http://www.rebelion.org/noticia.php?id=177107
En el vertiginoso y
largo documental JFK (1991), el cineasta Oliver Stone muestra que el
asesinato del presidente con más glamour de la historia estadunidense
fue el resultado de una conspiración de la CIA, la FBI, la mafia, los
cubanos anticastristas, los proveedores de armas interesados en atizar
la guerra en Vietnam, y el presidente Lyndon B. Johnson, quien actuó
como encubridor.
El filme coincidió con lo manifestado hace medio
siglo por Fidel Castro, el establishment progre occidental y las
conclusiones del Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre
asesinatos (1979). Negando implícitamente la tesis del asesino solitario
de la Comisión Warren (1964), el comité se adhirió (sin pormenorizar) a
la hipótesis de una conspiración.
Recordemos los hechos
acaecidos en Dallas (Texas). El 22 de noviembre de 1963, a las 12.30 pm,
el cerebro del presidente Kennedy estalló en mil pedazos. Horas más
tarde, un oscuro personaje llamado Harvey Oswald (ex miembro del cuerpo
de marines), fue detenido como principal sospechoso del magnicidio.
Oswald estaba casado con una rusa, y era amigo íntimo de Carlos
Marcello, jefe de la mafia de Nueva Orleáns.
En el interrogatorio
de la FBI, Oswald negó rotundamente su culpabilidad. No obstante, sus
declaraciones no fueron grabadas ni transcritas en su totalidad. Dos
días después, mientras era conducido de una prisión a otra por 70
policías, fue asesinado frente a las cámaras de televisión por Jack
Ruby. Los policías no movieron un dedo para impedir el crimen.
Dueño
de varios clubes nocturnos en Texas, Ruby había estado días antes del
magnicidio con Marcello, el jefe de la mafia de Florida, Santo
Trafficante, y el líder del poderoso sindicato de camioneros Jimmy
Hoffa, asediado en aquellos años por el procurador Robert Kennedy,
hermano de John.
Al año de la muerte de JFK, el presidente
Johnson estableció al más alto nivel la llamada Comisión Warren. Entre
sus miembros figuraban el ex jefe de la CIA Allen Dulles (1953-61), y el
futuro presidente Gerald Ford. La comisión ofreció un informe
desconcertante sobre el asesinato.
En efecto, Oswald habría sido
un desequilibrado solitario que desde el sexto piso de un depósito de
libros, disparó tres veces contra la limusina que transportaba al
presidente y su esposa Jackie. Del informe se deduce que un solo
proyectil, uno solo, habría recorrido la trayectoria en zig-zag (sic),
atravesando la garganta del presidente, el pecho y la muñeca del
gobernador John Conally, quien estaba en el vehículo de la comitiva.
Ruby
murió en prisión de un cáncer vertiginoso en 1967, y nunca pudo ser
entrevistado por la prensa. Y luego, empezó una increíble cadena de
asesinatos, desapariciones y suicidios de aproximadamente un centenar de
personas vinculadas al caso. Entre estas Marcelo, y el propio Robert
Kennedy.
A finales de los años 60, el abogado y fiscal del
distrito de Nueva Orleáns Jim Garrison reabrió el caso. Sin embargo, no
consiguió reunir todas las pruebas exigidas por el jurado para que el
fallo de conspiración le fuera favorable. En todo caso, Garrison realizó
una investigación exhaustiva, y su libro En la pista de los asesinos
sirvió de base para el filme de Stone.
Garrison terminó
convencido de que la razón más importante del asesinato de Kennedy
habría sido su deseo de terminar con la escalada militar del imperio en
el sudeste asiático. De hecho, una semana después, los secuaces de la
CIA en Saigón asesinaron al presidente Ngo Din Diem, quien al parecer
andaba negociando con el Frente de Liberación Nacional de Vietnam.
En
las primeras semanas de exhibición, el discurso de barricada y sin
sutilezas de Stone conmovió a 15 millones de espectadores. Pero dejó
impávido al sistema político yanqui. Sólo el New York Times encontró
lugar para publicar una veintena de artículos adversos a la película, y
un columnista del Chicago Tribune acusó a Stone de amenaza a la historia
nacional.
Para el cineasta, “…la Comisión Warren nunca descubrió
los lazos de los asesinos con la mafia porque la mayoría de los
miembros de esta comisión estaba involucrada en el complot de la CIA
para asesinar a Fidel Castro… El asesinato fue el primer golpe de Estado
en Estados Unidos, y funcionó porque nunca supimos qué había ocurrido”
(Página 12, Buenos Aires, 5/9/92).
La interpretación de los
hechos en torno a lo que realmente ocurrió hace 50 años en Dallas
continúa creciendo en forma exponencial. Miguel Marín Bosch, por
ejemplo, apuntó en días pasados que la bibliografía sobre John F.
Kennedy asciende a unos 40 mil libros (JFK+50, La Jornada, 31/10/13). Un
dato que lleva a imaginar que si cada una de esas obras contara con 300
páginas promedio, se necesitaría, a razón de 2 mil páginas por
investigador, un equipo de 6 mil personas…
¿Tiene sentido seguir
conjeturando acerca del asesinato de JFK? ¿O sus causas profundas
estaban ya configuradas en la distópica novela futurista Un mundo feliz
(1932), de Aldous Huxley, fallecido también en aquel fatídico 22 de
noviembre de 1963?
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2013/11/20/opinion/020a1pol
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