DESPUÉS DE LA TORMENTA
Hola Ponciano, saludándote desde un rincón chalateco. Vieras hermano que después del largo invierno que ha sido mi vida, quizá por el cachimbo de años que han curtido mi cuero de garrobo, me estoy dando el tiempo de mi vida. Quisiera ser mago para extender los minutos y eternizar lo que me queda de esta existencia que bien o mal ha sido lo que yo siempre he querido que sea.
Hace ya largo tiempo cuando apenas salía de la normal y me dieron mi primer trabajo en una escuelita de un cantón de mi región, entregué mis humildes servicios al proceso revolucionario de mi país y aunque no puedo decir que haya sido un hombre de armas, ello no significa que a lo largo de treinta años el enemigo no me hay tenido enlistado para darme corte de chaleco o ametrallarme en cualquier momento, de suerte sólo me metieron tres carceleadas por pertenecer a ANDES y lo demás es ya historia.
Yo siempre he amado a mi organización magisterial, al BPR y al FMLN y respeto y amo a toda la gente que participó y sigue participando en la lucha de liberación de forma incondicional, independiente del sector de que vengan; ya que cuando la guardia mataba al pueblo, no preguntaba siquiera como se llamaba o a qué organización pertenecía. Los años han pasado. Desde aquel tiempo ya hace cuarenta años, más de cien mil muertos, más de dos millones y medio en el exilio y un gobierno elegido por el pueblo. Por lo tanto, considero que en nombre de la sangre y del sacrificio de este pueblo valiente, digno e insigne, tenemos que abandonar todas las diferencias y trabajar unitariamente por el progreso de nuestra ciudadanía. Cada quien debiera llegar con humildad a su trinchera y hacer su trabajo fraternizando con todos sin importar las procedencias ya que si nunca tratamos de curar nuestras llagas, siempre estarán sangrando.
El respeto a nuestras hermanas y hermanos debe ser unos de los ejes que mueva nuestro trabajo, la claridad de objetivos, la honestidad y transparencia jamás deben separarse de todo militante ya que se debe predicar con el ejemplo.
Exijo, Ponciano, que el respeto a nuestras compañeras y compañeros, lo mismo para nuestro pueblo esté presente en todos nuestros actos. No importa si tienen un nombre o si son anónimos ya que el valor humano no se mide ni por nombres ni por puestos, pido que respetemos y honremos la memoria de nuestros héroes y mártires y que luchemos por darle a todo el pueblo en general una patria mejor con oportunidades y justicia social para toda la ciudadanía.
Nada hacemos con estar señalando diferencias entre el partido y el gobierno o estar criticando basados en la especulación. Un verdadero militante es aquel que ante todo lucha por darle al pueblo un mejor presente que asegure un mejor porvenir y que respete y respalde la decisión del pueblo de buscar los cambios por los caminos que el mismo pueblo elija.
A diario el chambre y la especulación entorpecen el trabajo, ello debe ser respondido con el trabajo organizado de la militancia con las bases y el pueblo en general, si hay problemas en nuestros niveles estructurales debemos colaborar en resolverlos y no en empeorarlos, el partido se solidificará en la medida que la militancia comprenda y aprenda que sólo la entrega incondicional a las luchas por la justicia social los convertirá en verdaderos militantes y en consecuencia, en seres diferentes que son los que la patria necesita.
La tormenta ha pasado Ponciano, es tiempo de limpiar y sembrar, para mañana aporcar y recoger nuestra cosecha.
María Luisa Guarjila
Chalatenango
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