«ANTE NUESTRA MIRADA»
por Thierry Meyssan
Lo que está sucediendo en Kobane y en los alrededores de esa ciudad
siria, donde más de 300 000 kurdos de Siria corren el riesgo de ser
exterminados por el Emirato Islámico, demuestra definitivamente el doble
juego de la OTAN. Mientras el comandante en jefe de la coalición
estadounidense dice luchar contra del Emirato Islámico, un país miembro
de la OTAN –Turquía– garantiza ayuda militar y asistencia médica a esa
organización yihadista, impide la huida de los civiles de Kobane y
bloquea en territorio turco a los combatientes del PKK que quieren
ayudarlos.
En
el teatro antiguo, los espectadores conocían de antemano el trágico
final de la obra que estaban viendo. Cegados por los dioses, los
personajes traducían en actos lo que decían rechazar. Pero el coro
revelaba a los espectadores los proyectos del Destino.
La
tragedia que hoy se desarrolla en Kobane (en árabe, Ain al-Arab) fue
escrita para tener como desenlace el genocidio anunciado de 300 000
kurdos de Siria. El Emirato Islámico ya controla varios barrios de la
ciudad y numerosas localidades de sus alrededores y si el Ejército Árabe
Sirio no logra romper las líneas de esa organización yihadista… los
kurdos serán masacrados.
Los
combatientes del PYG (partido autonomista kurdo que respalda la
preservación de la República Árabe Siria) han asumido la defensa de la
población kurda. Pero Turquía ha sellado su frontera, de manera que los
civiles no pueden huir entrando en territorio turco ni los refuerzos del
PKK (partido independentista kurdo en Turquía vinculado al PYG) tampoco
pueden pasar la frontera turca para ayudar a la población kurda de
Siria.
A
la cabeza de los combatientes kurdos que se baten en Kobane está Mahmud
Barkhodan y su segundo al mando es la combatiente Narin Afrine, cuyo
verdadero nombre es Mayssa Abdo. La noticia de que una mujer funge como
segundo al mando de los combatientes kurdos en Kobane sembró el pánico
entre los hombres del Emirato Islámico, convencidos de que la muerte
a manos de una mujer les cerraría las puertas del paraíso.
Ante
la encarnizada resistencia de los kurdos sirios de Kobane, el Emirato
Islámico ha trasladado a Siria el grueso de sus fuerzas.
Según
nuestro análisis, ya publicado en estas columnas y ampliamente
divulgado a través de numerosas emisiones de radio y televisión en
América Latina, Rusia y en el mundo musulmán, el Emirato Islámico fue
creado por Estados Unidos para realizar una limpieza étnica destinada a
rediseñar la región. Cualquiera puede comprobar en este momento que las
operaciones militares de Estados Unidos desmienten el discurso mediático
de Washington, cuyas acciones están favoreciendo al Emirato Islámico
en vez de dañarlo.
La
coalición formada por Estados Unidos ha llevado a cabo 6 oleadas de
bombardeos sobre Kobane. Pero no ha bombardeado nunca las posiciones del
Emirato Islámico ni le ha causado bajas. Lo que sí está haciendo la
coalición, más al sur y al oeste de Kobane, es mantener a raya a las
fuerzas del Ejército Árabe Sirio, impidiéndoles abrir la brecha que
salvaría a la población de esa región.
El
gobierno regional del Kurdistán iraquí (proisraelí) mantiene desde hace
tiempo graves divergencias con los kurdos de Siria y actualmente
se niega a ayudarlos, pasividad que justifica afirmando que no tiene
acceso directo al territorio sirio.
Por
su parte, Turquía, país miembro de la OTAN, se niega a prestar ayuda a
la población en peligro de ser masacrada y exige que los kurdos sirios
renuncien antes a su estatus autonómico en Siria y que se unan a la
guerra de la OTAN contra la República Árabe Siria y contra su presidente
electo, Bachar al-Assad.
Según
los combatientes del PYG, Turquía está haciendo diariamente entregas de
armamento al Emirato Islámico y además acoge a los yihadistas heridos
en los hospitales turcos mientras que el propio PYG encuentra enormes
obstáculos para enviar sus heridos a Turquía y proporcionarles allí la
atención médica que necesitan.
En
Turquía, el grupúsculo islamista Hur Dava Partisi –queantes se hacía
llamar “Hezbollah”, precisamente para confundirse con la Resistencia
libanesa– ha entrado en guerra contra el PKK, partido kurdo mayoritario
entre los kurdos de Turquía. El Huda-Par –que es el nombre abreviado del
Hur Dava Partisi– cuenta con el apoyo encubierto del AKP del presidente
turco Recep Tayyip Erdogan para luchar simultáneamente contra el
independentismo kurdo y respaldar a la Hermandad Musulmana.
El
30 de agosto, un líder del Emirato Islámico llamado Hikmet y dos de sus
guardaespaldas fueron abatidos por el PKK en Estambul, donde estaban
residiendo invitados por el Huda-Par y bajo la protección de la policía
turca.
En
un texto enviado telefónicamente, el PKK instruyó a sus militantes para
que procedan a la eliminación física de todos los miembros del
Huda-Par, acusados de estar trabajando para el gobierno turco y ayudando
al Emirato Islámico.
Haciendo
una comparación con la masacre perpetrada en 1995 en la ciudad
yugoslava de Srebrenica, el emisario especial de la ONU para Siria,
Steffan de Mistura, estimó el 10 de octubre de 2014 que Turquía será
responsable tanto de la posible caída de Kobane como en caso de que la
población de esa ciudad sea víctima de un genocidio y exigió que Turquía
abra su frontera, pedido que ha caído en oídos sordos.
El
jefe de la coalición estadounidense, general John Allen, también exigió
públicamente que Turquía abra su frontera y que impida que llegue a
cometerse un genocidio contra los kurdos de Kobane. Pero el poco caso de
Turquía a ese reclamo no parece haber dañado las relaciones de
Washington con Ankara sino más bien todo lo contrario.
El
nuevo ministro turco de Relaciones Exteriores, Mevlut Cavusoglu, ha
declarado que su país no intervendrá mientras la coalición formada por
Estados Unidos no decida imponer una zona de exclusión aérea en el norte
de Siria y adoptar como objetivo el derrocamiento de la República Árabe
Siria.
Por el momento, el parlamento turco ha autorizado su gobierno a combatir tanto contra el Emirato Islámico como contra el PKK.
Al
recibir en París a su nuevo homólogo turco, el ministro francés de
Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, apoyó la idea de imponer una «zona de seguridad»
en el norte de Siria, sin precisar exactamente lo que quería decir con
ello, pero resaltando que estaba de acuerdo con Turquía.
Francia,
otro país miembro de la OTAN, entrega armas directamente al gobierno
regional separatista del Kurdistán iraquí, sin haber sido autorizado
para ello por el gobierno central de Irak. Y ese gobierno regional del
Kurdistán iraquí extendió su territorio en un 40% en un avance
coordinado con la ofensiva del Emirato Islámico, que a su vez
se apoderaba de la zona árabe sunnita iraquí. Durante los años
anteriores, Francia había dado apoyo político al PKK turco (prosirio),
pero el hecho es que está aportando ayuda militar al gobierno regional
del Kurdistán iraquí (proisraelí).
En
este momento, el espacio aéreo del norte de Siria está de hecho bajo
control de la coalición encabezada por Estados Unidos. El Emirato
Islámico dispone de aviones (variosMiG robados a Siria y algunos F-15 de
los que se apoderó en Irak) pero cuenta con muy pocos pilotos y
personal técnico capaces de utilizarlos. La creación de una zona de
exclusión aérea bajo control de la OTAN en territorio sirio, aparte de
ser una violación flagrante del derecho internacional, no tendría por lo
tanto ninguna consecuencia para los combates que actualmente
se desarrollan.
La
idea de la crear una zona de exclusión aérea en Siria ha sido promovida
por Israel, que ve en ella una manera de desmembrar ese país árabe,
siguiendo el modelo que se aplicó en Irak de 1991 a 2003, favoreciendo
al gobierno regional del actual Kurdistán iraquí. Pero la única
comparación realmente válida es la que habría que hacer con la
zona tapón impuesta en 1983, durante la guerra civil libanesa. En aquel
entonces, la medida fue interpretada como una evidente recolonización
del Líbano y acabó en fiasco, después de la eliminación física de
300 soldados estadounidenses y franceses.
En
Turquía, el PKK intensifica las manifestaciones para obligar el
gobierno de Erdogan a abrir nuevamente la frontera. La represión
policial turca contra esas manifestaciones ya arroja un saldo de
al menos 32 muertos.
Ahora,
la única pregunta válida es saber cuánto tiempo más podrán resistir
solos los kurdos sirios ante los yihadistas armados y financiados por
Estados Unidos gracias al voto del Congreso estadounidense en su sesión
secreta de enero de 2014. En otras palabras, ¿cuándo lograrán
Estados Unidos y sus aliados que sus protegidos del Emirato Islámico
terminen la limpieza étnica emprendida en el norte de Siria?
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