ARENA’S Most Wanted
La onda expansiva creada por el maremoto en el partido conservador Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) ha empezado a afectar también a la sensibilidad informativa de los medios de comunicación que, hasta ahora, se concentraban, casi exclusivamente, en los deslices y panzazos del señor Salvador Sánchez Cerén y en las desavenencias entre el FMLN y el Presidente Mauricio Funes.
Es interesante ver cómo ahora el señor Enrique Altamirano ajusta el visor telescópico y vira el cañón hacia el pecho del ex presidente Elías Antonio Saca, quien hasta el 1 de junio de 2009 era miembro prominente del club de los salvadoreños intocables.
Al ex primer ciudadano de la república se le acusa, nada menos y nada más, que de hacer desaparecer 219 millones de dólares de las arcas del Estado desde el sillón presidencial durante el período 2004-2009. Eso equivale a una cómoda cantidad de 120,000 dólares de gasto al día durante 1,825 días, todo un reto para el despilfarrador más viciado.
Paradójicamente –o quizás no tanto después de todo lo ha acontecido en los últimos días– la acusación viene de las propias lenguas de los que un día fueron sus grandes compañeros de viaje, don Alfredo Cristiani, don Armando Calderón Sol y don Francisco Flores.
“Saca debe explicar qué hizo con el dinero” se preguntan ahora los señores ex presidentes como cuando esos profesionales que, después de llevado a cabo el golpe, son engañados hábilmente por el gran arquitecto del botín.
No es para menos, 219 millones de dólares es una carretada de pisto y ahora, con la crisis encima arañándonos el pellejo, esa pequeña cifra resulta especialmente torturadora.
¿Dónde está el dinero? ¡A saber! Elmer Charlaix, ex secretario de la presidencia Saca, dijo “‘aló’, escuchó la Prensa Gráfica” y se echó a correr como alma perseguida por el dominio reporta la Prensa Gráfica. El Sr. Cesar Funes, ex secretario de la juventud, aguantó unos segundos más el interrogatorio del matutino y dijo “Estoy desconectado, …ya dejé la política ... no estoy involucrado” acotó, pero la pregunta del periodista Carlos Chávez no iba orientada sobre si estaba involucrado o no. Es lo que se llama soltar “un-por-si-acaso”.
“Bueno, yo tengo una leve sospecha en el sentido de que yo creo que el dinero, en realidad, no se gastó, sino que sencillamente se trasladó” dice don Chicho, un ciudadano corriente de un barrio de clase media de aquí de San Salvador, con quien he conversado ampliamente del asunto.
“Probablemente a Suiza”, remata el respetable don Chicho.
Por su parte, don Matías, otro ciudadano salvadoreño residente en Maryland, EE.UU., dice que “es el momento de zampar preso” a algún ex presidente y que, al respecto, don Elías Antonio Saca podría cumplir con el trámite para ser el elegido.
“Aquí en Maryland a la alcaldesa de Baltimore, Sheila Dixon, la han condenado en la corte estatal por aceptar $500 en tarjetas de regalos” dice, llevándose las manos a la cabeza, el ilustre don Matías, y allá en “El Salvador, un tipo que le roba al pueblo 219 millones de dólares,” camina libremente, sacando el pecho en las zonas exclusivas de San Salvador.
Definitivamente la cosa estuvo mal.
En un país donde la desnutrición afectó, de media, al 37% de todos los niños entre 0 y 10 años en el quinquenio 2004 -2009, resulta especialmente doloroso saber que el máximo líder del pueblo presuntamente se embolsó 219 millones de dólares, pero resulta mucho más indignante saber que el ahora “most wanted” del partido ARENA lo hizo con todas las de la ley.
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