http://www.patriagrande.com.ve/temas/cultura/augusto-pinochet-y-los-libros-un-amor-simulado/
Augusto Pinochet, el hombre que durante 17 años dirigió con mano dura el destino de Chile, era un “intelectual limitado” que plagió los libros que escribió y que coleccionó de forma compulsiva más de 55.000 volúmenes en su biblioteca privada, valorada en más de $ 3’000.000.
Así lo revela el periodista chileno Juan Cristóbal Peña en su obra La secreta vida literaria de Augusto Pinochet, que muestra la obsesión del militar por aparentar ser un estudioso, sobre todo de geografía, geopolítica y marxismo.
Corría 1933 cuando un joven Pinochet (1915-2006) logró matricularse en la Escuela Militar tras dos intentos fallidos, uno por la prueba física, el otro por no superar los exámenes. Veinte años después, ingresó en la Academia de Guerra, impartió clases, incluso, decidió cursar la carrera de Derecho en la Universidad de Chile, aunque tan solo permaneció un año.
“Pinochet fue producto de las oportunidades, más que de las convicciones. En algún momento de su carrera vio la posibilidad de hacer un camino en la Academia como una forma de sobreponerse a sus limitaciones intelectuales, limitaciones de un hombre que se sabía menospreciado por sus pares en términos intelectuales”, explica Peña.
Antes de llegar al poder (1973-1990), Pinochet escribió varios libros, todos con escasez de notas bibliográficas, entre ellos Geopolítica. En esta obra, la más famosa, plagió a su mentor, el general de izquierdas Gregorio Rodríguez Tascón , “al que le debía una carrera académica”, cuenta Peña.
A partir de 1973, señala el autor, Pinochet “se propuso instalarse como el único hombre de la geopolítica en Chile y tal vez uno de los pocos en Latinoamérica. Yo diría que estaba nada más que en su cabeza, porque como profesor y como autor no tuvo ninguna importancia. No podría tenerla siendo que lo que escribió fue un plagio”, sostiene.
Esta obsesión de Pinochet se hizo aún más patente cuando el exiliado general Carlos Prats, su predecesor como jefe del Ejército, escribió un artículo en una publicación argentina sobre esta materia.
Según Peña, Prats “representaba el modelo al cual Pinochet siempre quiso acercarse”, el que “quiso imitar” pero nunca lo consiguió “por debilidades propias del personaje”. “Pinochet era un hombre de un intelecto limitado; siempre fue un alumno del montón. Prats ponía al descubierto sus debilidades, porque era un militar brillante”, dice Peña.
Por este motivo, el asesinato de Prats, ocurrido el 30 de septiembre de 1974 en Buenos Aires a manos de agentes de la policía secreta de la dictadura de Pinochet, no fue solo “político”, sino que además hubo “un factor pasional, irracional”, sostiene Peña.
Para afianzar el “personaje”, el dictador decidió “reeditar sus antiguos libros” con la colaboración de los medios de la época, y “coleccionar” obras de no ficción de “forma compulsiva” a costa “de dinero público”, agrega. “Atesoró, pero no con un afán exhibicionista sino fetichista y para convencerse a sí mismo de que realmente era un intelectual”.
La biblioteca de Pinochet está distribuida entre dos de sus casas y contiene decenas de miles de ejemplares, entre ellos una edición de 1646 de la Histórica relación del Reyno de Chile de Alonso de Ovalle y una de La Araucana de Alonso de Ercilla, de 1733, así como un gran número de textos sobre marxismo. “Construyó una biblioteca de Babel, no se puso límites ni en el gasto, ni en la cantidad ni en los títulos. Es además una biblioteca a la que accede muy poca gente”, según Peña.
En 1989 se desprendió de “la mitad de esa colección y la donó al Ejército”, pero la otra mitad sigue con su familia, bajo embargo judicial desde 2004 a raíz de la investigación de sus cuentas secretas en el banco estadounidense Riggs. “Ni él mismo era consciente de lo que tenía. La colección en el momento en que fue valorada por expertos bibliográficos se encontraba en un estado bastante lamentable”, apunta Peña, quien en 2008 ganó el premio de Nuevo Periodismo Iberoamericano por el artículo Viaje al fondo de la biblioteca de Pinochet.
Sobre si consiguió que se lo viera como un intelectual, Peña no lo duda: “Es innegable que se salió con la suya”. “Hasta el día de hoy sus textos, si bien se sabe que son plagios, siguen siendo referencias para los oficiales chilenos”. La prueba más clara de ello, agrega el periodista chileno, “es que la principal biblioteca del Ejército se llama Presidente Augusto Pinochet Ugarte”.
Según Peña, Pinochet pese a ser “un hombre limitado intelectualmente, y menospreciado por sus oponentes”, se salió con la suya debido a una estrategia aprendida en gran medida de los libros que leyó de estudiante, especialmente su preferido, El arte de la guerra de Sun Tzu, acerca de la simulación.
Augusto Pinochet, el hombre que durante 17 años dirigió con mano dura el destino de Chile, era un “intelectual limitado” que plagió los libros que escribió y que coleccionó de forma compulsiva más de 55.000 volúmenes en su biblioteca privada, valorada en más de $ 3’000.000.
Así lo revela el periodista chileno Juan Cristóbal Peña en su obra La secreta vida literaria de Augusto Pinochet, que muestra la obsesión del militar por aparentar ser un estudioso, sobre todo de geografía, geopolítica y marxismo.
Corría 1933 cuando un joven Pinochet (1915-2006) logró matricularse en la Escuela Militar tras dos intentos fallidos, uno por la prueba física, el otro por no superar los exámenes. Veinte años después, ingresó en la Academia de Guerra, impartió clases, incluso, decidió cursar la carrera de Derecho en la Universidad de Chile, aunque tan solo permaneció un año.
“Pinochet fue producto de las oportunidades, más que de las convicciones. En algún momento de su carrera vio la posibilidad de hacer un camino en la Academia como una forma de sobreponerse a sus limitaciones intelectuales, limitaciones de un hombre que se sabía menospreciado por sus pares en términos intelectuales”, explica Peña.
Antes de llegar al poder (1973-1990), Pinochet escribió varios libros, todos con escasez de notas bibliográficas, entre ellos Geopolítica. En esta obra, la más famosa, plagió a su mentor, el general de izquierdas Gregorio Rodríguez Tascón , “al que le debía una carrera académica”, cuenta Peña.
A partir de 1973, señala el autor, Pinochet “se propuso instalarse como el único hombre de la geopolítica en Chile y tal vez uno de los pocos en Latinoamérica. Yo diría que estaba nada más que en su cabeza, porque como profesor y como autor no tuvo ninguna importancia. No podría tenerla siendo que lo que escribió fue un plagio”, sostiene.
Esta obsesión de Pinochet se hizo aún más patente cuando el exiliado general Carlos Prats, su predecesor como jefe del Ejército, escribió un artículo en una publicación argentina sobre esta materia.
Según Peña, Prats “representaba el modelo al cual Pinochet siempre quiso acercarse”, el que “quiso imitar” pero nunca lo consiguió “por debilidades propias del personaje”. “Pinochet era un hombre de un intelecto limitado; siempre fue un alumno del montón. Prats ponía al descubierto sus debilidades, porque era un militar brillante”, dice Peña.
Por este motivo, el asesinato de Prats, ocurrido el 30 de septiembre de 1974 en Buenos Aires a manos de agentes de la policía secreta de la dictadura de Pinochet, no fue solo “político”, sino que además hubo “un factor pasional, irracional”, sostiene Peña.
Para afianzar el “personaje”, el dictador decidió “reeditar sus antiguos libros” con la colaboración de los medios de la época, y “coleccionar” obras de no ficción de “forma compulsiva” a costa “de dinero público”, agrega. “Atesoró, pero no con un afán exhibicionista sino fetichista y para convencerse a sí mismo de que realmente era un intelectual”.
La biblioteca de Pinochet está distribuida entre dos de sus casas y contiene decenas de miles de ejemplares, entre ellos una edición de 1646 de la Histórica relación del Reyno de Chile de Alonso de Ovalle y una de La Araucana de Alonso de Ercilla, de 1733, así como un gran número de textos sobre marxismo. “Construyó una biblioteca de Babel, no se puso límites ni en el gasto, ni en la cantidad ni en los títulos. Es además una biblioteca a la que accede muy poca gente”, según Peña.
En 1989 se desprendió de “la mitad de esa colección y la donó al Ejército”, pero la otra mitad sigue con su familia, bajo embargo judicial desde 2004 a raíz de la investigación de sus cuentas secretas en el banco estadounidense Riggs. “Ni él mismo era consciente de lo que tenía. La colección en el momento en que fue valorada por expertos bibliográficos se encontraba en un estado bastante lamentable”, apunta Peña, quien en 2008 ganó el premio de Nuevo Periodismo Iberoamericano por el artículo Viaje al fondo de la biblioteca de Pinochet.
Sobre si consiguió que se lo viera como un intelectual, Peña no lo duda: “Es innegable que se salió con la suya”. “Hasta el día de hoy sus textos, si bien se sabe que son plagios, siguen siendo referencias para los oficiales chilenos”. La prueba más clara de ello, agrega el periodista chileno, “es que la principal biblioteca del Ejército se llama Presidente Augusto Pinochet Ugarte”.
Según Peña, Pinochet pese a ser “un hombre limitado intelectualmente, y menospreciado por sus oponentes”, se salió con la suya debido a una estrategia aprendida en gran medida de los libros que leyó de estudiante, especialmente su preferido, El arte de la guerra de Sun Tzu, acerca de la simulación.
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