MILITARIZACION DEL CONTINENTE: UNA AMENAZA A NUESTROS RECURSOS NATURALES
Por Guillermo Alvarado
También publicado en http://moncadalectores.
Los más recientes acontecimientos en nuestra región demuestran que estamos ante el desarrollo de un proyecto de recolonización continental, cuyos objetivos estratégicos son mantener la hegemonía política estadounidense y el control sobre las inmensas riquezas naturales propiedad de nuestros pueblos.
El proceso implica destruir los mecanismos de integración creados durante los últimos años, en particular aquellos que como la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América se basan en la reafirmación de la independencia y el ejercicio pleno de la soberanía de los Estados.
El cuartelazo en Honduras y la militarización de Colombia, que avanza rápidamente hacia convertirse en el Israel del continente, son pasos iniciales de un proyecto que no descarta provocar enfrentamientos entre pueblos hermanos, denunció recientemente el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Washington estima que no puede darse el lujo de perder el potencial energético atesorado en el subsuelo continental, sobre todo las enormes riquezas petroleras y gasíferas depositadas en la cuenca del Orinoco y consideradas entre las mayores del planeta.
Para el imperio, recordemos, los hidrocarburos son la sangre que corre por sus venas y ello explica las invasiones a Irak y Afganistán, su apoyo irrestricto al régimen sionista de Tel Aviv, el policía del Oriente Medio, y la satanización de Irán, Siria y Sudán.
¿Qué no estaría dispuesto a hacer, entonces, por mantener bajo su dominio las reservas depositadas al alcance de su mano en nuestra región?.
América Latina y El Caribe, además del crudo, tienen carbón suficiente para más de 280 años de explotación y, con 12 por ciento del área terrestre total, poseen alrededor de 27 por ciento del agua dulce del planeta.
El líquido vital es un recurso cada vez más precioso y los expertos coinciden en que si hasta ahora la mayor parte de las guerras del imperio tienen como objetivo apropiarse del crudo, en un futuro próximo serán para controlar la riqueza hídrica.
No es casualidad, por lo tanto, que Colombia haya sido seleccionada como el portaviones seco del Pentágono, debido a su vecindad geográfica con los yacimientos venezolanos y la exuberancia amazónica.
Según el Fondo de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el área latinoamericana y caribeña contiene el 40 por ciento de las especies vegetales y animales del globo.
Los cálidos valles irrigados por el Amazonas, las altas montañas andinas, las selvas del atlántico brasileño y los bosques secos de Mesoamérica albergan algunos de los ecosistemas más ricos del mundo.
Brasil, Paraguay y Bolivia comparten importantes humedales, incluyendo 400 mil kilómetros cuadrados de pantanos, reconocidos por su diversidad.
Este somero inventario de recursos, invaluable cada uno de ellos, representa las verdaderas razones por las cuales Estados Unidos estaría dispuesto a intentar cualquier maniobra, desde la ya fracasada Área de Libre Comercio de las Américas, pasando el remozado Plan Colombia y la Iniciativa de Mérida, versión actualizada del Plan Puebla Panamá, hasta la más brutal intervención militar para mantener su dominio.
Entre Washington y nuestras riquezas naturales sólo se interpone la voluntad de los pueblos para mantener su libertad y soberanía. La lucha puede que sea ardua, pero ejemplos de que es posible la victoria sobran, así como los instrumentos para conseguir, de una vez por todas, nuestra segunda y total independencia. FIN
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