EL PARTIDO

La naturaleza de todo partido del pueblo demanda que sea revolucionario y cuando se puede debatir, auto criticarse, criticar positivamente ello nos da el camino hacia la unidad de pensamiento de las fuerzas del pueblo. En los procesos armados es muy diferente, en ellos cualquier acusación falsa o verdadera lleva a juicios amañados que traen como resultado el asesinato de verdaderos revolucionarios por los seudo revolucionarios infiltrados en las cúpulas, se llamen como se llamen. Los ejemplos sobran a lo largo del espectro revolucionario. En un partido del pueblo que no tenga la necesidad del clandestinaje las cosas deben de hacerse de mejor forma, usando toda la experiencia de otros países y las propias para construir un partido basado en el trabajo de sus militantes donde la negación al nepotismo y a la deshonestidad deben de ser normas obligatorias. Mantener a los honestos es más fácil que traer nuevos honestos, así podría parafrasear a Macchiavello aconsejando al Príncipe, de tal forma que todo partido tiene la obligación de estar formado por una militancia honesta, transparente y segura de su papel histórico. El culto a la personalidad enferma a los líderes, por ello los liderazgos tienen que ser analizados plebiscitariamente a menudo y los que se nieguen a ello, entonces no son verdaderos líderes, sino carroñas de oportunismos temporales. La militancia de un partido revolucionario no debe confiar en nadie, sino en el trabajo objetivo, demostrable con hechos de la militancia misma, de ahí que la mayoría de procesos sociales que han costado millones de vidas se han perdido dado no a la falta de trabajo del pueblo, sino a los altos niveles de corrupción de los figurines que por medio del maniobrerismo, crimen y amiguismo llegaron a ocupar puestos inmerecido. Todo militante revolucionario tiene que ser estudioso de la historia, de la filosofía, sociología, economía política y más que todo de la ciencia dialéctica que le permita tener una visión objetiva de la sociedad para poder entregarse de forma ordenada y programada a hacer los cambios necesarios en la sociedad como son: La producción y distribución de riquezas, la educación, la salud, la protección de los recursos naturales y la equidad de género en todos los campos de la vida. El liderazgo de un partido revolucionario tendrá que ser elegido democráticamente entre los más entregados y capaces de conducir el proceso revolucionario por el mejor camino y destino, de acuerdo a estudios profundos de las condiciones subjetivas y objetivas del medio en el cual dicho proceso se desarrolla y del medio geopolítico que lo circunda. Un pueblo que ha logrado organizar un partido representativo de sus interese, no está lejos de la construcción de un verdadero partido revolucionario, ya que no sólo basta con representar los intereses del pueblo, sino; hacer los cambios sociales necesarios en el tipo de sociedad en la cual vivimos donde las fuerzas revolucionarias del mundo tratan afanosamente de salir de la opacidad capitalista donde el espejismo consumista es abiertamente contrario a toda axiología colectiva. El partido tiene la obligación de vivir en y con las masas, educarse con las masas, dirigir y saber oír a las masas de trabajador@s de la nación, ser pacientes y objetivos en la auto crítica y la crítica y más que todo, alfabetizar ideológicamente al pueblo para que le permita tener una visión objetiva de la realidad que nos circunda y nos de los instrumentos para cambiar lo que se tenga que cambiar. Por otro lado, se tiene obligatoriamente que fomentar la economía del partido, formar gestores y capacitadores en inversión, producción y mercadeo, ya que no se hace revolución si no se trata de cambiar las condiciones de vida de la militancia y del pueblo trabajador.

PAUL FORTIS