Mirar al vacio por los ventanales, contemplar los rayos cayendo del cielo, escuchar los pájaros, y ver la foresta cual copo sonoros celebrando fiesta, quizá eso sea amar con el alma.
Ver la luz del día con la alegría, que se ve al niño cuando va a la escuela, ir abriendo el surco tirando semillas e inmediatamente irradiando vida.
Recibir la lluvia como algo sagrado, beber el rocío, del campo florido olvidando un rato todos tus dolores viendo a la montaña explotando en flores.
Ver en la pequeñez del grano de polen la conjugación dialéctica de lo que es la vida, encender un fuego, y ver en la llama el calor humano de seres que aman.
Ver saltar los pájaros, cual pequeños niños entre rama y rama chupando las fresas.
Decir a ti mismo: No existen tristezas de las almas nobles del ser en la tierra.
Mirar al vacío, y ver a lo lejos, la luz que se fuga, anunciando lluvias.
Extender los brazos mirando hacia el cielo, abrazar la dicha de estar en la tierra.
Ver al dios maíz, alzarse en el tiempo, cada vez más noble la mazorca herida, no muere la planta, dialécticamente, se convierte en vida.
Mirar al vacío, tomando en cuenta que la vida es corta si la haces cruenta, con odios, y acciones que es la negación, de nuestra razón de estar en la tierra.
Ah el ser! ¿Para qué negamos la paz en la tierra?, por qué no entregar colectivamente, los frutos sagrados de la madre eterna…
Vivir por vivir no es más que destruir, el alfa y omega del ser en la tierra.
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