Han transcurrido
25 largos años después de la firma del Acuerdo
de Esquipulas II, por parte de los presidentes
centroamericanos. Centroamérica se ha transformado
radicalmente, pero no para el bien de los
trabajadores,
Pasamos del
conflicto armado en Nicaragua, El Salvador y Guatemala a una
situación en donde las contradicciones
políticas se resuelven ahora por medio de las urnas
electorales, pero bajo las instituciones del viejo orden
existente antes de 1979.
El hecho de
emitir el voto, bajo condiciones de participación
democrática, no es criticable. El problema es que los
cambios impuestos por Esquipulas II en todo
Centroamérica, fueron realmente cosméticos,
permitieron el desarme de las guerrillas del Frente
Farabundo Martí para la Liberación Nacional
(FMLN) y la Unión Revolucionaria Nacional
Guatemalteca (URNG), y su conversión en adocenados
partidos políticos incorporados al nuevo statu quo
creado.
Estas
organizaciones guerrilleras abandonaron no solo la lucha
armada, sino que abrazaron el más reformista y
abyecto de los proyectos políticos: renunciaron a la
revolución socialista y se conformaron con ser un
partido más del régimen político en
cada uno de sus países.
El caso de
Nicaragua es el más dramático. Porque en ese
país se produjo un profundo triunfo popular el 19 de
Julio de 1979, cuando la insurrección victoriosa
desmantelo el aparato represivo del Estado burgués,
conquistando una verdadera independencia política. No
obstante, bajo la agresión imperialista, los errores
de la dirección sandinista con los campesinos e
indígenas, el ejercito contra se fortaleció
enormemente, prolongando el sufrimiento del pueblo en una
larga guerra civil de 8 años de duración, que
concluyo en 1990 cuando los contras entregaron sus armas
después del triunfo electoral de la derecha
encabezada por la Sra., Violeta
Chamorro.
Ahora el Frente
Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), aunque
conserva todavía un discurso de izquierda, es un
partido que representa los intereses políticos de la
nueva burguesía sandinista, que emergió de la
derrota de la revolución en 1990.
Pasamos, pues,
de una situación revolucionaria y de guerra civil a
una situación reaccionaria, en donde predominaban los
procesos electorales controlados por las burguesías y
el imperialismo norteamericano, y la aplicación de
los planes de ajuste neoliberales.
25 años
después Centroamérica se ha transformado en un
paraíso de las transnacionales, las economías
de cada uno de los países han retrocedido, y cada vez
nos hemos convertido en el agro de Estados Unidos, la
Unión Europea y ahora del emergente imperialismo
chino, o en centros de diversión de
turistas.
Aunque parezca
una historia lejana, se requiere discutir el alcance de la
derrota de la revolución centroamericana, que se
inicio con el triunfo nicaragüense en 1979, pero que
finalmente fue destrozada por el imperialismo
norteamericano.
En esta
edición de la Revista 1857 encontraran los
análisis necesario que explican lo ocurrido en ese
periodo de ascenso revolucionario. No se puede entender la
relativa estabilidad del capitalismo semicolonial en
Centroamérica, sin estudiar y analizar el efecto de
los Acuerdos Esquipulas II. Este es nuestro análisis,
nuestro punto de vista, esperamos contribuir con ello al
necesario debate entre los revolucionarios antimperialistas
y socialistas de Centroamérica.
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