El candidato de la derechista Coalición por el Cambio, Sebastián Piñera Echenique -un empresario multimillonario, vale decir- se alzó con una ajustada victoria sobre el ex presidente y candidato de la oficialista Concertación de Partidos por la Democracia, Eduardo Frei, con el 51,6% de los votos contra el 48,4% de su contendor.
En los últimos días el independiente Marco Enríquez-Ominami (que en primera vuelta recibió el 20% de los sufragios) había dado un tibio respaldo a Frei para la segunda vuelta, lo cual no alcanzó, porque dos tercios de sus partidarios decidieron elegir al candidato centrista, mientras el tercio restante se inclinó por el empresario, que en primera vuelta había obtenido una diferencia de 14 puntos respecto de Frei Ruiz-Tagle.
El triunfo de la derecha, tras 20 años de gobiernos de la Concertación era esperable, aunque no deseable. Los últimos cuatro gobiernos desde que en 1990 Pinochet y sus camaradas debieron abandonar La Moneda, hicieron poco y nada por transformar Chile, aceptaron las reglas de la economía de mercado impuesta por los genocidas, el FMI y el empresariado intermediario del imperialismo, en tanto el genocidio del pueblo mapuche seguía en marcha, además del propicio marco legal que los militares (mandados por la burguesía cuando no) plantaron en 1980. No sabemos bien, de todas formas, si Piñera decidirá dar el peor paso atrás que podría suponer esta restauración conservadora a la chilena, que sería la privatización del cobre, principal recurso del país, que representa el 40% de las exportaciones y es una fuente ineludible para garantizar la estabilidad del actual modelo chileno, por más que no aprobemos el modelo.
Lo poco y nada que hizo la Concertación por achicar la brecha entre ricos y pobres, una de las más pronunciadas del continente, apenas si se matizó en el último período presidencial de Michelle Bachelet (que se va, hay que admitirlo, con un 85% de aprobación de gestión) con algunas medidas sociales importantes, pero no atacaron de forma alguna el punto central que hubiera sido un nuevo esquema fiscal, una reforma del código laboral (los comunistas chilenos alcanzaron un acuerdo con la Concertación para que este tema se trate), y otros tantos menesteres necesarios para no mejorar la sobrevida de los chilenos, sino para cambiar de una vez la pobre realidad del país, que en Argentina es alabado como un ejemplo de democracia, pero que al mismo tiempo alberga una desigualdad muy fuerte.Piñera (foto) se muestra como el candidato de la derecha cool y administrativa. Acá sabemos lo que es eso, y en qué deriva: lo tenemos a Mr. Macri en la Capital. Aliado a la ultraderecha pinochetiana (dirigida por el ex candidato presidencial Joaquín Lavín) y a los sectores ultraconservadores de la Iglesia Católica, y el Opus Dei, es difícil que se puedan materializar las promesas del empresario en crear más puestos de trabajo, en tener "más estado", y acelerar los juicios a los represores de la dictadura chilena. Con esos aliados, ni mamado.
Frei no era el gran hombre de bien. Su presidencia se inscribió en el período neoliberal noventista (1994-2000), fue un fiel continuador de la línea económica trazada por Pinocho y los Chicago boys. Esta vez, quizás, querría corregir esos errores del pasado. Quizás, en verdad, estaba dispuesto a redoblar la apuesta. Pero la Concertación ya la había manqueado mucho, y ya estaba alejada de la sociedad, vista como un aparato de gerontes burócratas, una imagen totalmente verosímil. Y a eso agreguémosle que las cúpulas trataron de impedir la candidatura renovadora de Enríquez-Ominami (mal que mal, aunque su estilo no me gusta nada) y ahora están pagando una jugarreta que traicionó sus supuestos principios demócratas. Así, el discurso de esperanza y futuro de Piñera, ganó, por más que uno cree, piensa, que aunque sea más de medio Chile sabía qué estaba votando. Un porcentaje se filtró a las filas del empresario. El 11 de marzo comienza la presidencia de Piñera. Y la derecha vuelve 20 años después. Por otro lado, cabe destacar, ¿qué efectos tendrá por sobre el momento de unidad latinoamericana?. Digamos, el momento más progresista de la historia latinoamericana. Atentos, también, a las elecciones brasileñas, para las que no faltan mucho.
Un pueblo revolucionario
Los trabajadores cubanos no comen vidrio. Una vez más, los mercenarios pagados por Estados Unidos, y organizaciones como las "Damas de blanco" y "periodistas disidentes" pretendían dar al exterior la imagen de una Cuba en la cual existe represión contra la oposición y hay falta de libertades. Claro, en Cuba no hay libertad, o sea, lo que la burguesía desde que impuso su Estado de Derecho entiende por ello: libertad de mentir, de tergiversar, de travestir la realidad. Y el pueblo, único y gran testigo y partícipe de las transformaciones que la Revolución puso en marcha desde aquel heroico 1959, defiende sus conquistas, defiende sus derechos, su soberanía. El video muestra, a las claras, como estos personajes de la contrarrevolución son subsidiados por yanquis y europeos, deseosos por destruir el socialismo, donde sea que esté, e imponer sus cátedras de democracia y desarrollo, al estilo liberal, y que como ahora, sigan habiendo quienes crean en esas estupideces, en esas aseveraciones falaces.
Al enemigo hay que combatirle con ahinco, con mucha firmeza, como es necesario. Desde acá, este blog intenta ayudar a combatir las mentiras y la manipulación mediática imperialista. Para que no sólo sea el pueblo cubano, sino también los pueblos del mundo, quienes no comamos vidrio.
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