto que el pisado una vez por Colón, porque lo comprende a cabalidad, y muchas veces más habitado que todo el orbe de aquellos tiempos, porque suma más de mil millones de personas.
Más los cien millones en la indigencia absoluta. Más cerca de dos mil millones medio pobres. Más quién sabe cuántos otros cientos que son paupérrimos y ni siquiera lo malician.
Son los pobres de la Tierra toda. El planeta que tan azul se ve desde el cielo, tan dorado y lleno de oportunidades desde las alturas de Forbes, tan negro desde el verde mismo de los cinco continentes.
Venezuela es espejo para mirarnos. Y el efecto espejo permite vernos en los harapos y la desnudez. Y ver la inopia social que nos rodea, hace y deshace pensamientos. Sólo saberla es subversivo. El que piensa pierde: hay que suprimirlo porque en realidad gana. La reflexión y la conciencia son buenas consejeras para el que las asume. No pueden serlo para el que somete.
Las variantes se hacen entonces limitadas: la ignorancia es transmitida y el oscurantismo dirigido. Los ejemplos de ruptura de los patrones son malmirados, arrinconados, embestidos, borrados del mapa. A los líderes de tales experiencias les espera otro tanto: si el sistema imperante no puede penarlos con el anonimato, les signa con el desprestigio. Si no, elemental, los mata.
La democracia, que por principio no le sirve a los ricos, ni a sus corporaciones, ni a sus gobiernos, se vuelve de papel, para que sea cómoda. En Estados Unidos, en Chile, en Perú, en Colombia, en donde sea. Si es cierta, o si pretende serlo, no aprovecha. Hay que acomodarla, alterarla, poner la maquinaria al servicio de los intereses particulares, los de los buenos.
Por eso Venezuela es tan peligrosa y por lo mismo hay tanto en juego en estas elecciones legislativas. Me equivoqué cuando afirmé que son otras elecciones. Nunca son unos sufragios más. Siempre son: “Las elecciones”. Cada justa es única. La elección que se pierde, o que no se gana por lo necesario, que es lo mismo, es una puerta abierta a la oligarquía y por lo tanto un socavón para la construcción en marcha.
Los líderes de la oposición, los pudientes, quienes a pesar de 11 años de revolución siguen siendo los dueños de buena parte del país, cómo no, están al tanto. Quieren recuperar lo poco perdido o no perder nada de lo mucho que tienen. Les asusta que muchos tengan algo y que el estado empiece a pagar una deuda social que ellos mismos condujeron a términos malditos. Y hay que entenderlos. La voracidad capitalista es algo que carece de límites, en Venezuela o la Cochinchina.
La barbarie al medio
Por desgracia, ese afán inhumano y sin tregua del capital es algo que buena parte de los pueblos no tienen en cuenta. Por gracia de la manipulación mediática, de la considerable capacidad de desinformación de los medios de comunicación masivos, de su alarmante potencial para generar criterios a su beneficio o para intervenir a su antojo sobre la opinión pública.
Y porque siguen estando en manos de los de siempre, son los mismos y haciendo lo mismo. Los propios medios que engañan a voz en cuello cuando sostienen que el gobierno venezolano tiene el monopolio de los medios, o que lo aumenta, o que los constriñe.
Igual que afuera unas pocas y cada vez más poderosas agencias informativas controlan lo que ve y lee el mundo, adentro de Venezuela, en la televisión, la radio, la prensa y la Internet, la pelea en la generación de mensajes y en los porcentajes de flujos informativos es de tigre con burro amarrado. Este último, desde luego, es el gobierno.
Los yerros del gobierno, que los hay, tienen eco a lo largo y ancho de la región, del continente, y circulan de inmediato, lo mismo en Bogotá que en Madrid. El tropezón resuena, el balbuceo se amplifica. Los aciertos, de la dimensión que sean, no se mencionan. Se esquivan. Los corresponsales en Caracas saben cómo hacer su trabajo y por algo están allí. La noticia se fabrica, la cizaña se edulcora y esparce.
Algunas experiencias mediáticas importantes, estatales, sociales, comunitarias, procuran hacerle frente al ambiente adverso. No sólo son palabras solas en medio del torbellino, sino que son saboteadas, boicoteadas, excluidas.
Terrorismo mediático, periodismo pornográfico, información falsa, encuestas tendenciosas, rumores mortíferos, miedos a gritos: estrategias menores venidas a más en esta lucha sin cuartel, que buscan llenar de abrojos el camino de la revolución en marcha y quieren sembrar de nubarrones el firmamento del país.
Nicolás Gómez Dávila, un escritor y filósofo colombiano, que creía que los horrores políticos devienen de errores teológicos, no sin cierto sarcasmo de la vida aquí traído a colación (Colacho, le decían los amigos), tiene este infalible escolio: “El tonto halla desierto todo lugar noble en que se introduzca” (2).
Hace buena falta discernir con claridad el sitio en el que los venezolanos están parados (y el momento que cruzan).
La disyuntiva es evidente: o lo vemos noble con los ojos propios, o le creemos que no lo es al ojo mediatizado que así nos lo indica con abrumadora y sospechosa insistencia.
Ninguna dádiva mana de arriba, ni de los poderosos ni por la gracia de los dioses. Ni viene aviso alguno ni indicación admisible.
Un voto, unos votos, que marcan la diferencia y siguen haciendo el camino, provienen de lo que los propios pueblos determinan.
De los habitantes de los cerros de Caracas, pero también de los de las calles polvorientas de San Juan de los Morros o de los de los vientos fríos de San Rafael de Mucuchíes; de los de los planicies llaneras, de los de los pastizales de Portuguesa o Barinas, pero también de los de las costas de Zulia, Lara o Falcón; de los de las zonas selváticas de Amazonas o La Guayana, pero también de los cualquier otro rincón del país.
La emancipación que ahora se conquista en la República Bolivariana de Venezuela es esperanza que paso a paso avanza más allá, adonde quiera que la libertad esté en riesgo. Ahora bien, no más una cuestión: ¿En qué lugar de la tierra no lo está? ¿En cuál esquina de qué gran urbe o qué pequeña ciudad, aunque no abra la boca, no hay ya mismo un esclavo clamándola?
* Juan Alberto Sánchez Marín es periodista y realizador audiovisual colombiano.
http://juanalbertosm.blogspot.com
NOTAS:
(1) “Injerencia de USAID en las Elecciones en Venezuela”, por Eva Golinger, en Centro de Alerta para la Defensa de los Pueblos. Ver: http://centrodealerta.org/noticias/injerencia_de_usaid_en_las_.html
(2) Escolios a un texto emplícito (Tomo II). Nicolás Gómez Dávila. Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura, PROCULTURA. Bogotá, 1986.
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Este es un grupo de correos de amigos de la Organizacion Politica Los Necios. Creemos en el debate, en el ejercicio de opinar y difundir pensamiento revolucionario, sentimiento humano. Tambien para hacer acopio de ideas, observaciones, criticas y pensamientos que contribuyan con la construccion de una nueva sociedad hondureña y centro americana, que a la vez nuestra luz crezca y se comparta con el mundo.
¡Venceremos!
¡Necedad!
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