Es invisible, no se nota a primera vista, pero
ahí está presente: todos los días
sentimos los efectos de la crisis del sistema capitalista en
nuestros hogares. Desde el estallido de la última
crisis financiera en el año 2008, cuyo epicentro fue
el sistema bancario de Estados Unidos, la
situación lejos de estabilizarse o remontarse tiende
a agudizarse cada vez más.
Al comienzo, la reacción de las masas
trabajadoras fue de cierta sorpresa y hasta de temor,
adoptando una actitud pasiva, de resignación,
esperando cada quien conservar el empleo, como si se tratase
de una situación transitoria. La crisis
estalló después de más de dos
décadas de ofensiva neoliberal que ha hecho estragos
sobre los sindicatos y el nivel de vida de la clase
trabajadora en todo el mundo. Pero la crisis lejos de
amainar continúa su marcha destructora, demoliendo
empleos, mandado a millones de trabajadores a la precariedad
y la informalidad.
Inicialmente se hizo sentir con todo su furor en
los Estados Unidos, millones perdieron sus trabajos, sus
casas, lo poco que habían acumulado en el periodo
anterior. Y no fue una casualidad que la crisis estallara
primero en Estados Unidos, por que los bancos
norteamericanos son quienes dominan el sistema financiero
internacional, son una argolla mafiosa especuladora que
domina o tiene intereses en todas las transacciones
bursátiles en el mundo.
Con ello, el virus de la crisis, al igual que el
VIH, se expande por el mundo. Ahora le ha tocado el turno a
Europa, metiendo en crisis el proyecto de la Unión
Europea y la moneda de la eurozona: el Euro. La crisis salta
rápidamente de Estados Unidos a Europa, porque casi
toda la banca europea tiene activos tóxicos
provenientes de la banca norteamericana, salvo quizá
el caso de la banca alemana. Poco se dice acerca de que la
crisis en Grecia esta directamente relacionada con este
fenómeno.
Dentro de los imperialismos europeos hay una
áspera discusión sobre como resolver esta
crisis. El imperialismo alemán presiona por tirar a
pérdidas todos los activos tóxicos de la banca
europea, pero ello implica borrar una enorme parte del
capital ficticio de la banca norteamericana. Al realizar
transacciones entre si, toda la banca capitalista e
imperialista tiene el mismo problema
A diario leemos noticias sobre los efectos
devastadores de la crisis capitalista en Grecia, Italia,
España y Portugal. Poco a poco observamos
síntoma de una cada vez mayor resistencia a la crisis
capitalista.
Primero fue el amplio movimiento popular de los
indignados en España, que arrastró a
diferentes sectores sociales, pero que no logró
convertirse en una clara alternativa de lucha contra los
efectos de la crisis capitalista. Incluso, el aplastante
triunfo electoral de la derecha española, que ahora
está en el gobierno al mando de Rajoy, pareció
contradecir la repuesta espontáneamente
revolucionaria del movimiento de los
Indignados.
Pero siempre debemos distinguir la esencia de la
apariencia. La votación a favor del derechista
Partido Popular de Rajoy, fue un rechazo a la
administración socialdemócrata del PSOE, a
quienes consideraron culpables de haber hundido a
España.
Ahora, en segundo lugar, tenemos la heroica lucha
de los trabajadores griegos que no se dejan arrancar
fácilmente sus conquistas históricas, esta
mostrando el camino a seguir. Es bastante probable que la
izquierda gane las próximas elecciones en Grecia, lo
que plantea, por primera vez, desde el estallido de esta
brutal crisis en el año 2008, que haya una
alternativa de gobierno, que se oponga a los dictados de la
banca imperialista.
Poco a poco madura la conciencia de los
trabajadores en Grecia y en el resto de Europa, poco a poco
comienzan a surgir proyectos alternativos. Los trabajadores
se resisten a dejarse matar de hambre.
En Centroamérica también aprieta
duro la crisis capitalista, por ello no dejaremos de
insistir en que necesitamos construir el Partido Socialista
Centroamericano (PSOCA) como un aglutinante mas en el
urgente proceso de para construir una izquierda
antimperialista y socialista.
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