Fuera de todos los males que tenemos, nos inventan y exageran, amo a mi país, como es, porque es mi país, mi pasito bello y para mí , el más bello de la tierra.
Que nadie me diga que no ha visto ocultarse el sol tras la montaña o ver nacer la luna detrás de la arboleda. Mi país con olor a mar por todos lados, lecho de azahares y cafetos en flor como eterna sinfonía de los cañaverales.
Cierra los ojos a lo fantasmagórico y por supuesto grotesco. Abre tu corazón al olor de la tierra humedecida o a la teluria de nuestros veranos, sonríe con los niños que marchan a la escuela, extiende tu brazo a los ancianos, respeta la mujer, la mujer salvadoreña, la más duce y bella del planeta.
No te dejes vencer por la oscuridad, busca en ella las luces comprimidas, vuelve por momentos a tu infancia, eres hijo e hija de la tierra mas fértil de la tierra, de este pedacito de amor confundido en el murmullo, de estas calles que dejarían de serlo si no nos amaramos simbióticamente de cuya relación resulta la conversión del dolor en alegría.
Madruga, recorre la ciudad. A las cuatro de la mañana se levantan y caminan a su trabajo. Llevan la alegría en sus rostros, la alegría de hacer algo bueno para la colectividad, no ves en ellos odio, sino la sonrisa en las rondas chuqueras de las esquinas, el calor y sinceridad de los buenos días cómo ha amanecido, o buenos días le dé dios o levantarte en la campo con el vernacular canto de los pájaros, mojarte las pies con el rocío despertando en el alma de las plantas y beber el agua cristalina brotando de las rocas y decirte: esta es mi tierra, mi madre, mi padre, mis hermanas, mis hijos...
Ante todo lo contrario del paraje de infortunio, tu país es tu país, la negra tierra que abrió los ojos junto a los tuyos cuando llegaste a ella saludado por el maíz original y el canto de la corriente bajando de la sierra, es la tierra, tu tierra y la de tus ancestros, amala y cuídala porque en esencia eres tú, la tierra y su componente humano.
Este es tu Cuscatlán, El Salvador, el pequeño inmenso terruño que llevas y llevaras metido en tu alma mientras seas consciente de tu pertenencia, es tu originalidad de jade y obsidiana, la arcilla que te abriga en el hogar innato, tu orgullo de pertenencia desde tu primera infancia, el suelo donde juegas los primeros juegos de la vida, el inmenso amor que emana de la sonrisa de la infancia, el sudor de que cuaja la siembra y la cosecha, la vida.
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