http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/17663-eduardo-galeano-es-m%C3%A1s-necesario-que-nunca-defender-lo-que-est%C3%A1-siendo-aniquilado.html
por E. Giraldo
Miércoles, 09 de Mayo de 2012 11:21
El escritor uruguayo presenta en RTVE.es su nuevo libro, 'Los hijos
de los días'. 366 historias basadas en cada una de las fechas del
calendario. Recorrerá varias ciudades españolas durante los meses de
mayo y junio...
RTVE
“Y los días se echaron a caminar. Y ellos, los días, nos
hicieron. Y así fuimos nacidos nosotros, los hijos de los días, los
averiguadores, los buscadores de la vida”.
Estas palabras, pertenecientes a una comunidad maya de Guatemala, se quedaron resonando en la mente del reconocido escritor uruguayo Eduardo Galeano quien, tiempo después, decidió que fueran las que dieran nombre al trabajo que ahora presenta en España: “Los hijos de los días”.
Textos pequeños, concienzudamente escogidos, que hablan de las grandes historias que cuentan al mundo y nos cuentan, “como baldositas de colores que van armando mosaicos enormes” y que viajan desde Latinoamérica hasta la antigua Babilonia, y hacen memoria del tiempo que fue y de la realidad que es.
“Si somos hijos de los días, nada tiene de raro que cada día tenga una historia que contar. Porque estamos hechos de átomos, según dicen los científicos, pero un pajarito me contó que también estamos hechos de historias. Entonces cada día brota una historia. Son 366 páginas. 366 historias”, explica Eduardo Galeano en una entrevista a RTVE.es
De nuevo, este autor de más de una decena de libros traducidos a varios idiomas quebranta las fronteras que separan los géneros literarios y centra sus crónicas en los más invisibles para “decir con la menor cantidad de palabras la mayor cantidad de cosas”. Comienza ahora su gira por varias ciudades de la geografía española para que ‘Los hijos de los días’ den sus primeros pasos.
- ¿Quiénes son ‘Los hijos de los días'?
Somos nosotros, los averiguadores y buscadores de la vida, algo que escuché hace años en una comunidad maya de Guatemala. Si estamos hechos de tiempo, siendo hijos de los días, el libro contiene los temas más diversos que uno pueda imaginar. No hay fronteras ni en el mapa ni el tiempo. Son historias que han ocurrido en distintos momentos del tiempo y en distintos lugares del mapa.
- Después de presentarlo en Uruguay y Argentina, llegas a España… ¿qué te espera en las próximas semanas y dónde te vamos a poder encontrar?
Es una gira por toda España, virtualmente toda España. Desde Madrid hasta Cataluña, Andalucía, Galicia, País Vasco… La idea es leer textos breves, que abarcan apenas una página. Es algo que ha funcionado muy bien en los lugares donde lo hice, en Uruguay y en Argentina.
Son textos que tienen la suficiente energía como para no aburrir a nadie, y además tienen mucha diversidad, lo cual también impide que el aburrimiento no se interponga entre el autor que lee y el público que asiste a la lectura. Entonces se crea una energía, y eso me gusta mucho a mí, que hace que la literatura se parezca un poco a la música, que haya un sentido musical de la literatura a partir de la lectura en voz alta.
Cuando yo era chico, en la escuela, en aquellos viejos tiempos, la maestra nos hacía leer en voz alta, y a nosotros no nos gustaba. Sólo con el paso del tiempo aprendí que eso había sido muy importante en mi formación.
Al ser leídos en voz alta, al aire se iban y volaban. Y eso es música; es una mezcla entre literatura y música. La resonancia de las palabras hace que tengan un sentido que va más allá del que tienen cuando están quietitas en el papel.
- Y de alguna manera también sirve para crear un mayor contacto con el público…
Claro. Además son temas que a veces parecen muy alejados en el tiempo, pero también hay episodios que están teniendo lugar ahora, hechos desconocidos que yo mismo no conocía y que me asaltaron en mis caminares, en mis andares.
Como que Nelson Mandela figuró durante 60 años en la lista de terroristas peligrosos para la seguridad de Estados Unidos, y que recién hace muy poquito, en 2008, dejó de ser terrorista. El africano más prestigioso de todos estaba en esa lista y no podía entrar en los Estados Unidos sin un permiso especial firmado por el presidente.
Cuando lo descubrí pensé que eso tenía que ser contado. El día que Nelson Mandela fue liberado de esa carga, de ser un terrorista peligroso, es uno de los días del libro.
Sí, ha sido mucho trabajo. El libro tuvo once versiones, lo escribí completo once veces. Ahí volaron muchas historias que no encajaban con el resto, y entraron otras nuevas que iba descubriendo.
Después también hay un trabajo muy cuidadoso sobre el lenguaje, una tarea depuradora. No hay ninguna historia que abarque más de una página. Son historias contadas con la menor cantidad de palabras para decir la mayor cantidad de cosas.
Yo le iba a ver cuando tenía 16-17 años y empezaba a escribir mis cosas. Era muy mentiroso, y para dar prestigio a sus palabras siempre se refugiaba en términos grandilocuentes: como dicen los persas, como creen los chinos… Me contó que un proverbio chino decía que las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio. Era mentira, el proverbio no era chino, era algo que él creía. Pero para darse prestigio, se lo atribuía a ellos.
Y es verdad que las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio. En busca de esas palabras escribí once veces el libro, las que no eran mejores que el silencio, quedaban afuera.
- Muchos libros a tus espaldas que han recorrido el mundo, ¿para qué y para quién escribe Eduardo Galeano?
Me acuerdo que una de las pocas veces que Onetti se enojó conmigo, siendo yo un muchacho insolente y él un escritor consagradísimo, me echó de la casa. Pero tres días después me llamó: ¿Qué te pasa que no venís?
Me echó porque me atreví a contradecirlo cuando él quiso convencerme de que él escribía para él, y ahí no invocó a los chinos, pero sí a James Joyce, un gran escritor. Y según él, decía que James Joyce escribía para un señor que se llamaba James Joyce y que estaba en la otra punta de la mesa, sentado frente a él. Yo escribo para mí, me decía Onetti.
Y yo, insolentemente, le decía: si eso es verdad, me lo das, y yo te lo mando por correo a la dirección de tu casa y ahí se cierra el circuito, porque si está escrito para vos, vos será quien lo reciba. Entonces se puso furioso y me echó.
Son muchos los escritores que creen que escriben para ellos mismos, mienten diciéndolo. Porque en realidad todos los que publican se dirigen a otros, sino no publicarían. A partir de que uno publica, intenta hablar con otros, comunicarse con otros. Y en mi caso, claramente, yo no escribo para mí. Hacer el amor es mejor que masturbarse, dicen, porque se conoce gente.
Me tuve que ir, es verdad. De Uruguay porque estuve preso, y de Argentina porque estaba en las listas de los marcados para morir, y son dos situaciones muy aburridas: la prisión y la tumba, así que no tenía más remedio que irme, y me fui.
Estuve en la costa catalana muchos años. Fui muy bien recibido, en España trabajé en mil cosas, y como de algún modo la mar es una patria, vivir en la costa me ayudaba a ser más fuerte que el dolor de la distancia.
Eran tiempos de dictaduras militares en América del Sur y de muchos horrores derivados del poder militar. Pero la situación de Espàña en aquel momento, hace ya unos cuantos años, era de una apertura democrática completa, muy amplia, y económicamente el país estaba bien, después cambió.
- Esos horrores de la dictadura, aún en la distancia, decidiste plasmarlo en tu trabajo ‘Memoria del fuego’…
Sí, es una trilogía. Se refiere a eso y a muchas otras cosas más. Es una historia de las Américas contada con esa técnica que a mí me gusta de los textos breves, como baldositas de colores que van armando mosaicos enormes. `Memoria de Fuego' son tres tomos con 1.000 historias chiquitas que hacen la historia grande, que es lo que siempre he intentado y sigo intentando hacer.
Desde las historias pequeñas, aparentemente insignificantes, llegar a la historia grande contra la cultura universal que nos obliga a confundir la grandeza con lo grandote. La grandeza no está en lo grandote, la grandeza está escondida en las pequeñas cosas de la vida cotidiana.
- Incluso tu manera de escribir esas historias también es en un cuaderno pequeñito….
Sí, eso lo hago en la primera etapa, cuando escucho cosas. ¿Viste cómo se fijan los médanos en las playas para que el viento no se lleve la arena? Entonces anoto acá en estas libretitas minúsculas, chiquitas, cosas que oigo o ideas que se me ocurren muy pero que muy variadas y que a veces se convierten en las historias que forman los libros. Otras veces no, incluso también las pierdo a veces.
- Años 70. Formaste parte de una generación que peleó por un cambio que fue aplastado por golpes de estado y posteriores dictaduras… ¿Que vio tu generación que las nuevas no ven?
Creo que hay que respetar la diversidad del mundo, porque lo mejor que el mundo tiene está en la cantidad de mundos que el mundo contiene. Y esa diversidad implica también una diversidad de voces y de diferentes maneras de dar respuesta a los desafíos que el mundo mismo y la vida plantean.
Las respuestas son muy variadas según el momento y según el lugar. Por suerte, porque sino estaríamos condenados a elegir entre morir de hambre o morir de aburrimiento.
- ¿Estamos más dormidos?
No lo creo. Esa energía de necesidad de cambiar las cosas, de luchar por un mundo diferente, o de ayudar al parto de los munditos que el mundo contiene en la barriga y que quieren salir para cambiar el mundo, se da de maneras muy diversas.
Cuando parece que está todo dormido y condenado a la impotencia, cuando da la impresión que la gente acepta la realidad tal cual es, que la historia se repite… entonces la realidad nos sorprende siempre. Y lo mejor que tiene es su capacidad de sorpresa. El mejor de mis días es el que todavía no viví.
Cuando una gitana se me acerca para leerme el porvenir, yo le pago para que no me lo lea, porque sería una crueldad evitarme lo mejor que la vida tiene, que es el derecho a la curiosidad de saber lo que puede llegar a ocurrir o no, la curiosidad que se alimenta de la capacidad de asombro que la realidad contiene.
Me acuerdo porque tuve diálogo en la Puerta del Sol y después en la plaza Catalunya con esos muchachos que están devolviéndole la esperanza al mundo y reivindicando el derecho a la indignación, imprescindible derecho en estos tiempos en los que el llamado mercado, que es un dios invisible y cruel, impone su dictadura... a veces visible, a veces invisible.
En estos tiempos es más que nunca necesaria la recuperación de la capacidad de indignación. De alguna manera estamos siendo cotidianamente invitados a elegir entre ver lo que uno quiere ser: un indigno o un indignado, si quiere aceptar la realidad o ayudar a cambiarla.
Es contagiosa la indignación, y muy valiosa, muy necesaria ahora que estamos gobernados por supergobiernos que gobiernan a los gobiernos, organismos tecnocráticos internacionales que no han sido votados por nadie pero deciden el destino de todos. Es más necesario que nunca defender lo que está siendo aniquilado.
Los muchachos me contaban que los desautorizaban porque les decían que no tenían destino, que no había un criterio claro sobre dónde iban a ir a parar, y yo les aconsejaba que hicieran caso a los versos de un gran poeta portugués, Fernando Pessoa, que después se los adjudicó Vinicius de Moraes (que era bastante bandido), pero que son de Pessoa, y muy sencillamente dicen que “el amor es infinito mientras dura”, y que les conté que ese movimiento que ellos estaban desencadenando iba a ser infinito mientras durara y que eso era lo más importante.
Como el amor es infinito mientras dura, también hay rebeldías, indignaciones, que son y van a ser infinitas mientras duren.
América Latina y otras regiones del mundo están demostrando una vitalidad inesperada que viene de lejos y tiene raíces muy antiguas. Es la prueba de que la Historia cambia, que el mundo se mueve.
Son energías que provienen del prolongado dolor de países que han sufrido y sufren todavía desigualdades feroces en la distribución de la riqueza y en el ejercicio de los derechos más fundamentales: comer, respirar, expresarse, compartir.
Por suerte sí hay varios procesos de cambios muy alentadores en varios lugares América Latina y también en el mundo árabe y en otras partes que son la prueba de que el mundo no está quietecito, y eso choca con algunos intereses que se sienten malheridos por las fuerzas democráticas.
- Como hemos visto ahora con el caso de YPF…
A mí no me convencen para nada las voces que están resonando ahora en España identificando a este país con algunas empresas españolas, que además no son españolas…. son corporaciones multinacionales. Pero aunque fueran españolas.
La identificación de España con las empresas españolas nada tiene que ver con lo que yo y muchísimos latinoamericanos sentimos en relación con España. No identificamos a España con ninguna empresa, porque el objetivo obvio de las empresas es la ganancia.
Pero para mí y para muchos latinoamericanos España es muchísimo más que eso. España son los poetas que me formaron, los que tuve la suerte de leerl libremente cuando estaban prohibidos en España, algunos muertos, otros exiliados.
Y escuchándolos a ellos, a los vencidos, a los derrotados, aprendí lecciones de dignidad humana que nunca olvidé y jamás olvidaré.
Entrevista a Eduardo Galeano - "Somos hijos de los días, hijos del tiempo"
http://www.rtve.es/alacarta/videos/programa/eduardo-galeano-presenta-nuevo-libro-hijos-dias-rtvees/1398778/
Estas palabras, pertenecientes a una comunidad maya de Guatemala, se quedaron resonando en la mente del reconocido escritor uruguayo Eduardo Galeano quien, tiempo después, decidió que fueran las que dieran nombre al trabajo que ahora presenta en España: “Los hijos de los días”.
Textos pequeños, concienzudamente escogidos, que hablan de las grandes historias que cuentan al mundo y nos cuentan, “como baldositas de colores que van armando mosaicos enormes” y que viajan desde Latinoamérica hasta la antigua Babilonia, y hacen memoria del tiempo que fue y de la realidad que es.
“Si somos hijos de los días, nada tiene de raro que cada día tenga una historia que contar. Porque estamos hechos de átomos, según dicen los científicos, pero un pajarito me contó que también estamos hechos de historias. Entonces cada día brota una historia. Son 366 páginas. 366 historias”, explica Eduardo Galeano en una entrevista a RTVE.es
De nuevo, este autor de más de una decena de libros traducidos a varios idiomas quebranta las fronteras que separan los géneros literarios y centra sus crónicas en los más invisibles para “decir con la menor cantidad de palabras la mayor cantidad de cosas”. Comienza ahora su gira por varias ciudades de la geografía española para que ‘Los hijos de los días’ den sus primeros pasos.
- ¿Quiénes son ‘Los hijos de los días'?
Somos nosotros, los averiguadores y buscadores de la vida, algo que escuché hace años en una comunidad maya de Guatemala. Si estamos hechos de tiempo, siendo hijos de los días, el libro contiene los temas más diversos que uno pueda imaginar. No hay fronteras ni en el mapa ni el tiempo. Son historias que han ocurrido en distintos momentos del tiempo y en distintos lugares del mapa.
- Después de presentarlo en Uruguay y Argentina, llegas a España… ¿qué te espera en las próximas semanas y dónde te vamos a poder encontrar?
Es una gira por toda España, virtualmente toda España. Desde Madrid hasta Cataluña, Andalucía, Galicia, País Vasco… La idea es leer textos breves, que abarcan apenas una página. Es algo que ha funcionado muy bien en los lugares donde lo hice, en Uruguay y en Argentina.
Son textos que tienen la suficiente energía como para no aburrir a nadie, y además tienen mucha diversidad, lo cual también impide que el aburrimiento no se interponga entre el autor que lee y el público que asiste a la lectura. Entonces se crea una energía, y eso me gusta mucho a mí, que hace que la literatura se parezca un poco a la música, que haya un sentido musical de la literatura a partir de la lectura en voz alta.
Cuando yo era chico, en la escuela, en aquellos viejos tiempos, la maestra nos hacía leer en voz alta, y a nosotros no nos gustaba. Sólo con el paso del tiempo aprendí que eso había sido muy importante en mi formación.
Al ser leídos en voz alta, al aire se iban y volaban. Y eso es música; es una mezcla entre literatura y música. La resonancia de las palabras hace que tengan un sentido que va más allá del que tienen cuando están quietitas en el papel.
- Y de alguna manera también sirve para crear un mayor contacto con el público…
Claro. Además son temas que a veces parecen muy alejados en el tiempo, pero también hay episodios que están teniendo lugar ahora, hechos desconocidos que yo mismo no conocía y que me asaltaron en mis caminares, en mis andares.
Como que Nelson Mandela figuró durante 60 años en la lista de terroristas peligrosos para la seguridad de Estados Unidos, y que recién hace muy poquito, en 2008, dejó de ser terrorista. El africano más prestigioso de todos estaba en esa lista y no podía entrar en los Estados Unidos sin un permiso especial firmado por el presidente.
Cuando lo descubrí pensé que eso tenía que ser contado. El día que Nelson Mandela fue liberado de esa carga, de ser un terrorista peligroso, es uno de los días del libro.
"Las únicas palabras que merecen existir son las mejores que el silencio"
- Te habrá costado un gran esfuerzo encontrar una historia que ocurrió por cada día del año…Sí, ha sido mucho trabajo. El libro tuvo once versiones, lo escribí completo once veces. Ahí volaron muchas historias que no encajaban con el resto, y entraron otras nuevas que iba descubriendo.
Después también hay un trabajo muy cuidadoso sobre el lenguaje, una tarea depuradora. No hay ninguna historia que abarque más de una página. Son historias contadas con la menor cantidad de palabras para decir la mayor cantidad de cosas.
Historias contadas con la menor cantidad de palabras para decir la mayor cantidad de cosasEsta manía de la concentración del lenguaje en pocas palabras proviene de un viejo consejo que me dio hace ya muchos años un gran novelista uruguayo, Juan Carlos Onetti, que fue un hombre muy cariñoso conmigo.
Yo le iba a ver cuando tenía 16-17 años y empezaba a escribir mis cosas. Era muy mentiroso, y para dar prestigio a sus palabras siempre se refugiaba en términos grandilocuentes: como dicen los persas, como creen los chinos… Me contó que un proverbio chino decía que las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio. Era mentira, el proverbio no era chino, era algo que él creía. Pero para darse prestigio, se lo atribuía a ellos.
Y es verdad que las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio. En busca de esas palabras escribí once veces el libro, las que no eran mejores que el silencio, quedaban afuera.
- Muchos libros a tus espaldas que han recorrido el mundo, ¿para qué y para quién escribe Eduardo Galeano?
Me acuerdo que una de las pocas veces que Onetti se enojó conmigo, siendo yo un muchacho insolente y él un escritor consagradísimo, me echó de la casa. Pero tres días después me llamó: ¿Qué te pasa que no venís?
Me echó porque me atreví a contradecirlo cuando él quiso convencerme de que él escribía para él, y ahí no invocó a los chinos, pero sí a James Joyce, un gran escritor. Y según él, decía que James Joyce escribía para un señor que se llamaba James Joyce y que estaba en la otra punta de la mesa, sentado frente a él. Yo escribo para mí, me decía Onetti.
Y yo, insolentemente, le decía: si eso es verdad, me lo das, y yo te lo mando por correo a la dirección de tu casa y ahí se cierra el circuito, porque si está escrito para vos, vos será quien lo reciba. Entonces se puso furioso y me echó.
Son muchos los escritores que creen que escriben para ellos mismos, mienten diciéndolo. Porque en realidad todos los que publican se dirigen a otros, sino no publicarían. A partir de que uno publica, intenta hablar con otros, comunicarse con otros. Y en mi caso, claramente, yo no escribo para mí. Hacer el amor es mejor que masturbarse, dicen, porque se conoce gente.
"La prisión y la tumba son situaciones muy aburridas, por eso me fui"
- Guardas un cariño muy especial a España, quizá por los nueve años que aquí viviste tras huir de las dictaduras de Uruguay y Argentina, ¿cómo fue ese tiempo de exilio?Me tuve que ir, es verdad. De Uruguay porque estuve preso, y de Argentina porque estaba en las listas de los marcados para morir, y son dos situaciones muy aburridas: la prisión y la tumba, así que no tenía más remedio que irme, y me fui.
Estuve en la costa catalana muchos años. Fui muy bien recibido, en España trabajé en mil cosas, y como de algún modo la mar es una patria, vivir en la costa me ayudaba a ser más fuerte que el dolor de la distancia.
Eran tiempos de dictaduras militares en América del Sur y de muchos horrores derivados del poder militar. Pero la situación de Espàña en aquel momento, hace ya unos cuantos años, era de una apertura democrática completa, muy amplia, y económicamente el país estaba bien, después cambió.
- Esos horrores de la dictadura, aún en la distancia, decidiste plasmarlo en tu trabajo ‘Memoria del fuego’…
Sí, es una trilogía. Se refiere a eso y a muchas otras cosas más. Es una historia de las Américas contada con esa técnica que a mí me gusta de los textos breves, como baldositas de colores que van armando mosaicos enormes. `Memoria de Fuego' son tres tomos con 1.000 historias chiquitas que hacen la historia grande, que es lo que siempre he intentado y sigo intentando hacer.
La grandeza no está en lo grandote, sino en las pequeñas cosasEste último libro, ‘Los hijos de los Días’, es exactamente eso: historias chiquitas que cuentan la historia grande. Quizá sea esa mi manera de asomarme al universo por el ojo de la cerradura.
Desde las historias pequeñas, aparentemente insignificantes, llegar a la historia grande contra la cultura universal que nos obliga a confundir la grandeza con lo grandote. La grandeza no está en lo grandote, la grandeza está escondida en las pequeñas cosas de la vida cotidiana.
- Incluso tu manera de escribir esas historias también es en un cuaderno pequeñito….
Sí, eso lo hago en la primera etapa, cuando escucho cosas. ¿Viste cómo se fijan los médanos en las playas para que el viento no se lleve la arena? Entonces anoto acá en estas libretitas minúsculas, chiquitas, cosas que oigo o ideas que se me ocurren muy pero que muy variadas y que a veces se convierten en las historias que forman los libros. Otras veces no, incluso también las pierdo a veces.
- Años 70. Formaste parte de una generación que peleó por un cambio que fue aplastado por golpes de estado y posteriores dictaduras… ¿Que vio tu generación que las nuevas no ven?
Creo que hay que respetar la diversidad del mundo, porque lo mejor que el mundo tiene está en la cantidad de mundos que el mundo contiene. Y esa diversidad implica también una diversidad de voces y de diferentes maneras de dar respuesta a los desafíos que el mundo mismo y la vida plantean.
Las respuestas son muy variadas según el momento y según el lugar. Por suerte, porque sino estaríamos condenados a elegir entre morir de hambre o morir de aburrimiento.
- ¿Estamos más dormidos?
No lo creo. Esa energía de necesidad de cambiar las cosas, de luchar por un mundo diferente, o de ayudar al parto de los munditos que el mundo contiene en la barriga y que quieren salir para cambiar el mundo, se da de maneras muy diversas.
Cuando parece que está todo dormido y condenado a la impotencia, cuando da la impresión que la gente acepta la realidad tal cual es, que la historia se repite… entonces la realidad nos sorprende siempre. Y lo mejor que tiene es su capacidad de sorpresa. El mejor de mis días es el que todavía no viví.
Cuando una gitana se me acerca para leerme el porvenir, yo le pago para que no me lo lea, porque sería una crueldad evitarme lo mejor que la vida tiene, que es el derecho a la curiosidad de saber lo que puede llegar a ocurrir o no, la curiosidad que se alimenta de la capacidad de asombro que la realidad contiene.
"Es necesario recuperar la capacidad de indignación"
- Hace justo un año, estuviste aquí en España coincidiendo con el movimiento de los indignados, el 15M… ¿cómo lo viviste?, ¿crees que la movilización popular servirá para que los gobernantes escuchen… o qué más falta?Me acuerdo porque tuve diálogo en la Puerta del Sol y después en la plaza Catalunya con esos muchachos que están devolviéndole la esperanza al mundo y reivindicando el derecho a la indignación, imprescindible derecho en estos tiempos en los que el llamado mercado, que es un dios invisible y cruel, impone su dictadura... a veces visible, a veces invisible.
En estos tiempos es más que nunca necesaria la recuperación de la capacidad de indignación. De alguna manera estamos siendo cotidianamente invitados a elegir entre ver lo que uno quiere ser: un indigno o un indignado, si quiere aceptar la realidad o ayudar a cambiarla.
Es contagiosa la indignación, y muy valiosa, muy necesaria ahora que estamos gobernados por supergobiernos que gobiernan a los gobiernos, organismos tecnocráticos internacionales que no han sido votados por nadie pero deciden el destino de todos. Es más necesario que nunca defender lo que está siendo aniquilado.
Los muchachos me contaban que los desautorizaban porque les decían que no tenían destino, que no había un criterio claro sobre dónde iban a ir a parar, y yo les aconsejaba que hicieran caso a los versos de un gran poeta portugués, Fernando Pessoa, que después se los adjudicó Vinicius de Moraes (que era bastante bandido), pero que son de Pessoa, y muy sencillamente dicen que “el amor es infinito mientras dura”, y que les conté que ese movimiento que ellos estaban desencadenando iba a ser infinito mientras durara y que eso era lo más importante.
Como el amor es infinito mientras dura, también hay rebeldías, indignaciones, que son y van a ser infinitas mientras duren.
"La Historia cambia, el mundo se mueve"
- América Latina también está cambiando, ¿cómo se explica el emerger de muchos de sus países?América Latina y otras regiones del mundo están demostrando una vitalidad inesperada que viene de lejos y tiene raíces muy antiguas. Es la prueba de que la Historia cambia, que el mundo se mueve.
Son energías que provienen del prolongado dolor de países que han sufrido y sufren todavía desigualdades feroces en la distribución de la riqueza y en el ejercicio de los derechos más fundamentales: comer, respirar, expresarse, compartir.
Por suerte sí hay varios procesos de cambios muy alentadores en varios lugares América Latina y también en el mundo árabe y en otras partes que son la prueba de que el mundo no está quietecito, y eso choca con algunos intereses que se sienten malheridos por las fuerzas democráticas.
- Como hemos visto ahora con el caso de YPF…
A mí no me convencen para nada las voces que están resonando ahora en España identificando a este país con algunas empresas españolas, que además no son españolas…. son corporaciones multinacionales. Pero aunque fueran españolas.
La identificación de España con las empresas españolas nada tiene que ver con lo que yo y muchísimos latinoamericanos sentimos en relación con España. No identificamos a España con ninguna empresa, porque el objetivo obvio de las empresas es la ganancia.
Pero para mí y para muchos latinoamericanos España es muchísimo más que eso. España son los poetas que me formaron, los que tuve la suerte de leerl libremente cuando estaban prohibidos en España, algunos muertos, otros exiliados.
España son los poetas que me formaronEsa España es la España que más me formó junto con una España paralela, que era la de los republicanos exiliados. En la ciudad de Montevideo, en los cafés, que fueron mi universidad, me encantaba sentarme siempre en las mesas de los republicanos exiliados y escuchar.
Y escuchándolos a ellos, a los vencidos, a los derrotados, aprendí lecciones de dignidad humana que nunca olvidé y jamás olvidaré.
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