Para ninguna persona que tenga los sesos donde normalmente deben llevarse, es de extrañar que el copioso invierno y los desastres causados por el hombre mismo ha hecho harto difícil el desarrollo programático al Ministerio de Obras Publicas bajo la dirección del compañero Gerson Martínez. La inmensa cantidad de lluvias, los derrumbes de material sísmico y los frecuentes aludes agregándole a ello el desbordamiento de los ríos, han hecho las tareas del ministerio casi imposibles de cumplir de acuerdo a agendas y calendarizaciones, de tal forma; que el Ministerio se ha visto en la necesidad de ir subsanando prioridades a nivel del sistema vial nacional.
Para los enemigos del actual gobierno es muy fácil lanzar acusaciones subjetivas y extemporáneas en lugar de ayudar, vienen a agravar más la difícil situación de la infraestructura vial salvadoreña. Cualquier persona, o cualquier ministerio tendrían que ser magos para resolver de la noche a la mañana males estructurales centenarios infraestructurales, y aun peor cuando el actual gabinete se encontró con un saqueo total y descarado al Erario Nacional.
Los críticos del ministerio de Obras Publicas deberían de sacar una media aritmética entre los males causados por la fenomenología natural y las reparaciones hechas por el Ministerio de Obras Publicas. Por otro lado; debemos conducir o caminar a lo largo del país para darnos cuenta que es una inmensidad de caminos que se están construyendo o que se están reparando y no es, técnicamente objetivo estar parchando en la mañana para que las reparaciones se vuelvan cárcavas al final del día por el azote de la lluvia.
Una política más audaz seria guardar medios y hacer reparaciones firmes durante el verano con la seguridad de que van a resistir los golpes y destrucción de inviernos venideros que dado al desbalance ecológico nadie está esperando que sean normales. El compañero Gerson Martínez está dirigiendo un gigante al que hay que limpiarlo y aceitarlo en todo su esqueleto ya que no son sólo los caminos sino el vice ministerio de vivienda y el vice ministerio de transporte que también depende de obras públicas.
Si tanto la empresa privada como la ciudadanía en general quieren ver el trabajo objetivo y demostrable de obras públicas se deben de preocupar por invertir los primeros, y hacer las cosas bien lo segundo, ya que únicamente las cosas pueden resultar bien como producto de una relación simbióticas entre gobierno, empresa y ciudadanía y de estar forma se pueden llevar a cabo los planes del gobierno se pueda llevar el trabajo del Gobierno hacia mejores derroteros.
En los aspectos del transporte los transportistas tienen que estar claros que son ellos los que usan comercialmente el sistema vial. En el caso del ministerio debe demandar efectividad científica de sus trabajadores y las empresas contratadas para la realización de sus obras.
El Señor presidente de la república recientemente anuncio el reinicio de la construcción de viviendas, lo cual traerá oportunidades de trabajo para la ciudadanía y las empresas de construcción al final dándole una oportunidad a la ciudadanía salvadoreña para obtener un lugar digno donde vivir.
La situación financiera del Estado Salvadoreño y del gobierno como parte del mismo, no ha sido solo difícil, sino que crítico, y no bastan sólo las buenas intenciones sino una fuerte inversión de los fondos del fisco y de la cooperación internacional, adjudicados a los programas de mayor urgencia, destinadas a las necesidades urgentes de la realidad nacional, las cuales son desde mi punto de vista: Salud, infraestructura, educación, desarrollo agrícola.
El Ministerio de Obras Publicas ha cumplido sus objetivos propuestos, en la medida de sus posibilidades científicas y económicas esperando que en el tiempo que pasen la estación lluviosa pueda avanzar en un esfuerzo máximo en el trabajo encomendado.
Hace falta, de parte de los departamentos de prensa, de cada ministerio del gabinete, el dar a conocer lo que se está haciendo, de otra forma, todo el es
fuerzo, será opacado por las peroratas, de los pajarracos plumíferos oscurantistas, pagados para engañar al pueblo.
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