“TU VERBO SE HIZO IZALCO”
Donde el pueblo camina vas con él, guía sempiterna. Eres el pueblo mismo con su dolor a cuestas buscando manantiales de esperanzas.
Eres el verbo amar conjugado en los tejidos ardientes del pueblo que te ama, eres la voz eterna que clama por justicia, que llama a liberarnos.
Ah Monseñor! Cuanto te amamos, estás en los amaneceres campesinos, en los brazos fuertes de nuestro pueblo obrero, en el canto de los niños, en la Homilía Cotidiana de Nuestra Iglesia Histórica, en el viento y el agua, en la semilla germinante permanentemente, en el riachuelo que baja cristalino y bello de los cerros patrios, en el alma de este pueblo que te ama.
Eres el himno de libertad para tus hijos, para este Pueblo Santo como su Pastor, eres la luz de la iglesia de los pobres. Oímos tu voz doquier el destino nos arrastra y sentimos tu última homilía como un mandato para seguir luchando.
Nunca en nuestra vida nuestros caminos han estado más iluminados desde que el brillo de los ojos de tu conciencia encendió los rayos de nuestro destino que como ánforas eternas iluminan el camino de tu pueblo.
Monseñor, padre e hijo del pueblo que te ama, bien eterno reencarnado en la paz y la justicia social, voz de los niños y de los ancianos, sangre de la sangre, vida de la vida, verbo hecho poesía.
Gracias a ti los días se eternizan y las noches se llenan de armonía. La vida aumenta en vida y la muerte se aleja de la vida. Palabra eternidad, esencia misma.
Gracias a ti sonríen los ancianos y reina la alegría en el alma de tus hijos.
Gracias a ti la parábola divina es compartida en el cáliz de tu pueblo. Tú eres Santo Izalco, Santo Cuscatlán, San Chalatenango, Santo Patrio.
Eres la salvación y la bendición de este pueblo de Farabundo, de Anastasio y de Feliciano, eres la teluria volcánica que nos empuja a liberarnos.
Eres ante todo, la voz de Dios en el alma de tu pueblo.
Bendito seas por las eternidades existentes.
PAUL FORTIS
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