Posted: 17 Jan 2014 05:30 AM PST
Aquel 16 de enero de 1992, al entrar por
las puertas del Castillo de Chapultepec en la ciudad de México, estaba
convencido de que a partir de ese día mi pueblo comenzaría a caminar por
una senda que traería la igualdad y la libertad para todos.
Han pasado veintidós años desde entonces y
sigo considerándome altamente privilegiado por haber participado y
haber sido uno de los firmantes de estos acuerdos que hasta hoy siguen
siendo ejemplo de los resultados positivos del diálogo y el
entendimiento.
Ayer, en la conmemoración del XXII
aniversario de ese histórico día, hablábamos de este nuevo tiempo que
vivimos gracias a la paz. Todos juntos hemos construido una agenda que
ha convertido a El Salvador en un país nuevo, en un país diferente, en
un país donde la democracia funciona.
Ayer expresaba a los presentes mi
compromiso por seguir fortaleciendo la paz en mi condición de firmante
de los Acuerdos, en mi calidad de Vicepresidente de la República, de
candidato y de, Dios mediante, futuro Presidente de nuestra querida
nación.
Lograr la paz requirió un gran esfuerzo y
sacrificios por parte de nuestro pueblo. Por tal razón todos los
salvadoreños debemos valorar y rendir homenaje a quienes ofrendaron su
vida en la búsqueda de ese bien tan anhelado.
También debemos recordar y reconocer el
importante papel que jugaron muchos hombres y mujeres durante ese
proceso de reconciliación. Rápidamente me viene a la mente el
expresidente de la República José Napoleón Duarte, quien abrió el camino
del diálogo; pienso también en el Arzobispo Arturo Rivera y Damas y en
Monseñor Rosa Chávez, incansables gestores de paz.
Pero el principal actor de este proceso ha
sido el pueblo salvadoreño, la sociedad, por eso es que todos podemos
sentirnos orgullosos de él.
Un nuevo aniversario de ese acontecimiento
es siempre una buena razón, especialmente para los jóvenes, para
reflexionar sobre la importancia histórica para nuestro país de aquel
momento.
Creo firmemente que para que haya paz debe
haber justicia, alimento y trabajo para todos. Esa es la paz por la que
trabajo cada día, la que traerá el buen vivir para todos y todas.
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