El Blog de Salvador - Nuevo post |
Posted: 20 Sep 2013 06:30 AM PDT
Siempre que viene el mes de septiembre recuerdo el año que ella llegó como instructora de cachiporras a la Escuela Mercher de Quezaltepeque, donde yo era maestro. Nuestra amistad comenzó precisamente alrededor de los preparativos de la celebración del 15 de septiembre. Trabajando cerca de ella me di cuenta de que no solamente era la mujer más hermosa que había visto en mi vida, sino que también era muy inteligente y de una gran belleza interior. Ella es Margarita, de quien hasta el día de hoy permanezco enamorado.
Cuando ella se retiró de la escuela iniciamos nuestro noviazgo. Tiempo después, en 1968, nos casamos. Emprender esta gran aventura de unir nuestras vidas creo que fue el gran paso que nos impulsó a trabajar con determinación y perseguir nuestros sueños. Quién hubiera pensado que yo, aquel muchacho que se la pasaba bromeando y bien metido en los deportes, de un día para otro sería un hombre casado y muy responsable de su hogar.
Luego vinieron nuestros cuatro hermosos hijos: Salvador Antonio, Claudia Lissette, Fátima Carolina y Dolores Iveth. Son una bendición. Todas las virtudes que encuentro en ellos son el reflejo del excelente rol de madre que ha ejercido Margarita. Al principio yo había pensado que Margarita se dedicara a cuidar los niños mientras yo trabajaba, pero nuestros ingresos económicos eran tan bajos que apenas podíamos sufragar los gastos de la casa, así que ella decidió trabajar en una fábrica hilera en Apopa. Siempre supimos combinar nuestro trabajo con el cuido de nuestros hijos.
Recuerdo los años en que vivimos como una familia joven en Quezaltepeque, mientras yo era maestro, como la mayor oportunidad que tuve para disfrutar con Margarita y mis hijos. Porque luego se vendría nuestra lucha social, primero en las diferentes organizaciones del municipio, luego en ANDES y después en el Conflicto, cuando pasar tiempo juntos, salir a pasear, se hizo muy difícil.
Tendríamos que pasar largas temporadas separados. Eso fue muy duro. Pero lo que siempre nos mantuvo unidos, a pesar de la distancia, fue el profundo amor que nos teníamos y la seguridad de que todo lo que hacíamos era por el bien de nuestra gente.
Siempre me ha sorprendido de Margarita su gran capacidad para armonizar cualquier situación. Vivo agradecido con ella por su gran dedicación a nuestra familia. Margarita es mi fiel amiga y compañera.
Por esas cosas y muchas más mi amor hacia Margarita no ha hecho más que aumentar. Creo que dar y recibir amor es el mejor regalo de la vida. Creo en la familia. Creo firmemente que la familia unida es la respuesta fundamental a los problemas de nuestra sociedad. La clave para ser feliz que muchos han ignorado: amar, darlo todo por nuestra familia.
Son 45 años de casados. Ahora que miro hacia atrás, cuántas cosas hemos vivido, me pregunto qué nos ha mantenido tan unidos. La respuesta la encuentro en la voluntad que hemos tenido para buscar soluciones a las dificultades que han surgido en el camino. La respuesta está en la sinceridad y en el amor.
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