Pasaron más de seis meses desde el inicio de la intervención imperialista en Libia y se ha confirmado uno de los peores escenarios posibles. La cosa no era tan sencilla como algunos quisieron vendernos. Gadafi tenía mucho apoyo popular, tanto que desde que empezaron a anunciar su final y el del régimen ha pasado medio año. Ni la propaganda más o menos barata o sofisticada lograba socavar el apoyo del dictador. Si solo hubiese de cierto un cinco por ciento de lo que los medios de comunicación escupían o inventaban, la guerra hubiera acabado rápido. Pero no fue así, se alargo, a pesar de que para desmoralizar a los seguidores de Gadafi se repetía una y otra vez que ya había acabado. Al Jazeera fue uno de los elementos claves en todas las manipulaciones informativas, en las que incluso llegaron a recrear escenarios de tomas de ciudades que aún estaban en manos del régimen de Gadafi. Curioso, ¿alguien de los defensores de la intervención militar imperialista se preocupaba de la dictadura catarí? La mayoría de ellos cerraron los ojos a un sinfín de burdas manipulaciones y al origen de Al Jazeera, una televisión creada por otra dictadura, la de Catar. Igual que cerraron los ojos a los bombardeos de población civil que ha realizado la OTAN.
La resolución que aprobó la ONU para permitir los bombardeos con el objeto de defender a la población civil fue una cortina de humo, la que necesitaban las potencias imperialistas para pasar a intervenir directamente en la guerra bombardeando a las tropas de Gadafi, pero también a la población civil, hospitales, colegios y lo que se terciase, para algo era una guerra. Esta tarde en el programa de la Ventana (Cadena Ser) a un ex militar se le ha escapado un gramo de sinceridad al afirmar:
‘los F18 nos han salido maravillosos, por ejemplo, nos han servido para bombardear a los libios’. (¿será casualidad que en la fonóteca no funcione el link donde debería de reproducirse la grabación con la afirmación del ex militar o quién fuera?)
Claro que sí. Destruir vidas, construcciones civiles y bienes es clave para someter económicamente a los libios. La necesidad de una profunda reconstrucción y de dinero para la puesta en marcha de un Estado que esté mínimamente normalizado… es el As bajo la manga que tiene Occidente. Es así como Libia será más dependiente de la ‘ayuda’ occidental, lo que sin duda asegurará que los occidentales tengan su preciado oro negro. En este sentido, antes de que la OTAN interviniese, en España pudimos escuchar y leer una serie de comparaciones patéticas, que trataban de comparar el aislamiento internacional sufrido por la IIª República española en 1936 con la que supuestamente estaban viviendo los Rebeldes libios, la mayoría de estos ejercicios eran excusas baratas para impulsar una acción armada imperialista en Libia. Se mencionaba la comparación, pero no se hacía ni un solo intento de hacerla con cierta rigurosidad. El gobierno republicano español estaba elegido democráticamente y, precisamente, sufrió una intervención militar internacional en su contra (a manos de las fuerzas aéreas de Italia y Alemania). En cambio, los rebeldes libios eran un grupo numeroso y con grandes apoyos en una ciudad de Libia, pero no en el resto del país. Por otra parte, no tenían ninguna legitimidad democrática, conviene no confundir apoyo de las potencias internacionales con legitimidad democrática, por obvio que parezca todavía hay que recordar que la concepción de lo que es o no democrático no se ciñe a la opinión de Occidente (por otra parte, no merece la pena abrir la discusión de si los rebeldes formaban parte de una conspiración de algunas potencias occidentales).
No obstante, más allá de la discusión propia de las legitimidades democráticas, ausentes en ambos bandos tal y como las entendemos en Occidente, lo evidente desde el punto de vista procedimental es que los Rebeldes son golpistas, igual que lo eran los franquistas. Otra cosa es que los objetivos de los golpistas sean diferentes, ahora bien, ambos comparten el apoyo internacional para tomar el poder (especialmente aéreo) y Gadafi y la IIª República comparten el aislamiento internacional en la guerra. Consecuentemente, ante este panorama, estaba y estoy cansado de comparaciones baratas y cutres como las que hacían algunos, especialmente desde posiciones de izquierda y pseudo libertarias.
Por otra parte, esas voces que desde la izquierda se mostraban maravilladas por la primavera árabe y gritaban a los cuatro vientos sus deseos belicistas, llama la atención como callan ante la evolución de los acontecimientos. Por ejemplo, los rebeldes, como es de esperar en una guerra, no se dedicaron ni se dedican a instaurar la democracia y el respeto a los derechos humanos. A estos señores a los que nadie ha elegido democráticamente y a los que han armado hasta los dientes, allá por dónde pasan detienen y ejecutan sin juicios y contra cualquier convención internacional en base a un sinfín de criterios arbitrarios, incluidos algunos racistas. Estos hechos los han denunciado tanto Amnistía Internacional como Human Rights Watch, ambas organizaciones occidentales.
Sin embargo, las potencias occidentales están contentas. Occidente y Obama han expresado en más de una ocasión su alegría por el modelo de intervención que han desarrollado. Desde luego, han logrado perfeccionar el método chapucero de Irak o Afganistán: han puesto en marcha uno que aprovecha a la oposición sobre el terreno, la arma, la adiestra, la amplia reclutando a elementos del régimen según avanza la guerra y la dirigen en los temas que les interesa. Todo esto mientras la OTAN se dedica a su deporte favorito, bombardear sin piedad, creando tanta destrucción como pueda, porque es ahí donde está el negocio. Medio año de guerra significa mucha destrucción y, por lo tanto, futura reconstrucción. El negocio es redondo. Ahora, las potencias occidentales no solo se asegurarán la capacidad de influenciar en cómo explotar los recursos naturales libios, sino que el dinero que genere esa explotación para Libia será devuelto a manos occidentales vía reconstrucción. ¿Quién da más?
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