Artículo en el que se profundiza sobre el conflicto en Gaza y la responsabilidad de las potencias occidentales.
En los últimos días me ha tocado
escuchar con relativa frecuencia que lo que sucede en Gaza en estas
horas -las acciones militares israelíes- es culpa de las milicias de
Hamás. O, por decirlo de otra manera, que si éstas no bombardeasen
territorio israelí, nada estaría ocurriendo. A ese argumento conviene
oponer los que siguen.
1. Malo es que se intente describir un
conflicto de largo aliento sobre la base de lo que, en relación con él,
ha sucedido en un período de tiempo tan breve como cercano. Para
entender lo que ocurre en Gaza en estas horas hay que prestar atención a
la historia de Palestina desde 1947, y entonces aparecen con claridad
el poderoso y el débil, el invasor y el invadido, el colonizador y el
colonizado. ¿Qué diríamos de un examen del desembarco de Normandía que,
focalizando en exclusiva la atención en lo que ocurrió aquellos días,
interpretase sin más que la Wehrmacht alemana era un ejército que se
defendía frente a las iras incontenidas de los comandantes aliados?
2. Es dolosa, en particular, la
ignorancia de lo sucedido en Gaza desde mucho tiempo atrás. Parece
obligado hablar del hacinamiento de palestinos expulsados de sus casas y
tierras, de la represión, la segregación y la explotación. Y en los
últimos años del bloqueo. Cuando se decide ignorar todo esto, es muy
sencillo llegar a la conclusión de que quienes lanzan esos cohetes son,
sin más, locos islamistas que actúan de manera airada y caprichosa.
Aunque no tengo intención alguna de defender su conducta, esta última
nace de un escenario insoportable, y de un callejón sin salida. Hamás,
en singular, es un producto insorteable -tal vez deseado- de la política
de Israel. No ha nacido de la nada.
3. Curioso resulta que las más de las
veces no se preste atención a una discusión importante: la relativa a
la proporcionalidad -a la falta de ella- de las acciones militares
israelíes. Ahora como siempre, el número de muertos del lado palestino
es mucho más alto que el del lado israelí. El hecho de que entre los
muertos palestinos se incluyan con extraordinaria frecuencia civiles
inocentes, y niños, nos emplaza ante lo que sólo puede calificarse como
terrorismo de Estado. ¿Qué es peor: el terror que ejerce un grupo
‘privado’ o el que despliega una maquinaria estatal que, para colmo, se
autocalifica como Estado de derecho y disfruta de un franco
reconocimiento internacional? Más allá de lo anterior, conviene recelar
de la idea de que Israel no pretende otra cosa que dar réplica a las
agresiones que padece: esa cantinela la hemos escuchado muchas veces
cuando el objetivo de los gobernantes israelíes era proseguir, sin más,
con la conquista de territorios y con su secuela más común en forma de
expulsión y exterminio de poblaciones palestinas. Recupérense al
respecto las sabias palabras que Noam Chomsky ha difundido las últimas
horas.
4. Dejemos las cosas claras: quienes
bombardean Gaza son, en realidad, las potencias occidentales. Hace
tiempo que éstas otorgaron a Israel un papel relevante: el de gendarme
regional que debe acabar con cualquiera que plante cara al proyecto
colonial que defienden en la región más tensa del planeta. De ahí, por
cierto, el silencio connivente de nuestros gobernantes ante lo que
ocurre en Gaza.
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