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Los
países más ricos están perdiendo el interés hacia la energía renovable.
Durante mucho tiempo, EEUU mantuvo el liderazgo en el ámbito del uso de
estas fuentes alternativas. Pero, a día de hoy, los inversores
prefieren destinar sus fondos al desarrollo de yacimientos de petróleo y
gas de esquisto, en vez de a la construcción de parques eólicos o a la
realización de experimentos, por ejemplo, en materia de generación de
energía eléctrica mediante el proceso de fotosíntesis. Bajo la presión
por parte de las empresas industriales, el Gobierno de Australia planea
cancelar el impuesto sobre hidrocarburos introducido recientemente.
Los
ciudadanos de la UE manifiestan cada vez con más frecuencia su
descontento con la política energética. Los europeos prefieren depender
del petróleo y gas importados y tener así calefacción más o menos barata
y un suministro estable de energía eléctrica. Así las cosas, Europa se
ve obligada a revisar las condiciones de subvención de los fabricantes
de las fuentes alternativas de energía, lo que hace menos atractivos los
respectivos proyectos para los inversores, destaca el presidente del
Instituto de Energía y Finanzas, Vladímir Feiguin:
—Los países de la UE empezaron
últimamente a invertir activamente en el desarrollo de proyectos de
energía renovable por causas políticas, ante todo. La UE teme depender
del gas importado de Rusia. Tras la toma de decisión sobre el cierre de
las centrales nucleares en Alemania, los países de la UE emprendieron,
hasta hace poco, intentos de producir energía a partir de fuentes
renovables para evitar el déficit energético. Pero sus esperanzas no se
hicieron realidad. Para asegurar la venta de esta energía renovable fue
necesario garantizar a sus productores la cobertura de todos los gastos.
En resultado, el precio de la energía eléctrica en la UE es alto,
porque este incluye gastos económicamente ineficaces.
El
problema consiste en el enfoque. Hay razón para calificar las fuentes
de energía renovable como alternativas, puesto que reducen la
contaminación del medio ambiente y benefician a la economía. Si el Sol
no se oculta durante muchos días al año en un país, sería oportuno
aprovecharlo y usarlo como una fuente adicional de energía, al menos, en
la etapa actual del desarrollo de la humanidad, señala el director del
Instituto de Energía Nacional, Serguéi Pravosúdov:
—No
hay ninguna fuente alternativa de energía más rentable que las
renovables. En los países donde hay mucha luz solar sería más o menos
rentable consumir esta energía. Hay regiones en las zonas costeras donde
hace mucho viento. Allí es oportuno usar la energía eólica. Pero el
coste de la generación de energía de este tipo es mayor, en comparación
con la energía tradicional.
Mientras,
una poca competitividad de los paneles solares no es motivo para
renunciar al desarrollo de proyectos en este ámbito. Así es la
conclusión sacada por los países en vías de desarrollo. Chile está
construyendo la planta de energía solar más grande del mundo sin
subvenciones estatales. En el marco de la realización del plan para
elevar su capacidad energética solar hasta 35 gigavatios hacia 2015,
China ofrece beneficios fiscales. Brasil empezó a realizar grandes
proyectos en materia de producción de energía eléctrica de fuentes
renovables.
A
pesar de que Rusia tiene enormes reservas del gas natural y petróleo
baratos, este país centra mucho la atención en las fuentes alternativas
de energía. Se puede ver con cada vez más frecuencia los semáforos
alimentados por paneles solares en las ciudades y parques eólicos en los
espacios abiertos del gigante eurasiático. Actualmente se está
construyendo un gran parque eólico en la costa del Mar Blanco.
Anteriormente,
la gente usaba caballos para cultivar las tierras, y molinos de viento y
agua para moler trigo. Gracias al desarrollo tecnológico, aparecieron
máquinas y fuentes de energía más seguras. Pero pasado menos de un
siglo, la gente vuelve a dirigirse a la naturaleza. El Sol, el viento y
el agua están dispuestos a compartir su energía con el ser humano.
ek/as/sm
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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