Un partido fuerte, revolucionario y solido, es lo que aspiramos como partido. Un partido, que comprenda el alto precio a pagar cuando se dan pasos en falso y consciente de ello, medite de forma crítica y analítica para no dar esos pasos, y se fortalezca con la sabiduría de no haberlos dado.
Un Partido, que sea inseparable de sus bases y del pueblo, que consulte periódicamente a su militancia para rendirle cuentas a la misma y que tenga la paciencia para escuchar y la sabiduría para responder a las necesidades del proceso de sus bases y del pueblo.
Un Partido, que no se ufane de sus victorias, porque sabe a ciencia cierta que las glorias no son eternas, ni se amilane por pérdidas que son partes de las variables del proceso mismo y que tenga la sapiencia para saber manejar las condiciones objetivas y subjetivas del contexto sociopolítico y económico y que sea fuerte para salir avanti de cualquier dificultad que el proceso mismo presente.
Un Partido, que se eduque con su militancia, bajo los parámetros de la libertad, la paz y la justicia social.
Un Partido que nos enseñe a comprender que el fin es la revolución, y que sepa manejar los medios para enfrentar las tempestades que todo verdadero proceso revolucionario conlleva, que eduque a su militancia a ver con los ojos de la inteligencia y a amar al pueblo incondicionalmente.
Un Partido así, es por lo que trabajamos, para ir convirtiendo los sueños de este pueblo en una realidad manifiesta en el progreso cultural, socioeconómico y educativo de nuestro pueblo.
Somos militantes, de un Partido, que poco a poco hemos ido construyendo con las utopías de nuestra juventud que nos cuesta sangre, dolor, y lágrimas de un pueblo heroico al que nadie ha sido ni será capaz de derrotar ni en el pasado, ni en el presente ni en el futuro.
Es nuestro heroico Partido, al cual amamos, por el cual luchamos, y por el cual seremos revolucionarios toda nuestra vida.
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