Ya salió El Socialista Centroamericano No 194.-
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En diciembre del año pasado, el Congreso de
los Estados Unidos aprobó una ley que fue firmada por
el presiente Barack Obama, cuyo objetivo central era
la de aprobar sanciones a algunos funcionarios del
gobierno de Nicolás Maduro, en Venezuela, so pretexto
de defender los derechos humanos.
Este tipo de sanciones son similares, aunque
parciales y con menor intensidad, a las que el
imperialismo norteamericano ha aplicado recientemente
contra Rusia, por su involucramiento en la guerra
civil en Ucrania. Lo mismo ha sucedido con Irán por su
empecinamiento de implementar un programa nuclear.
Igual destino ha sufrido Cuba por más de 50 años.
Estados Unidos se erigen como los defensores de los
derechos humanos a nivel mundial y utilizan esta
bandera para atacar a gobiernos independientes que no
siguen sus dictados.
En el caso de Venezuela, las sanciones
marcan el inicio de un redoblamiento de las presiones
políticas y diplomáticas contra el gobierno chavista,
aquejado por una grave crisis económica, marcada por
la baja abrupta de los precios internacionales del
petróleo, que ha generado un profundo malestar entre
las masas.
Posteriormente, el presidente Obama ha
firmado la “Executive Order 13692” del 8 de marzo del
año 2015, contra algunos funcionarios del gobierno
chavista, argumentando que “(…) la situación en
Venezuela, incluida la situación del Gobierno en
cuanto la erosión de las garantías de derechos
humanos, la persecución de opositores políticos,
restricción de la libertad de prensa, el uso de la
violencia y violaciones y abusos de los derechos
humanos en respuesta a las protestas contra el
gobierno, y el arresto arbitrario y la detención de
manifestantes que están en contra del gobierno, así
como la presencia exacerbada de corrupción pública
significativa,(…) constituye una amenaza inusual y
extraordinaria a la seguridad nacional y la política
exterior de los Estados Unidos (…)”.
Esta orden ejecutiva prohíbe a las empresas
norteamericanas sostener relaciones financieras o de
negocios con los funcionarios sancionados, con ello se
inicia un bloqueo parcial contra la economía
venezolana.
Estados Unidos está usando su alta
tecnología para extraer petróleo de las rocas, el
llamado “petróleo de esquistos”, inundando el mercado
mundial, bajando los precios del crudo, propinando un
duro golpe a países como Rusia y Venezuela, entre
otros, cuyos principales ingresos provienen de la
renta petrolera.
De la misma manera que Estados Unidos trata
de debilitar al naciente imperialismo ruso (un posible
competidor que tiene armas nucleares), en el caso de
Venezuela está llevando su economía a la bancarrota,
altamente dependiente del petróleo, exacerbando de
esta manera el descontento contra el gobierno.
Los planes del imperialismo norteamericano
con claros, pero para camuflar sus objetivos, utiliza
hipócritamente la bandera de la defensa de los
derechos humanos.
La respuesta del gobierno de Nicolás Maduro,
ante la nueva ofensiva imperialista, deja mucho que
desear. Ha utilizado el fantasma del golpe de Estado
(un peligro real) para exacerbar el control militar
sobre la sociedad venezolana, desarrollando maniobras
militares para intimidar no solo a la oposición de
derecha, sino fundamentalmente a los trabajadores,
acallando el justo descontento popular contra el
desabastecimiento y la desaparición de los salarios y
las conquistas laborales de los trabajadores ante la
galopante inflación.
El encarcelamiento de los dirigentes de la
derecha es un boomerang, tiene efectos reducidos
porque los transforma en mártires ante las masas
desesperadas por la crisis económica. Y con ello
refuerza el rol de la oposición de derecha.
El gobierno de Nicolás Maduro se niega a
movilizar a las masas, continúa haciendo concesiones
económicas a los empresarios, liberando la venta del
dólar, mientras la escasez continúa. En cambio, ha
desarrollado una campaña de recolección de 10 millones
de firmas para pedirle a Obama que derogue la
“Executive Order 13692”. Algo así como pedirles peras
a los cactus.
El gobierno de Nicolás Maduro prefiere
recurrir a los organismos diplomáticos, como UNASAUR,
y nombrar al canciller de Ecuador como mediador en un
hipotético diálogo con Estados Unidos.
Desde el Partido Socialista Centroamericano
(PSOCA) llamamos a los trabajadores de Centroamérica,
América Latina y el mundo, a cerrar filas con
Venezuela contra la nueva ofensiva imperialista. Para
derrotar la estrategia de Obama, el chavismo debe
operar un giro hacia las masas, apoyándose en la
movilización revolucionaria de estas. Si continúa por
el camino actual, puede venir una derrota histórica,
que no la deseamos.
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Por la reunificación socialista de la Patria Centroamericana!
Reunificación Socialista de Centroamérica o muerte!!
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