Después de mis labores campesinas, me he sentado a las raíces de este viejo ceibo y en lontananzas mi mirada trashuma y mis ojos llenos de lágrimas, comparten el dolor del pueblo cubano.
Mi sensibilidad me hace sentir el sufrimiento de mis semejantes donde quiera que suceda, pero el caso de mis hermanos y hermanas cubanas ha herido lo más profundo de mis tejidos porque a ese pueblo heroico jamás podremos pagarle la deuda de elevar su frente altiva y alzar sus brazos libertarios por el mundo incapaz de hacerlo.
Oh Cuba, madre de la libertad, de la solidaridad y la fraternidad humana, lleven mis lágrimas y mi dedicación a la causa, una flor silvestre a perfumar el dolor de mis hermanos y hermanas cubanas y no hablar de tumbas porque la vida de ellos y ellas no ha desaparecido, sino que alimentan las venas telúricas de los y las revolucionarias de la tierra.
Lleven las brisas en el arrebatado viento, mis pensamientos y sentimientos de amor a un pueblo al cual amo al alma y la alegría dialéctica de que las semillas de libertad sembradas con las manos jamás cansadas del pueblo de José Martí, Camilo, Fidel y el Che seguirán produciendo la floración de paz, amor y justicia a lo largo de la tierra.
PATRIA O MUERTE!
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