Honduras aborta la salida de Zelaya a México
El presidente depuesto desea abandonar Honduras pero rechaza convertirse en asilado político
PABLO ORDAZ | Ciudad de México 10/12/200
Zelaya, durante su estancia en la embajada de Brasil- REUTERS
La noche del miércoles (madrugada del jueves en España), un rumor con tintes de convertirse en noticia circuló por México y Centroamérica: Manuel Zelaya estaba a punto de abandonar la embajada de Brasil en Tegucigalpa y buscar refugio en México. De confirmarse, hubiese supuesto el último capítulo de la odisea vivida por el presidente de Honduras desde que el pasado 28 de junio fuese capturado por un comando del Ejército mientras dormía y sacado del país en pijama. Pero, conforme fueron pasando las horas, la historia se fue enredando hasta quedar bloqueada de nuevo por una cuestión de principios: Zelaya quería salir del país con su dignidad intacta y ser recibido en México como "huésped ilustre". Por su parte, el todavía presidente de facto, Roberto Micheletti, a lo más que estaba dispuesto era a concederle un salvoconducto y que Zelaya llegara a México como un "exiliado político". Al final, ni una cosa ni la otra.
La salida de Zelaya de Honduras fue urdiéndose en "lo oscurito", pero en cuanto vio la luz, saltó por los aires. El gobierno de México y el presidente depuesto, que lleva refugiado en la embajada de Brasil desde el pasado 21 de septiembre, habían llegado a un principio de acuerdo: Zelaya abandonaría su incómodo refugio para continuar desde México su ya casi imposible lucha por recuperar el poder. Según diversas fuentes, el gobierno de facto estaba dispuesto a permitir la operación bajo el viejo principio no escrito de "enemigo que huye, puente de plata". Pero, conforme iba acercándose el supuesto desenlace, la situación volvió a complicarse. Dos emisoras hondureñas -una cercana al presidente depuesto y otra al presidente golpista?desvelaron el tejemaneje. Las informaciones hablaban de que Zelaya estaba buscando "asilo político" en México, y eso olía a huída, a renuncia, a derrota. Así que el presidente depuesto volvió a rebuscar en su orgullo y declaró: "Yo no pido, no solicito, no quiero, no acepto asilo político absolutamente de nadie, de ninguna sociedad, de ningún país, de nadie. Yo no tengo ningún salvoconducto. En el caso de una eventual salida, tendría que ser dentro de mi calidad de presidente de los hondureños, ya que mi periodo vence el 27 de enero de 2010".
Micheletti, por su parte, estaba dispuesto a permitir la salida de un hombre vencido, pero no de un presidente orgulloso. El canciller del gobierno de facto, Carlos López Contreras, alegó problemas de forma para negar el salvoconducto a Zelaya. "Si México quiere darle asilo político, nosotros estaremos encantados de dárselo, pero esa petición tiene que ajustarse a la convención de Caracas. México pide sólo un salvoconducto, pero no detalla cómo va a recibir al señor Zelaya ni en calidad de qué". De nuevo, el gobierno golpista del pequeño país centroamericano volvía a tomar las riendas de la situación. Si Micheletti no se doblegó ni cuando Estados Unidos le puso la soga al cuello, ¿por qué iba a permitir ahora una salida honrosa para Zelaya? Los aviones dispuestos por México para sacar de Honduras a Zelaya, su familia y sus principales colaboradores tuvieron que darse la vuelta y aterrizar finalmente en San Salvador. No obstante, el gobierno de México, mediante un portavoz oficial, insistió en que las conversaciones a tres bandas -Zelaya, gobierno hondureño de facto y cancillería mexicana?continúan y la solución puede llegar en las próximas horas...: "O en los próximos días".
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