El
productor destaca que los Acuerdos de Paz son un precedente que la
Naciones Unidas retoma para resolver conflictos en todo el mundo.
DIARIO LA PÁGINA - 04 DE DICIEMBRE DE 2014 22:07 | POR DAVID ERNESTO PÉREZ
Epigmenio
Ibarra fue corresponsal mexicano en El Salvador durante la Guerra
Civil. Durante varios años siguió paso a paso los enfrentamientos entre
el Ejército y la insurgencia pero lo que más le conmovió, en sus
propias palabras, fue el asesinato de los seis sacerdotes jesuitas
ocurrido en la madrugada del 16 de noviembre de 1989.
Pasado
el conflicto, Ibarra regresó a su país y entrevistó al Subcomandante
Marcos cuando los zapatistas se alzaron contra el gobierno de Carlos
Salinas de Gortari; con su productora Argos –fundada con Carlos Payán,
exdirector de La Jornada y Hernán Vera “Maravilla”, locutor de Radio
Venceremos- también produjo telenovelas como Mirada de Mujer, Nada
Personal y otras que trataban de alejarse de los convencionalismos
impuestos por Televisa.
El
experiodista ahora se ha embarcado en un proyecto que cruza el
continente: Argos producirá la serie televisiva “Cortar el Puente” que
tratará sobre el crimen del jesuita Ignacio Ellacuría mezclado con una
historia de ficción que se rodará en el segundo semestre de 2015.
En
esta breve entrevista el productor mexicano –quien ha recorrido palmo a
palmo el país- destaca el significado de la guerra salvadoreña a la que
llama “una de las más importantes del mundo” porque fue uno de los
últimos cuadriláteros de la Guerra Fría; resalta, asimismo, que las
estrategias militares desarrolladas en la época “son las más audaces de
la historia”.
¿Por qué llevar a la pantalla el crimen de los jesuitas?
Es
un compromiso y un deber. Tengo la plena convicción que la revisión de
la historia es un elemento central para la reconciliación profunda y
verdadera; ya lo hizo España cuando comenzó a tratar en el cine la
guerra civil, y Europa con el cine bélico. Revisitar constantemente la
Segunda Guerra Mundial tiene un propósito: estos fenómenos producen
muchísimas heridas sobre las cuales hay que volver para que cicatricen,
si no se hace jamás estarán selladas.
¿Qué significa para América Latina el crimen de los jesuitas?
El
crimen de los Jesuitas, la Ofensiva (Hasta el Tope, 1989), el proceso
de negociación (de los Acuerdos de Paz) es una enseñanza brutal que no
ha sido suficientemente estudiada. De alguna manera ha privado aquella
cuestión de que era una guerrita, y no se acaba de entender la enorme
importancia que este conflicto tuvo a nivel geopolítico mundial porque
fue el último de la Guerra Fría: estaba involucrado Estados Unidos hasta
acá –se toca la frente-, la Unión Soviética, los cubanos, los
sandinistas. El futuro de América Latina se jugó en El Salvador –un país
de 21,000 kilómetros cuadrados-, es donde se desarrollaron las
estrategias militares más audaces de la historia militar, se
desarrollaron las estrategias políticas más audaces y donde, tanto la
izquierda como la derecha, dieron una lección a la humanidad al
sentarse, negociar y llegar a un acuerdo que es la joya de la corona de
las Naciones Unidas.
Este
acuerdo, que honra al pueblo salvadoreño y a América Latina, no ha
sufrido ni una sola violación en 25 años. Eso, incluso, los propios
salvadoreños no lo aquilatan suficientemente, pero digamos que hay dos
hechos fundamentales en la historia de El Salvador: la independencia y
los Acuerdos de Paz, porque son fundacionales y marcan, en muchos
sentidos, la historia de América Latina. Los mexicanos, españoles,
argentinos, todos debemos aprender a mirar con reverencia y cuidado lo
que en El Salvador ha sucedido.
¿Y por qué cree que en el mundo no ha sido vista la guerra a profundidad?
Por tontos, porque a veces no encontramos las cosas evidentes y poderosas.
¿Están presentes las ataduras ideológicas?
Están
también los prejuicios, es un país pequeño y por lo general los
pequeños imponen lecciones a los grandes. Torrijos (Omar, expresidente
de Panamá) me dijo hace muchos años que los pueblos grandes tienen
experiencia y los pueblos chicos tenemos esperanza; El Salvador es la
esperanza para América Latina y para el mundo porque la solución
negociada a los conflictos, que aquí se estableció como precedente, es
la que debiera privar.
¿Qué opina que al día de hoy el crimen de los Jesuitas siga impune?
Es
uno de los asuntos graves, ha sido parte de un proceso de negociación, o
sea, el perdón y el olvido a veces es cuestionable y a veces es un
mecanismo de reconciliación. Creo que el propio Ellacuría hubiera
entendido perfectamente lo que está pasando.
¿Quiere decir que es negociable la justicia?
No
es negociable pero son mecanismos que… no sé cómo se hubiera resuelto
la guerra en El Salvador sin una dosis de olvido y perdón de parte de
ambas partes. Es una lección de pragmatismo político que no implica
necesariamente transgresión de principios, sino establecimiento de otros
principios, la paz como un valor superior.
¿Qué pasa cuando en las sociedades no se curan las heridas de las guerras?
Las
guerras se vuelven a gestar. Allí donde se negocia un armisticio –mal
negociado- se establecen las bases para la próxima guerra.
¿Cree que haya relación entre la impunidad de la Guerra y la de la posguerra?
Hay
una relación pero a mí me gusta, pensando en El Salvador, resaltar el
hecho de la transición que se ha producido en este país y de que 20 años
después el FMLN gobierna El Salvador.
¿Hay muchas diferencias entre El Salvador de esa época y el actual?
Al
que levantaba la cabeza se la cortaban; los que en ese entonces
levantaron la cabeza están en Casa Presidencial. Eso es inconcebible,
inaudito, no ha pasado en ninguna parte del mundo, eso debía hacerles
sentir profundamente orgullosos. Es cierto que tienen fenómenos añadidos
como las maras, pero eso tiene que ver con los Estados Unidos.
Pero en El Salvador crecieron gracias a la pobreza y la marginación…
Pero de allá los mandaron, o sea, la lógica criminal-pandillera es un producto de exportación.
¿Después de firmada la paz El Salvador tomó el rumbo correcto?
Yo creo que no hay rumbo correcto, está tomando uno y tiene muchos pendientes.
¿Cuáles son esos pendientes?
La justicia, la igualdad.
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