Posted: 03 Jan 2014 05:30 AM PST
Los últimos días del año pasado y los
primeros de este, he visto a mi esposa Margarita y a mis hijas
resolviendo las situaciones familiares, cotidianas, con gran habilidad y
pasión. Siempre me ha asombrado la gran capacidad de superación de las
mujeres salvadoreñas, a quienes considero artífices de un mejor El
Salvador.
Hablo con mucha seguridad de lo
extraordinaria que es la mujer salvadoreña porque tuve el privilegio de
tener una madre amorosa y abnegada; unas hermanas muy inteligentes y
emprendedoras; y desde hace 45 años estoy casado con una mujer
maravillosa que me ha dado, además de un hijo, tres hermosas hijas.
Precisamente de madre e hijas, de esa
estrecha relación que existe entre ellas he sido testigo. Mi hija
Claudia se empeñó en ver realizado un sueño: escribir un libro que
retratara la vida y el pensamiento de su madre.
Fue hermoso verlas trabajar juntas. Entre
ellas existe una relación que yo siempre he admirado, además del lazo
familiar, son amigas, compañeras, que comparten principios y valores que
siempre han guiado mi familia.
“Corazón de pueblo” es un libro que nos
muestra a la mujer salvadoreña revestida de sencillez, humildad e
inteligencia. Al igual que muchas mujeres del país, Margarita posee un
corazón de pueblo, lleno de amor y compromiso por nuestra gente.
Margarita me ha demostrado esas virtudes a
través de los años. Ella significa mucho para mí. Es más que mi esposa,
es mi compañera, mi amiga, mi confidente, mi cómplice, militante de
ideas y constructora de país.
Ahora como Vicepresidente de la República,
Margarita me apoya con la Comisión de Acción Social. Fue su iniciativa,
y con el entusiasmo y carisma que le caracteriza logró motivar un
voluntariado de jóvenes y personas altruistas, que realizan ferias
integrales y programas en las comunidades más pobres del país.
Admiro y felicito a todas esas mujeres,
que al igual que Margarita, saben mantener a sus familias unidas. Muchas
han tenido que trabajar al lado de sus esposos, sin descuidarse del
hogar, pues el dinero a veces no es suficiente. Así son las mujeres
salvadoreñas, fuertes y capaces.
Recuerdo con mucha nostalgia a todas las
mujeres de mi familia, mi madre, mis tías y hermanas, mujeres con
corazón de pueblo, que me hacía sonreír todos los días y ver la vida
diferente, con más optimismo y felicidad.
Me siento muy orgulloso de todas las
mujeres de El Salvador, que con su trabajo, amor y sabiduría sacan
adelante a la familia salvadoreña.
Deseo que este 2014 sea un año superación
para todas. Estoy seguro que así será porque la grandeza de ellas radica
en su corazón. De su servidor tienen y tendrán todo el respaldo.
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