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Como
es sabido, Mercosur fue fundado en 1991, cuando en Asunción fue firmado
un tratado sobre la creación de una unión aduanera y del mercado común.
Fue entonces cuando por boca de Hugo Chávez sonó la famosa frase: “La época de la soledad de nuestros pueblos terminó porque nos encontramos unos a otros”.
Pero
la historia del ingreso de Caracas en la asociación no fue llana. El
Parlamento paraguayo se negó a ratificar este documento. Federico
Franco, presidente paraguayo de entonces, observó sarcásticamente:
“Mercosur es apenas un club de amigos”. La cuestión estaba en que
Paraguay, a instancias de Chávez y de otros líderes latinoamericanos,
recibió en el Mercosur el estatus de miembro suspendido. Esto se debió a
una crisis en el país debido a la impugnación contra el presidente
Fernando Lugo bajo cuyo Gobierno se produjeron crueles choques entre el
ejército y los granjeros. El nuevo presidente de Paraguay Horacio Cartes
también se negaba a tornar a Mercosur.
Y
esto pese a que Venezuela fue apoyada por varios países suramericanos,
entre ellos los dos mayores: Argentina y Brasil. Ellos están
especialmente interesados en la cooperación económica con Caracas.
Brasil, la mayor potencia regional, necesita nuevas fuentes de recursos
energéticos. Y la vecina Venezuela posee los mayores yacimientos de
hidrocarburos de América y quizá del mundo. He aquí lo que dice nuestro
experto Vladímir Súdarev, vicedirector del Instituto de América Latina
de la Academia de Ciencias de Rusia:
–La
adhesión de Venezuela a Mercosur aumenta por cierto el potencial
económico de esta unión. Y la traslada en el ranking económico
internacional no al sexto lugar, sino al quinto. Aun cuando Brasil
significa el 70 % de toda su economía.
Por
el momento, los que se muestran escépticos respecto al ingreso de
Venezuela a Mercosur, en ocasiones hacen la siguiente pregunta: “¿No se
impondrán en esta asociación las tendencias izquierdistas?”, Vladímir
Súdarev responde:
–Creo que si las hay, serán muy insignificantes. Hay que tener presente que en Argentina con Cristina Fernández y en Brasil con Dilma Rousseff se
aplica una firme línea social-demócrata. Esto se refiere a su rumbo
económico y a su posicionamiento en el mundo. La influencia de estos dos
estados en la región y en la asociación es determinante. De manera que
allí no hay tendencias ultra-izquierdistas. En Mercosur no las hay en
absoluto. Tampoco en Paraguay.
Como
vemos, los intentos por desarrollar en América del Sur la integración
económica regional, a semejanza de la UE, tienen una larga historia.
Pero las diferencias entre los puntos de vista de los líderes
latinoamericanos se minimizan gradualmente y predominan aquellos que los
acercan.
vs/kg/er
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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