http://www.resistenciahonduras.net/index.php?option=com_content&view=article&id=4994:pobreza-la-nueva-industria-del-crecimiento-en-estados-unidos&catid=91:internacionales&Itemid=256
Empeora
aún más la situación el hecho de que muchos de esos pobres son niños.
En 2010, el 27% de todos los niños de Estados Unidos vivían bajo el
umbral de pobreza. En el caso de los niños afroamericanos, la cifra se
aproximaba al 40%.
Muchos
echarán la culpa a la reforma de la ley de asistencia social que se
aprobó en 1996 con apoyo de los dos partidos. Es razonable. Fue un
proyecto que incluyó mucho hablar para la galería y eliminó las
garantías que habrían podido proteger a millones de familias en una
crisis tan grave como la que ahora vivimos.
Los
defensores de la reforma que ahora se muestran sorprendidos por las
consecuencias deberían dedicarse a otro trabajo. En su momento hubo
muchos que advirtieron de que la falta de garantías federales podía
generar serias penalidades en un momento de crisis económica. Nadie
tiene derecho a extrañarse ahora. El aumento de los índices de pobreza
en una situación como la actual era un resultado previsible de la ley y,
de hecho, se predijo.
Sin
embargo, la historia tiene otro aspecto, el estado general de la
economía, que es la causa fundamental del aumento del índice de pobreza.
La inmensa mayoría de la población estadounidense obtiene la mayor
parte de sus ingresos de su trabajo, y eso incluiría a las decenas de
millones de personas que viven en la pobreza si tuvieran acceso a un
puesto de trabajo. En la economía actual, esas personas no pueden
encontrar empleo, o por lo menos no pueden encontrar un puesto de
jornada completa que les ofrezca nada remotamente parecido a un salario
para poder vivir.
El
motivo por el que muchas de esas personas no pueden encontrar empleo es
la pésima gestión económica de personas que se llaman nada menos que
Robert Rubin, Alan Greenspan y Ben Bernanke. Estos pensaron que las
burbujas que habían impulsado la economía en las dos últimas décadas, la
burbuja de la bolsa en los años ochenta y la de la vivienda en el
último decenio, estaban muy bien. Por alguna razón, pensaron o que las
burbujas no iban a estallar o que sería fácil arreglar las cosas cuando
estallaran. En el caso de Robert Rubin, se benefició personalmente -con
unos beneficios de más de 100 millones de dólares- de la burbuja
inmobiliaria después de dejar su cargo de secretario del Tesoro para
convertirse en directivo de Citigroup.
Sin
negar la importancia de tener sólidas redes de protección para
garantizar que las personas puedan sobrevivir a los periodos difíciles,
todavía más importante es tener una economía fuerte que sea capaz de
generar empleo bien remunerado. Por desgracia, en la agenda política
actual no se vislumbra nada que vaya a permitir esa recuperación del
pleno empleo a corto plazo.
Los
dos candidatos presidenciales aseguran que se comprometen a reducir el
déficit como si hubiera un proceso mágico que hace que las empresas
empiecen a contratar trabajadores, cuando ven que las escuelas están
despidiendo a profesores y los contratistas de defensa están despidiendo
a empleados de sus fábricas. En 1996 no hubo más que unos cuantos
políticos que tuvieron la valentía de alzarse y decir que la reforma de
la asistencia social iba a poner en peligro la seguridad de millones de
familias, y ahora hay muy pocos que estén dispuestos a levantarse y
decir que necesitamos más inversiones públicas para crear empleo y
reconstruir la economía.
La
realidad es que el estallido de la burbuja inmobiliaria creó un enorme
vacío de la demanda en la economía. A corto plazo, ese vacío solo puede
llenarlo el Gobierno, nos guste o no. Hasta que consigamos que la
economía se recupere y empiece a crear los millones de puestos de
trabajo que se necesitan, las cifras de la pobreza seguirán siendo
horribles. Por eso, la vía principal para remediar la pobreza pasa por
arreglar la economía.
Dean Baker es un macroeconomista estadounidense y cofundador del Center for Economic and Policy Research.
¡EE.UU. arma al mundo!
El año pasado la industria armamentista estadounidense triplicó sus exportaciones de armas
¡EE.UU. arma al mundo!
El año pasado la industria armamentista estadounidense triplicó sus exportaciones de armas
Redacción Common Dreams
Las exportaciones de armas de EE.UU. se triplicaron y llegaron a un récord de 66.300 millones el año pasado, o sea más de tres cuartos del mercado global de armas, informó el domingo por la noche el New York Times.
El
complejo militar-industrial estadounidense vendió un 78% de las armas
del mundo en 2011. Rusia está en el segundo puesto, lejos, con solo
4.800 millones de dólares en ventas de armas.
En
una rueda de prensa en junio de 2012 Andrew Shapiro, secretario adjunto
de Estado de EE.UU. para Asuntos Políticos-Militares, dijo: “Hoy puedo
confirmar que ya es un año récord en las ventas militares al extranjero.
Hemos sobrepasado los 50.000 millones de dólares en ventas en el año
fiscal 2012”, que termina el 30 de septiembre. Shapiro dijo que era
demasiado pronto para predecir si 2013 traerá otro aumento de las ventas
militares al extranjero.
A
pesar de la dominación global de EE.UU., el sábado los editores
neoconservadores del Washington Post publicaron un artículo afirmando
que China es un exportador mundial de armas emergente.
“China…
se ha transformado del mayor importador de armas del mundo a un
importante productor y su producción interior saltó un 95% de 2002 a
2006 y de 2007 a 2011, convirtiéndose en el sexto exportador de armas
del mundo”.
El New York Times informa:
El
total de ventas de armas estadounidenses tuvo un “extraordinario
aumento” respecto los 21.400 millones de dólares en acuerdos en 2010,
estableció el estudio, y fue la mayor venta en un solo año en la
historia de las exportaciones de armas de EE.UU. El anterior récord fue
en el año fiscal 2009, cuando el total de las ventas de armas de EE.UU.
al extranjero ascendió a casi 31.000 millones.
El
informe fue preparado por el no partidista Servicio de Investigación
del Congreso, una división de la Biblioteca del Congreso. El estudio
anual, escrito por Richard F. Grimmett y Paul K. Kerr y entregado al
Congreso el viernes, se considera la colección más detallada de datos no
clasificados relativos al armamento a disposición del público.
Los
acuerdos con Arabia Saudí incluyeron la compra de 84 cazas avanzados
F-15, una variedad de municiones, misiles y apoyo logístico, y
actualizaciones de 70 de los cazas F-15 que se encuentran en la flota
actual.
Las
ventas a Arabia Saudí el año pasado también incluyeron docenas de
helicópteros Apache y Black Hawk, que contribuyeron en conjunto a una
compra
de armas saudí a EE.UU. de 33.400 millones de dólares, según el estudio.
Los
Emiratos Árabes Unidos adquirieron una Terminal de Defensa de Área de
Gran Altitud, un escudo avanzado antimisiles que incluye radares y está
valorado en 3.490 millones de dólares, así como 16 helicópteros Chinook
por 939 millones.
Omán compró 18 cazas F-16 por 1.400 millones de dólares.
Ajustándose
a las tendencias recientes, la mayor parte de las compras de armas, por
un valor de 71.500 millones de dólares, fueron hechas por naciones en
desarrollo, de los cuales unos 56.300 millones fueron de EE.UU.
Para
comparar las ventas de armas en diferentes años, el estudio utilizó
cifras en dólares de 2011, con los montos para años anteriores ajustados
a la inflación, lo que suministra un formato coherente de medición.
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