© Foto: La Voz de Rusia
El
conflicto sirio es, sin duda alguna, uno de los más sangrientos de las
últimas décadas. Es muy difícil expresar las pérdidas humanitarias con
el seco lenguaje económico. Porque la vida humana no tiene precio. Las
pérdidas de la economía nacional de Siria se someten a una valoración
más exacta. Se trata de ochenta mil millones de dólares como mínimo. En
caso de que los enfrentamientos no cesen para 2015 el número sirios
desocupados alcanzará el 58 %, y el 44 % de la población vivirá con
menos de 1,25 dólares por día.
He
aquí un fragmento de la entrevista con La Voz de Rusia del experto
económico y jefe del sector de reseña económica del diario sirio Al
Baas, Nassim Id:
–Siria
sufre destrucciones diarias a causa de los combates que se libran en su
territorio. No se trata de una destrucción salvaje de nuestras tierras,
sino de una destrucción planificada minuciosamente de la base económica
de Siria. Cuando Occidente y la Liga Árabe nos impusieron sanciones
económicas, nosotros superamos perfectamente las consecuencias, ya que
Siria tenía entonces poder interno para alimentarse a sí misma. Pero hoy
ya se trata de las fábricas dinamitadas por los terroristas, de los
nudos de transporte internacional destruidos, de las empresas saqueadas,
etc., etc. De tal modo, no han cortado nuestro propio “oxígeno”
económico, que respirábamos sin ayuda foránea. Solo nos queda la
esperanza en los países del BRICS e Irán. Pero estos aliados están
geográficamente más lejos que nuestros enemigos, lo que también permitió
a estos últimos complicarnos el proceso de recepción de ayuda. De todos
modos, juntos estamos encontrando vías y ellos nos conceden bastante
ayuda.
La
Siria prebélica se caracterizaba por su economía mixta con alta
participación del sector público. El crecimiento anual del PIB a
mediados de los años noventa se estimaba en el 3,6 %. En 2003 los
ingresos per cápita ascendían a 3300 dólares. Asad padre e hijo
favorecían el desarrollo activo del sector privado. Este producía el 25 %
del valor de la producción industrial y ocupaba posiciones dominantes
en la agricultura (casi el 100 %), en el comercio interno el 90 %, en el
comercio exterior el 70 %, en la esfera de los servicios, el transporte
automotor, en la construcción de viviendas.
El
sector energético era en general para la Siria prebélica la fuente
principal de ingresos con reservas exploradas de petróleo de 2,4 mil
millones de barriles y de gas natural de 208 mil millones de metros
cúbicos. Desde 1974 la extracción de petróleo reportaba la cuarta parte
del PIB sirio. No obstante, en los últimos años prebélicos el nivel de
extracción de petróleo disminuyó permanentemente. El motivo era el
agotamiento de la mayoría absoluta de los yacimientos.
Al
propio tiempo, las relaciones económicas con los países vecinos se
desmoronaron. Por ejemplo, la normalización de las relaciones con Iraq
impulsó el crecimiento del intercambio comercial, que alcanzó los
cuatrocientos millones de dólares. Se reanudó la comunicación
ferroviaria y el suministro de petróleo por el oleoducto Kirkuk-Baniyas.
Se arreglaron las relaciones con la vecina Turquía, interrumpidas
sesenta años atrás. Como consecuencia empresas turcas han invertido en
Siria unos doscientos millones de dólares.
Estas
enormes sumas, por lo visto, han desaparecido. La guerra, desatada en
2011, destruye incesantemente la economía siria. La guerra aún no ha
terminado. Pero ya se puede hablar de una verdadera catástrofe
económica. El experto del Instituto de Oriente Próximo, Serguéi
Serióguichev, dice:
–Independientemente
del sector que tomemos, todos ellos sufrieron en gran medida. Y
sufrirán aún más. Sobre todo por las sanciones antisirias ya impuestas y
que posiblemente se recrudecerán en adelante. Los sirios toman muy en
serio el bloqueo de sus cuentas bancarias. Lo que atañe a los bancos
estadounidenses está claro. Pero también hay cuentas en bancos europeos.
La congelación de esas cuentas será un duro golpe contra Siria. No se
trata de la caza de las cuentas de la familia Asad. Se trata de que
compañías sirias, grandes, medianas y pequeñas depositan
tradicionalmente sus capitales en Europa. Lo interesante del caso es que
allí también tienen cuentas compañías que apoyan a la oposición siria.
Pero cuándo y si serán congeladas, obviamente, hasta esos detalles no
llegarán.
La
guerra civil introduce cambios en la estructura de la población. La
salida masiva de gente altera la demanda efectiva. Los Asad siempre
ponía el acento en el trabajo con las empresas pequeñas y medianas. Las
grandes de por sí contaban con apoyo, porque las fuerzas de seguridad
sirias, igual que en cualquier país árabe, tenían participación en las
grandes empresas. Y ante las empresas pequeñas y medianas se planteaba
la tarea de absorber como una esponja toda la miseria. Desde principios
de los años 80 se estimulaba la colocación de los jóvenes poco
calificados. Ahora el gobierno procura seguir esta línea. Pero es
sumamente difícil hacerlo.
El
negocio de la construcción ha caído en picado. Potencialmente puede
obtener buenos ingresos, pero en condiciones de paz, de las que se está
muy lejos. Pero más que nada sufrió la agricultura de Siria, sostiene el
presidente de la Sociedad de Amistad y Cooperación Empresarial con los
países árabes, Viacheslav Matúzov:
–Siria
siempre se enorgullecía de que prácticamente no importa alimentos,
trigo. El país siempre estaba satisfecho con sus propias posibilidades
en esta esfera. Hasta el inicio de la guerra estaban muy desarrolladas
la industria ligera, la industria textil, la industria procesadora de
algodón. Las tiendas de Damasco y de las grandes ciudades estaban
repletas de productos locales de alta calidad.
Estaban
desarrollados la producción artesanal, la extracción de petróleo, la
refinación de crudo. En la década de los 70 en Homs se construyó una
magnífica refinería de petróleo. Hoy toda la infraestructura industrial
está sometida a una gran erosión. Restablecerla será muy difícil. Se
requiere mucho tiempo y dinero. Si en Siria se restaura la paz, el país
cuenta con todas las posibilidades y recursos para restablecer la
industria y la agricultura. Lo importante es poner fin a las acciones
militares y lograr un arreglo político.
Sin
embargo, muchos analistas suponen que la guerra se prolongará como
mínimo hasta 2015. Y, en tal caso, la actual catástrofe económica puede
adquirir proporciones impensables. Existe la opinión fundada de que en
tal o cual grado se extenderá a toda la región e incluso se hará sentir
en los países que hoy apoyan activamente a los insurgentes. Serguéi
Serióguichev, afirma:
–Si
la Siria, que estamos perdiendo, llega a derrumbarse definitivamente,
allí surgirá un “agujero negro”. Será peor que en Somalia. Por
consiguiente, la situación en Iraq y el Líbano empeorará bruscamente. Y
los norteamericanos tendrán que huir de allí. Quizás más rápidamente que
en su tiempo huyeron de Irán. Confiar en que obtendrán buenas ganancias
en esto es al menos ingenuo. Si bien hay un proyecto de los propios
catarís de establecer su propio gobierno marioneta en Siria. Y a través
del territorio de Siria tender una línea de gasoducto a Europa. Pero
todo esto son ilusiones, basadas en la seguridad de Catar, de que los
islamistas que han sobornado podrán a corto plano, tras el derrocamiento
de Asad, establecer en Siria un régimen férreo, que será reconocido por
la comunidad mundial y al mismo tiempo dentro del propio régimen no se
emprenderá una lucha por el poder. Las esperanzas en tal desenlace son
ingenuas, aunque en Doha confían en ello.
El
financiamiento del proceso de reconstrucción es un asunto sumamente
importante. Los sirios confían en que ellos mismos se las arreglarán. El
primer ministro Wael al-Halki declaró no hace mucho que la
reconstrucción de Siria se hará con las manos de los propios sirios, con
especialistas y compañías nacionales. El experto Serguéi Serióguichev
considera que las monarquías del golfo Pérsico están dispuestas a
intervenir como patrocinadoras de la reconstrucción:
–Claro
está que los catarís y saudíes quieren pagar. Incluso `pueden llegar a
pelearse por ese derecho. Pero ellos pagarán por la reconstrucción de su
Siria y con el gobierno que a ellos les hace falta. Pero la formación
de tal gobierno es una gran ilusión. Por eso la ONU será la que
realmente tendrá que pagar. Además, Rusia y China prestarán su ayuda.
Pero aún se está muy lejos de la reconstrucción.
Lo
más probable es que Rusia y China intervengan como países
patrocinadores de la reconstrucción siria, al igual que algunos otros
países interesados en la existencia de Siria como Estado. Pero para ello
aún queda mucho tiempo. Y los pesimistas, teniendo en cuenta las
previsiones de que la guerra civil durará mucho tiempo, suponen que, en
general, es imposible salvar la economía de Siria. Y, en cualquier caso,
Siria saldrá de la guerra con gigantescas pérdidas de infraestructura,
de los mercados de venta y capital humano. Serguéi Serioguichev, dice:
–Siria
es un país muy importante para el mundo árabe. Si Egipto es denominado
cabeza de ese mundo, Siria es su corazón y alma. Si el país llega a ser
aplastado, lo que obtendremos será una potente ola de nacionalismo
árabe. Ya ahora se está levantando. Esta ola se mezclará con el
islamismo árabe. Y unos y otros con la misma decisión dispararán contra
los norteamericanos y europeos (lleven o no uniforme), que se encuentran
en territorio del Oriente árabe.
En
general, a partir de las consideraciones humanitarias y económicas, lo
mejor sería que Siria siga siendo un Estado autoritario bajo la
dirección del relativamente pacifista y con educación europea Asad hijo.
Así sería mejor para todos, incluso para los opositores políticos del
régimen, que, seguramente, recién ahora comprendieron cuán costosa
resulta la tentativa de romper el régimen político-social en aras de
altos ideales.
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